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Selección de poemas de la nueva edición ampliada del poemario  “Las canciones de los boliches” de Gustavo Yuste (Santos Locos, 2024).


por Nadia Sol Caramella




Cada vez más flaca


Mi perra se sienta al lado mío,

ya tiene 15 años

y cada vez la veo más flaca.

Sé que es algo irreversible,

por eso me agacho

para acariciarla un rato largo.

Contenta, acepta mi mano sobre su lomo

y yo, otra vez,

vuelvo a caer en la trampa

de creer que el cariño

puede solucionar algunas cosas.


...


Una estufa irónica


Mientras una estufa irónica

no llega a calentar

todos los ambientes de esta casa

—que ni siquiera es nuestra—,

tratamos de extender la mañana del feriado

para seguir acostados

y contarnos los grandes éxitos

de nuestra adolescencia.


Presos del lenguaje,

hay algo germinando por otro canal,

por más que en el fondo te guste pensar

que todo esto es una gran mentira

y que el amor no es más

que dos colectivos de la misma línea

haciendo todo lo posible para quedar a la par

los dos minutos que dura el semáforo.


de Las canciones de los boliches (2017)



Porteño


Donde se sostiene lo frágil

o donde se refractan las luces

de las avenidas del centro.


Corrientes y Esmeralda,

la fuerza del agua

o el lujo de una piedra

preciosa.


La energía de dos personas

que no pueden ni imaginar

que están estrenando

lo viejo. 


...


Sobre la eternidad


¿Cuándo se termina la ilusión

de ser invencible?

Quizás con la muerte de un padre,

un amigo, una expectativa.

La lista podría ser más extensa,

pero incluso los dibujos animados 

de la infancia ya fallecieron.

Solo queda una alternativa, 

que como todo gesto,

siempre se pierde en el aire:

el abrazo

a todas las derrotas

que vendrán.


...


Lujuria


100, 200, 300 páginas 

en una sola mañana:

la antología de poemas 

tirada arriba de las sábanas 

como un cuerpo exhausto

después de tener relaciones.

La lujuria de los fines de semana 

se transformó en esto 

desde que dejamos de vernos.


de Escenas de una película desfinanciada (2024) 



| Sobre el autor |

Gustavo Yuste nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1992. Es Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA), periodista y escritor. Colaboró para distintos medios como Revista Noticias, Perfil, Revista Kamchatka, AM 750, El Ciudadano (Chile), El blog de Eterna Cadencia, Op. Cit. y es cofundador de La Primera Piedra.

Publicó, entre otros, los libros de poesía Electricidad (Sudestada, 2020); La felicidad no es un lugar (Santos Locos, 2020; Liliputienses, España, 2023), Accidentes del ánimo (Santos Locos, 2021) y El formol de la melancolía (Santos Locos, 2023).

En 2019 publicó su primera novela Personas que lloran en sus cumpleaños (Paisanita) y en 2023 se editó su segunda novela: Turistas perdidos (Random House, 2023). En 2021 se publicó el diario de viaje El viento trae noticias (Ediciones Entre Ríos, Madrid) y el libro apto para todo público La fidelidad de los gatos (mágicas naranjas). Junto a Patricio Foglia realizó la antología Una marca de nacimiento. Poesía y filiación (mágicas naranjas, 2022). En 2017 fue seleccionado en la Bienal Arte Joven Buenos Aires dentro de la categoría Escritores. Actualmente coordina talleres de escritura y lectura de poesía.


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Tres poemas adelanto de "Sueño con tigres " el nuevo libro de Washington Atencio , editado por Salta el Pez (2024)


Bruma


Conocer y nombrar no se equilibran


entré al bosque y olvidé 

una palabra


supe de la luz caída por los dedos

del susurro masticado entre las ramas


supe del mareo 

del abrazo seco 

silencioso 

de lo fácil que es perderse 

en la lengua.


...


Núcleo


Las paramecias son seres de una célula

se parecen a una huella necesitan

poca cosa: boca cilios aleteo

un ritmo que atraiga el alimento


nadan chocan se tientan con pestañas

se aprietan de repente

aplican el cuerpo contra el cuerpo

en un abrazo que no llaman beso

aunque estén boca sobre boca


disuelven la membrana que limita

la que dice

esto es tuyo

esto es mío


para unirse se destruyen y así

abiertas

la una a la otra

en puente de sustancia

se susurran el hambre.


...


