Carla Chinski nos introduce a la obra poética de Cecilia Cavallo y nos presenta tres poemas inéditos de la autora. 

por Carla Chinski


Collage digital por Sofía Helena Fontana (ig: @sofihfont)


La poesía de Cecilia Cavallo nos habla de una maternidad abyecta, una familia compuesta, descompuesta y recompuesta. No con sentimentalismos, sin embargo: el lenguaje poético no admite concesiones emocionales. En su primer libro, publicado por la editorial artesanal Cuadernetas con el título de Salir al bosque, reflexiona sobre los cuidados, la locura y la animalidad debajo de todas las cosas. El lenguaje podrá partir de un mundo fantasioso, pero está, en su simpleza, al alcance de la mano.


La pregunta por el yo en estos poemas es una pregunta por el hacer, por la percepción, con un cuerpo transformado y transmutado que salta de una imagen a otra, tanto en el sentido de la forma como del contenido: “¿Qué es morir?”, “¿Y si deja de respirar mientras duerme?”. Así, la irrupción de una vida sobre otra es una temática central: ¿cómo transforma mi cuerpo la presencia de un otro? ¿Cómo podemos hacer para comprenderlo? ¿Acaso se puede hablar “más allá de la lengua” (del poema “Nada se opone a la noche”)?


El mundo que construye, con asociaciones inesperadas, relatos fragmentarios y dudas dulces, se teje a partir de un corte de verso seguro y melódico en donde el cuidado de los otros se transforma en canción; así, lo que se dejó atrás, el rastro acompañado por la forma (usualmente) breve e implosionada de la poesía, nos habla de una huella sutil para la que el lenguaje poético acompaña por excelencia. 


por Carla Chinski



Ante la muerte reciente de Alfredo
Dicen de mis ojos
animal triste.
Dicen de mi lengua
el dolor la ha vuelto desbocada.
Dicen de mis tetas
no respetan al muerto.
Me tienen miedo.
La pérdida late pegada a mí
no soy mujer sola
todavía.
En estas primeras horas
la viudez alumbra
los mechones púrpuras de mi pelo
las mariposas nocturnas
los damascos que él compró y ahora fosforecen
en el centro de la mesa.

...

Abuela, cerrá fuerte los ojos
¿todavía nos ves bajo la higuera
mientras vos,
viuda entre las ramas
elegís higos y los cortás
para entregarnos nombres
madres, ciudades, lo dulce y rosado
el desparpajo de un fruto
que se abre sin pudor?

...

Tu hermana es una muchacha con una condición
Qué cosas dice la gente, hermana
tu nombre llega siempre con un suspiro
cómo cuesta pasar el rato
sin la infancia que fuimos, ay
sin el extravío que vino después
por eso me agarro de las cosas
lonita, torta, pelota
desde la reposera
susurro las reglas para estar en la plaza
jugás con mis hijos, te dejás hacer
algunos goles, contraatacás
fijate en los yuyos con sus flores blancas
qué cosa inesperada esos pétalos
creciendo en el descuido
recién ahora
caigo
la forma de estar juntas
incluye salvajismos secretos, vos
corriendo por el pasto hasta el ombú
tus tendones flojos
la risa exagerada y yo mirando
mirándote hasta donde puedo y después
el aire apretado
cómo se escribe
un suspiro.


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