¿Cuál es la poesía del siglo XXI? ¿Qué editoras están haciendo el trabajo de hallar nuevas voces en la escena literaria? En esta nueva serie sobre escritorxs que editan, Malena Rodríguez nos da claves para comprender la relación entre escritura, producción y publicación.

por  Malena Rodríguez




Para esta edición conversamos con María Ragonese, poeta y fundadora de la editorial Agua Viva, sobre el quehacer editorial, su poesía y la publicación de su nuevo libro Brilla, sombra.


¿Cómo fueron tus inicios en el mundo editorial? 


Mi acercamiento al trabajo editorial fue bastante paulatino, cero planificado. Creo que uno de los primeros trabajos que hice, o el más sostenido durante esos inicios, fue corrigiendo para una revista de cine que yo leía y me molestaba que saliera con errores, entonces un día les escribí a los directores proponiendo mi laburo sobre los textos y dijeron que sí. No me pagaban, pero me sirvió como experiencia para conseguir trabajos donde sí… Otras revistas, editoriales de todo tipo y proyectos que necesitaban algún tipo de edición.


Contanos un poco sobre el proceso de creación del sello Agua viva.


Algunas palabras clave siempre estuvieron en mi órbita vital y si me pongo a pensar todo lo que hice y hago tiene que ver con ellas: arte, música, libros, imprenta, pintura, cine. Mi papá tenía una imprenta en Avellaneda que había sido de mi abuelo. Esta imprenta no se dedicaba a hacer libros, salvo algún caso particular, sino que cubrían laburos de tipo más “comercial”. Sin embargo, escuchar a menudo “imprenta, imprenta” y conocer el olor de las tintas o la belleza de las tipografías móviles era parte de algo muy familiar para mí. 

Me rompí la cabeza durante algunos años tratando de pensar cómo crear una editorial sin tener un peso y las respuestas surgieron en una situación muy “equis”. En el 2019, hablé con mi amiga y socia Cecilia Basualdo y le conté que quería hacer esto, que no iba a poder sola, que quería trabajar con ella. Por fuera de la parte administrativa, comenzamos a realizar audiovisuales con otras amigas y poetas, videos muy lindos con lecturas, alguna entrevista. Producciones que subíamos a nuestro Instagram y compartíamos de manera gratuita. 

Que tanto mis amigues como yo tengamos las herramientas para laburar en foto y video hizo que fuera muy sencillo ese comienzo, pero nos faltaba la plata para los libros porque la editorial no tuvo ni tiene un soporte económico ajeno al que podamos acudir. Y nadie tenía, a la vez, un excedente para oficiar de mecenas del proyecto. La solución, y no me sorprende, vino de la mano de compartir. Con Ceci hicimos un librito digital muy pequeño y precioso con arte en cianotipo que hizo ella y unos poemas míos, y se lo regalamos a todas las personas que ya nos seguían en las redes. Al tiempo decidimos imprimirlo, y con su preventa y venta pudimos cubrir ese costo, así como el del primer libro que inauguró la colección de poesía, que fue Nuestra sombra volcada en el río, de Washington Atencio, presentado ahí, justo en el borde pandémico. 

Desde enero de este año Was también es socio de la editorial, porque mientras se gestionan las cosas, si tenés suerte, y la tuvimos, se generan amistades y vínculos con personas con las que deseás trabajar. No vivimos de Agua viva, pero le damos un lugar de relevancia dentro de nuestros deseos y obligaciones.


Tu editorial publica poesía, fotografía y, prontamente, narrativa. ¿Cómo es el proceso de selección estético de los materiales? 


Creo que la posibilidad de escribir y de editar hace que se potencien o tengan lugar en mi vida unos cuantos temas que me interesan mucho y que sin estas dos dimensiones no sé bien cómo podría desplegar. En principio te puedo decir que tratamos de ponernos de acuerdo para editar aquellas cosas que nos gustaría leer, aunque muchas veces tenemos que decir que no porque los recursos de una editorial pequeña son limitados. Siento que después de dos años de creada la editorial ahora nos encontramos con algunas cosas más claras; por ejemplo, la decisión de que haya tres colecciones, de poesía, narrativa y fotografía. 


Tomando esto que decís de editar lo que te gustaría leer: ¿a quién querrías editar?


Tengo ganas de hacer una edición muy bella de La inteligencia de las flores, de Maurice Maeterlinck; creo que podría ser un capricho. Y de recuperar algunas voces latinoamericanas de comienzos del siglo XX, como Adela Zamudio. Esto me parece muy necesario, esos compromisos a nivel de la política editorial que creo vital tratar de gestionar.