Oro


Hace semanas meses

que no llueve


los helechos se aferran a una

idea de agua que no

termina de caer


unos dedos minúsculos

sostienen la pared

aún tibia


diecisiete lengüetazos del perro

no necesito contarlos


cómo saber la sed

cómo entregarse


siempre hay un punto débil


orilla hojaldrada donde

se empieza a morder

sin miedo


humedad viento lila

olor a té de manzanilla


un último canto lorerío

higueras lejanas


el lento dorarse de las cosas.




| Sobre el autor |


Washington Atencio (Entre Ríos, 1986) 

Docente, librero y editor. Publicó Una hoguera de jazmines (Camalote, 2019), Tres Poemas (Ediciones Arroyo, 2020), Nuestra sombra volcada en el río (Agua viva, 2020), En río grande (Lobita de río, 2023) y Acaso luz (Hemisferio Derecho, 2023), entre otras. Integra varias antologías, entre las que se cuentan Jardín (Camalote, 2021), La lira marica. Una antología de poesía homoerótica argentina (Saraza, 2022) y Putiverso. Mundos maricas de la poesía argentina en democracia (Ojo de loca, 2024).


| Sobre el poemario |

"Digamos que un poema es una masa de agua. Hay poemas mares, poemas cataratas, poemas arroyitos, poemas tazas de té. Para mí, los poemas de Sueño con tigres serían un río: la parte del río que se revela cuando te detienes en la orilla y te inclinas a mirar de verdad. Ahí descubres que lo que pareciera ser placidez es, en realidad, un estado de compleja latencia: luz y lodo, presa y cazadores, lo que se alcanza a ver todo enredado con lo que no." Robin Myers


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Selección de poemas del libro “No silbes en la oscuridad” de Melisa Papillo (Editorial Mutanta,2024)


Por Micaela Kessler




Vestido de quince

Lágrimas o pedazos de cielo

las piedras cosidas sobre la tela blanca.

Cómo reluce el recuerdo

una máquina que proyecta

sin diferenciar ya el pasado o el invento,

una máquina que superpone mi historia

a cualquier otra.

Entro a un salón del brazo de mi papá

estamos nerviosos

me agito arriba de unos tacos blancos.

Mi cara tiesa, los cachetes colorados.

No creemos en esto.

Cruzamos la puerta, nos aplauden. 

¿A qué mundo estoy entrando esta noche?

...


House

Four to the floor, I was sure

Never seeing clear

I could have it all

Whenever you are near.

-Starsailor-

Son las cinco de la tarde, escucho música

electrónica.

Hace algunos años la bailaba arriba de los 

parlantes

inspirada por las luces que se prendían y apagaban,

por los vasos que corrían de una mano a otra

y subida allá arriba sentía el temblor

macabro interno que producía la música

los ojos entrecerrados, me dejaba llevar.

El temblor y yo éramos una

qué digo una, éramos miles

refractadas por los haces de luces.

Ahora casi la misma voz metálica me lleva

y trato de retener las imágenes que vuelven.

Estoy patinando en los recuerdos

practico el tarareo de las luces en la pista.

Esta música se parece al temblor de la vida cuando 

empieza

a la colisión del cuerpo contra el cielo

es el corazón en las piernas

el aliento como alfombra, volándonos

hasta que la última canción me saque alucinando 

de ahí.

...


Intuición sobre una tormenta 

–te dedico este poema–

En la soledad de mi más íntima victoria

debajo de los árboles canto.

Yo misma –no más una doble de riesgo–

suelto un grito impaciente

forzosamente cansado.

Ahora la tarde empieza a techar

las copas de esta jungla.

–Irremediable– va a explotar el volcán

y seguro estés tan lejos que no tenga forma de 

llegar

a vos –voy

a estar en paz, una forma extraña de paz

y las fotos, llenas de fuego 

y agua–.

...


Tengo que ser la valiente 

la que vela por la vida de esos dos

que están durmiendo en diagonal

en mi cama

sin embargo confundo el rechinar de dientes

del mayor con una llave

que se intenta poner errada en la puerta;

cuando la perra rasca la pared de la cucha

es casi seguro el movimiento de unas cadenas.

En esta casa nací,

en esta casa recorrí a mis diez años

con una cuchilla en la mano habitación por 

habitación.

En el cuarto que ahora es de mis hijos

me contaron por primera vez la historia

de las tres hermanas que sienten una presencia

entonces se toman de las manos para dormir

y al otro día se dan cuenta de que sus camas

están muy lejos entre sí como para tocarse.

Siempre que leo siento una cara de sombra

por encima de mi hombro.

Cuando hablo me escucha

y cuando hago silencio, habla.



| Sobre la autora |


Melisa Papillo (Bs. As, 1984) vive en Caseros. Es docente, tallerista y poeta. Publicó La mecánica de los días (Simulcoop, 2012) y Paisajes con agua en movimiento, editado en Argentina y España, (La Carretilla Roja y Ediciones Liliputienses, 2020). En 2022 participó del Festival Poesía Ya! en el CCK. Integra Medusa, proyecto abocado a la traducción e investigación de poesía anglosajona, que en 2022 publicó Antecesoras, seis poetas de lengua inglesa del siglo XIX y principios del XX (Ed. Llantén). Sus poemas forman parte de distintas antologías, entre ellas Poetas argentinas 1981-2000 (Ediciones del Dock).


