A diez años del primer disco de la banda que vino a salvar al rock de las garras de Godzilla y las multinacionales, homenajeamos su aparición como eslabón fundamental de la escena independiente actual.

Por Nadia Sol Caramella


El mató, año 2004




Él mató a un policía motorizado es la banda de mi generación. De los que atravesamos los noventa, el dosmil y la primera década post dosmil. De los que pasamos por el cassette, pero que también tuvimos algún vinilo; de los que vimos morir al cassette para ver nacer al cd, y todavía asistimos a su lento ocaso; de los que vivimos en la era de la música digital, internet y la descarga gratuita. Los viejos amigos de My Space que alguna vez le fuimos infieles con Bandcamp pero que todavía podemos convivir con el universo trackeado de Soundcloud. Fuimos los hijos de Cromañon, de la falopa de Duhalde, de los viajes intergalácticos del ex presidente Menem, vimos morir en nuestras narices a Kosteki y Santillan como vimos cerrarse las puertas de Cemento y descolgar el cuadro de Videla. Pero también somos la generación que vio cómo se colaba desde la periferia de La Plata la banda que vino a salvar al rock de las garras de  Godzilla, del sonido mainstream y los manejos de las multinacionales y sus subsidiarias. Los vimos crecer desde la  independencia más personal, auténtica y artesanal, hasta verlos viajar por Europa a festivales multitudinarios. Incluso compramos sus discos en versiones extranjeras de puro fans que somos, y seguimos yendo a sus recis a encontrarnos con un público cada vez más numeroso.

Ya se habló demasiado de que son un ejemplo de la autogestión y del amor a la libertad del arte. Pero quizá no se dijo cómo su presencia influenció en el desarrollo del arte independiente en todas sus formas. Si hay un circuito es gracias a la construcción colectiva y Él mató es uno de los pilares fundamentales de la escena. Cómo no habrían de ser la banda de mi generación. Si vinieron a decir lo que estábamos esperando y que nadie había dicho por no saber cómo. Ellos lo hicieron mediante una estética personal que nos remitía a una escena que estaba por fuera del rock nacional normalizador y masivo. “En ese momento sentíamos que era algo que faltaba, fue un poco lo que nos motivó a llevar a cabo la banda”, asegura Santi Motorizado. 

Tapa del compilado Hank: get dress for success
No se trataba de hablar solamente del fin del mundo sino de decirlo así como ellos lo dijeron, de esperar el Armagedón como a una fiesta de los muertos, del desapego. Fuimos una generación lista para disparar nuestros rifles. Y derribar a los zombies de una cultura que nos quedó vieja. Habíamos visto Zeitgest y el trueque, habíamos flashado con las predicciones maya en el 2012,  nos reímos y un poco creímos eso del cambio de década, allá cuando en el 99 se decía que algo iba a pasar por el cambio de dígitos al doble cero: la ruina de las maquinas, el fin de una civilización. Vimos pasar muchas modas, y no tuvimos el desastre prometido ni en el 2000, ni el 2010 y menos en 2012. Somos la generación de los apocalipsis frustrados. El coito interruptus de un mundo que tiene todas las de perder, sin embargo no pierde, porque la plaga de los humanos persiste y subsiste a pesar de la destrucción que genera con su mínimo paso por el planeta. El mató hizo de todo eso la trama y la banda de sonido de lo fuimos y de lo que queríamos ser. Y sino apelá a la memoria emotiva y recordá tu primera vez en uno de sus recis. El sonido sucio y envolvente, una atmosfera vibrante, la oscuridad típica de la escena del recital, un loco en bermudas cantando y balbuceando algo sobre navidades de reserva, canciones sobre sábados y desamor, y terroristas en la copa del mundo. Era una fiesta porque supimos reírnos de la muerte o tomarla con la distancia que requiere toda ironía.


Lo de ellos empezó allá por el 2002, algunos creen que la fecha de formación de la banda fue a mitad de ese año. Y para el 2003 salió “Sábado”, la primera canción grabada y editada por la formación original  (todavía no había arribado Chatran Chatran a los teclados) en Hank: get dress for success,  un compilado producido por el fanzine Hank, una publicación de Federico Valenti, que nucleaba toda la información de la escena musical de esos años en la ciudad de La Plata. Una época muy productiva en que los miembros de las bandas mutaban de formaciones y se influenciaban mutuamente: Ned Flanders, Aneurisma, Kevin, Los Japón, Koyi Kabuto, Wendy Side, Mazinger, entre otras.  En palabras de Javi Punga: “La Plata era un gran laboratorio donde estábamos tocando todos con todos, mezclándonos, influenciándonos y de todas esas variantes surgió una que dio el salto y eso se dio por la conjunción a nivel humano”.