Se acaba de publicar tu primer poemario por Índigo Editoras, ¿podrías hablarnos de eso?


¡Sí! Brilla, sombra, que es mi primer libro. Estoy muy contenta, nerviosa y sobre todo agradecida por la invitación que me hicieron desde Índigo para publicarlo. La editorial publica en España, México y Argentina, así que como puntapié me parece algo bueno para el libro que pueda circular por otros territorios. 

Es un poemario que armé y desarmé varias veces, o sea que cada vez armé y desarmé un libro diferente, incluso en sus títulos tentativos. Me costó armarlo porque se compone de poemas que fui escribiendo en los últimos tres o cuatro años, pero su edición cayó en un momento en el que me encontraba escribiendo desde otro lugar. Entonces, al principio fue “bueno, qué hago con esto”. Creo que para poder cerrar el libro me ayudó mucho a amigarme con la idea de que todo el tiempo somos y no somos la misma persona, y de que en la escritura puede montarse mucho de eso, sobre todo si se trata de un primer libro. Bajé un poco esa neurosis y lo terminé de armar con mi amigo y gran poeta Alejandro Méndez. Me gustó mucho el resultado y lo entregué a la editorial. 


El catálogo de Agua Viva cuenta con escritores de otros países como Andrés Piña y Carla Santángelo. ¿Cómo se traza la perspectiva internacional de una editorial independiente? ¿Cuáles serán los próximos títulos?


Nos interesa abrirnos un poco de la publicación de escrituras solo de Buenos Aires y solo de Argentina. Creo que eso marca cierto rasgo distintivo en Agua viva respecto de otras propuestas. Editar por fuera de ciertas imposiciones nos da la libertad de publicar lo que queremos, y de investigar de acuerdo a nuestros intereses. Vamos a publicar un libro de poemas de la mexicana Maricela Guerrero y estamos sumamente felices por eso.

También a veces suceden ciertas magias: hace varios años vi en una revista poemas de Pequeño diccionario sefardí, el libro de Andrés Piña que publicamos hace unos meses. Cuando vi esos poemas me obsesioné un rato, creía que el libro estaba editado, lo busqué en librerías y nada, luego me olvidé. Hasta que un día Andrés escribió a Agua viva y nos mandó el libro. Claramente la respuesta fue un “sí” rotundo, cómo no iba a editar un libro que yo misma quería tener.


¿Cómo articulás la visión de poeta y la visión de editora? ¿Creés que une poeta tiene una mirada diferente sobre la edición a la de una persona que edita pero no escribe?


Creo que para editar hay que tener en cuenta muchas cosas y depende de las dimensiones del proyecto que quieras desarrollar, hay miles de variables que, de hecho, son extraliterarias, en el sentido de que tienen más que ver con el mercado que con las letras. En líneas generales, confío en que una buena editora es antes una buena lectora, y eso exige que lo que te moviliza del proyecto de editar no sea un capricho, sino algo atravesado por el amor, el deseo. Como persona que escribe y edita, trato de acompañar del modo más amable los libros con los que trabajo, y me involucro bastante en el proceso de intercambio con les autores, en las tapas, en la diagramación... Me parece importante evitar la obsecuencia, proponer cambios con argumentos constructivos, respetar las voces que aparecen, y tratar de pensar y moverme de acuerdo a cómo me gustaría que me trataran si estuviera del otro lado.


| Selección de Poemas de Brilla, sombra |


Una jaula para mi canario doméstico

otra para los pichones que caían

en el jardín, desde el pino

antes de tiempo.


Arrancando la corteza

esperaba el vuelo de los pájaros,

partía las costras

hasta dar con la savia.


Un verano vi un manojo de plumas

amarillas, no parecía alado

la boca con tierra fue la muerte

una flor al revés.


...


Mamá engendró

varias veces,

pero de sus crías

solo quedamos tres,


las tres Marías:


su collar de perlas

en el cinturón de Orión.


Cuando el cazador ataca

apagamos la luz.


...


Manuela tenía flores en el pelo,

plantas de caléndula afinadas

al tiempo del Alzheimer.

La última vez que nos vimos

enjuagué su cabeza

para refrescarle la memoria.

Acaricié su piel, desconoció mi nombre

dijo qué linda niña.

En su tumba hay flores

naranjas que giran hacia el sol,

súplicas de la tierra.



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