| Más sobre la editorial  |

@editorialmutanta 


| Más sobre la autora  |

@melipapillo


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Selección de poemas del libro "Último año juntas" de Micaela Szyniak, editado por Caleta Olivia (2023)

Selección por Nadia Sol Caramella




Cuando me despierto leo un libro nuevo cada día antes de dar clase antes incluso de prender el celular elijo uno de la biblioteca hago mate, salgo al balcón del monoambiente y ahí me quedo, el sol y el frío, juntos en mi ritual de estar sin ella que es como correr sábanas que tapaban espejos, de repente me acuerdo que yo pasaba quieta las mañanas para que no se despertara, no, era algo más, creo que la enojaba despertarse y que yo estuviera en otra cosa como si la dejara abandonada en la entrada de este mundo, pero esto es lo que pasaba: cuando volvía del sueño, y abría un ojo y después el otro, marrones, como almendras cansadas, aunque yo estuviera justo a su lado, abrazándola, ella estaba sola. Más sola en ese instante que el resto de los mortales. Pienso ahora que pudo ser la persona más sola que vi Y en realidad, yo también la que ella vió -imaginen la escena en reversa: una mujer despierta hace horas, con la persiana cerrada a mediodía, escribiendo en el celular para hacer menos ruido, brillo a mínimo, intentando no moverse por miedo a molestar- creo que la soledad fue nuestro territorio, ¿qué podíamos fundar en él? 

...

Encontré un cuaderno mío en su casa y me puse a leerle frases, entonces ya nos estábamos separando pero todavía yo no estaba lista para verlo, cambió su gesto, como si pudiera echarme sin palabras, pregunté: ¿me voy yendo?, junté mis cosas, ella agarró sus llaves y como había empezado a preguntar esa mañana en Avenida de Mayo seguí preguntando: ¿te pasa algo? Contestó que ya no tenía sentido esa charla y en mi parada repitió: “quiero efectuar la definitiva y total separación”. Nunca entendí porqué necesitó un lenguaje técnico para hablar de sentimientos A la semana le pedí llamarnos, me dijo: “no tengo tiempo”, la llamé igual, entonces yo sentía que me podía desarticular si me dejaba como un muñeco. Por teléfono explicó: no supo porqué le dio rechazo el asunto del cuaderno, pero el cuerpo siempre sabe adelantó, hasta que unos poemas míos en el blog de Pato Foglia le dieron mucho cringe, esa es la palabra que eligió, se traduce como mucha vergüenza, yo, mis amigos, la poesía Entonces me dijo, uno, que era una narcisista ¿pueden creer que respondí: perdón, te amo, borro todo, como si me arrastrara por el desierto con las rodillas ensangrentadas?, dos, que entre mi obra y ella yo ya había elegido y, tres, que me tendría que haber dejado un año atrás cuando publiqué mi libro anterior. Está este concepto de Ulloa, la encerrona trágica es cuando alguien cae al piso y otra persona lo sigue pateando sin que nadie ni nada intervenga, eso se llama crueldad, aunque no sé cuál fue la crueldad ahora que lo pienso quizá el mayor gesto de ternura que mi ex pudo darme fue ese lenguaje técnico en Avenida de Mayo, ese efectuar, ese definitiva, ese total.

...

Parece que tenés el pelo corto

me lo dijo un taxista que hoy llevó la pantalla de la pc de mi casa a tu casa: “sí, bajó y lo recibió una chica de pelo corto”, dijo “Ah, pelo corto, puede ser”, respondí Supongo que la separación es coordinar horarios, no contarnos cómo estamos, todo visto desde afuera, ya no vas a meterte en mi interior no a decirme demasiado y yo no voy a preguntar. En cambio: “Dale, gracias, un beso, a vos”. Y de fondo sosteniendo nuestra relación una necesidad frágil pero irrompible: “tenés esto?” o “podrías devolverme aquello?” No hace falta más para ser ex novias Pero ocurrió que cuando ya la pantalla había llegado -ese fue el objeto que pediste: una pantalla- me enviaste un corazón rojo y un flyer, “viste este concurso de cuentos de amor?”. Al final la atracción del principio sigue estando, como si nada la hubiera roto: narrar historias de amor. Fue lo que nos iba a unir, fue lo que nos iba a separar Ahora queda entre nosotras como después del viento, lo quieto.



| Sobre la autora   |

Micaela Szyniak es lic. en Artes de la Escritura (UNA), donde también es docente en Introducción al Análisis del Discurso y adscripta a la cátedra Poesía III. Coordina talleres literarios y, junto a Laura Duschatzky, el espacio de Educación “De la práctica a la escritura y de la escritura a la práctica”. Publicó Tamara (Promesa, 2020), Contrato precario (Salta el pez, 2019), Escribo pidiendo ayuda (Nulú Bonsai, 2018) y Mi cuerpo es un tributo (Trench, 2018).

Más de la autora  |


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