En 2003 sale Tormenta Roja, el primer single de los motorizados. Alejandro Almada, manager de El mató, nos contó que el primer tema que escuchó de la banda fue el que le dio el nombre al Ep: “Tormenta roja sonaba cuando entrabas a la página. Me linkeo con Psychocandy en una época que la cumbia villera estaba a full. La gráfica de la página era muy linda onda la revista Egotrip de 1998, pero Chango no la conocía.” Esa canción junto con Diamante lo conmovió a tal punto  que se unió a la troupe motorizada y permanece en el equipo hasta el día de hoy. 

Por aquellos años, adentrarse al mundo de Él mató implicaba estar preparado para el despojo y la simpleza. Los caracterizaba un sonido lo-fi, canciones minimalistas con mucha carga de guitarras, como las de Pixies, Weezer o Ramones. Esa estética se veía reflejada en el diseño de la página web y en los primeros afiches. El concepto de la banda fue una comunión tanto musical como visual, algo que a lo largo de los años continuó evolucionando: cada flyer de Él mató pertenece a una serie y a un concepto, una nueva forma de consumir artes visuales pero a través de la lógica de una producción más pop y funcional. Cada afiche es una pequeña obra y a la vez un hecho comunicacional. 

“Tocábamos en Remember, un sótano en calle Corrientes, para 80 personas. Hoy a la distancia me parece más loco todavía. Organizábamos fechas en Capital, iban muchos curiosos sin hacer casi promoción, las redes sociales no eran lo que son ahora y la escena en general no existía. Ahora existen ciclos, fiestas, el Festipulenta”, reflexiona Santi. Repensar diez años no es poca cosa. En los primeros días Él mató coexistía con bandas de la escena anterior, la alternativa de los 90: El otro Yo, Los Álamos, Doris. Aunque eran de otro palo, uno de los primeros en acercarse a los platenses fue Cristian Aldana, que los invitó tocar en Cemento y les dio una mano con la UMI.

En 2004 por fin llega el primer disco, su álbum homónimo. Cuatro pequeñas imágenes, tres de tinte rojo y otra en negro formando un cuadrado tirado a un costado en el plano, y  arriba, en letra imprenta mayúscula, el nombre del disco y la banda, todo volcado minuciosamente sobre fondo blanco. Un diseño simple pero efectivo y equilibrado. A simple vista pareciera regir la armonía, pero si uno se detiene en los motivos de las imágenes aparecen las distintas etapas de un edificio a punto de ser destruido. Cuatro momentos de una misma secuencia, el estado de calma, la transición y la destrucción final. Lo que traduce el ánimo del disco con bastante maestría sin necesidad de recursos pomposos. Lo mejor de El mató, la simpleza. Lo mejor del disco, la solidez de las canciones, no solo por su valor musical sino por su valor simbólico. El disco El mato a un policía motorizado es la piedra fundacional de mi generación, el disco que seguro te llevarías a una isla desierta. Él mató logró sintetizar un ruido, una sensación que estaba en el aire. Y no hay vuelta atrás. Este álbum que hoy cumple diez años de existencia es nuestro “ladrillo generacional”: dos palabras hermosas que se las escuché a Naue Ugazio, un colega y compañero de recis. Esa sensación también la vivenciaron músicos como Javi Punga, con quien venían compartiendo escenarios: “Sentí que había nacido la banda que estaba esperando escuchar y lo escuchaba en repeat y hablaba de ellos y estaba re fanatizado... y pensé lo mismo que ahora: son los nuevos redondos”.

Viajando atrás en el tiempo, me remito a un fanzine de diciembre de 1998, donde Martín Suárez escribió: “El punk se masificó, a pesar de lo anti FM que era ¿Qué está pasando por ahí abajo? Algunos productores se devanan los sesos para llenar el bar Chacal con 100 personas, con bandas capitalinas con mucha prensa, mientras Aneurisma y Ned Flanders los superan en convocatoria en una fecha casi sin publicidad. Eso es lo que está pasando.(…) ¡EL ROCK ESTÁ MUERTO! ¡LA MÚSICA DEBE VOLVER A SER ARTE! ¡NO MÁS ESTRELLITAS DE ROCK! ¡YA NO DIVIERTEN, VAYANSE! ¡SONIDOS AUTENTICOS SIN POSES! ¡LARGA VIDA A LA NUEVA ESCUELA!”. Y así como lo retrató Suarez en estas potentes palabras que parecen todo un manifiesto vanguardista, las bandas que nacieron tras la disolución de Ned Flanders y Aneurisma (Javi Punga, El mató a un policía motorizado, Valentín y Los Volcanes, 107 faunos) siguieron al pie de la letra ese pacto generacional de finales de los noventa. Diez años después siguen produciendo un sonido auténtico y sin poses: “Me gusta mucho que el Chango use ojotas y bermuda para tocar, porque es una respuesta muy simbólica al exponente del chico del rock de hoy, vestido con ropa cara que no cree en el just do it, me parece muy punk”, comentó al respecto Alejandro Schuster de Viva Elástico.  

Este camino que los llevó a alejarse de los roqueros poser provocó una gran adhesión en el público, que para el 2007 había crecido considerablemente. Uno de los recitales más recordado fue el de La Torre de los Ingleses, en la Noche de los museos. Algunos aseguran que esa fue la noche de la consagración de la banda y su paso a la primera liga del rock nacional. Una horda de jóvenes vestidos con zapatillas de lona derribó una valla para ver a la banda del momento. Ese reci épico hizo que  varios periodistas se pregunten por la condición de clase de este Indie que nació en las afueras de La Plata. Algunos con muy buenas intenciones o incluso por necesitad de poner en palabras a este fenómeno que ya se perfilaba como algo que daría que hablar en el futuro; entonces apelaron al tag y hablaron de “Indie Cabeza” para referirse a las bandas  del Sello Laptra. Siete años después tal vez se pueda reflexionar sobre lo que el término significó. En este sentido Santi aclara: “Se enfrentaba al 'indie cabeza' contra otro Indie. Había una tabla comparativa entre Él mató y Jaime sin tierra, como una especie de Boca-River innecesario. A mí me gusta Jaime sin tierra”. En ese paradigma impuesto, algunos hablaron de “Civilización” para referirse al indie de la escena Ultrapop y otros a la "Barbarie" para definir a Laptra. Por suerte, ese racismo ingenuo o colateral  se vio mitigado por los triunfos de las bandas de Laptra, que no se definían a sí mismos por ser cabezas. Los rótulos a veces empañan la realidad, desdibujan lo importante: las búsquedas personales de cada artista. Lo mejor fue la síntesis: si había algo que decir de la bandas de Laptra es que revindicaban la amistad. Laptra es un Sello de amigos que se criaron juntos desde los primeros años de la adolescencia: “A mí me gustan Los Strokes que son re chetos y son unos genios. Obvio que si fueran como yo tendrían un plus de empatía de mi parte, como me pasa con Los Ramones por ejemplo, pero no levanto la bandera de eso, de ser cabeza, de ser de barrio, es una bandera vacía”, afirma Santiago. En todo caso hay otras banderas que levantar: la de la amistad, la independencia y el asumir lo que eso implica. Como dice Alejandro Almada: “Lo de Él mató fue loco porque al querer ser independientes nos metimos en aventuras. Era un Indie genuino y triunfó el bien”. 

A unas horas del festejo por los diez años del Sello, nos reuniremos a alimentar el fuego que hemos construido. No hay nada más que hablar: somos la generación que vio Duro de Matar 1, 2, 3, 4, 5 y 6; tal vez lleguemos a ver el día en que John Mc Clane se cante unos temas de Él mató. Y sea como cuando John viaja por primera vez en limusina y se sienta adelante: la misma sensación de novedad y el mismo sentido del humor para ver lo que está por venir. Hoy es nuestro día y no termina.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya viste la 6 de Duro de Matar? que adelantada...exageraste toda la nota, no exageres hasta en cuántas Duro de Matar hay

Escrituras Indie dijo...

jajaja bueno, la están filmando.

santiago segura dijo...

Excelente.

Escrituras Indie dijo...

Gracias Santi :)

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