El libro Niños de la basura, de Dario Fantacci, fue una de las revelaciones del año pasado, ganó el premio Comicópolis a la Mejor edición de nueva historieta argentina. El tinte post-apocalíptico y desprejuiciado con el que el autor narra una infancia salvaje, hace de esta historieta una lectura indispensable.
por Lucía Alvarez
Pum despierta rodeado de ratas y deambula por una
ciudad post-apocalíptica desolada. Una gata cazadora, fiel compañera de
aventuras, le enseña que en esas tierras putrefactas, las ratas son el manjar
más preciado. Esa carne infecta transforma a Pum, que comienza a apropiarse del
basural, y lo recorre hasta encontrar a Ed y a una niña llamada Fush, a quien le
dará la lección fundamental para sobrevivir en ese mundo áspero: “No llores,
los niños de la basura no lloran más. Y nosotros somos niños de la basura”. Así
empieza la primera novela gráfica de Darío Fantacci, dibujante e historietista,
discípulo de Laiseca y precursor de la llamada “Nueva historieta argentina”.
Fantacci cuenta una historia cruda desde una
perspectiva desprejuiciada, propia de la infancia. Lejos de caer en golpes
bajos o en la denuncia facilista, Niños de la basura es una celebración
de la niñez en estado salvaje. Los niños
de la basura, abandonados a su suerte, deben lidiar con un mundo hostil, pero
también son libres, valientes y aventureros. Se saben distintos a los demás
niños, y se protegen mutuamente como hermanos de una tribu.
La obra de Fantacci encuentra su antecedente en el
fanzine antológico Ultramundo, autoeditado por el grupo Niños, un mini-colectivo integrado por
Santiago Fredes, Pedro Mancini y Darío Fantacci. Podríamos decir que Ultramundo,
al ser una publicación independiente y por ende sin restricciones de contenido,
fue un espacio para plasmar trabajos que no se veían en publicaciones
convencionales; un punto de partida para que cada integrante hiciera su propia
búsqueda.
A fines del 2014, Niños de la basura recibe el
Premio Comicópolis a la Mejor edición de nueva historieta argentina, un
reconocimiento al autor y a Panxa Comics, sello independiente que hace
años viene haciendo un trabajo minucioso y más que interesante como editor y
difusor de la historieta joven argentina.
Entrevistamos
a Darío Fantacci para conocer al ideólogo detrás de los basurales.
¿Cómo surge la idea de Niños de la Basura?
Surge
a partir de un título, a partir de ahí se desglosa una historia, el universo y
los personajes. Todo empieza cuando Pum encuentra un bebé en la basura.
¿Qué significó ganar el Premio Comicópolis?
Fue
una alegría. Justo terminaba de organizar la expo del grupo Niños, una muestra retrospectiva de los
nueve años de Ultramundo. Y es un
reconocimiento al trabajo que vengo haciendo desde ahí. Creo que llegó en el momento justo.
Mucha gente puede pensar que Niños de la basura contiene una
denuncia social, ¿cómo lidias con esa idea?
Es
ambiguo. Nunca pensé la historia como una denuncia social directa. Lo trabajé
como una consigna de taller de escritura, que era el método que usaba (Alberto)
Laiseca. Inventar un título y empezar a armar una historia a partir de eso.
Es
inevitable asociarlo a una denuncia social. Hay gente que siente asco cuando ve
al niño que come una rata. Pero conocí un niño que veía esa imagen y decía que era
lo máximo. Me parece bien que interpreten lo que quieran, porque ¿quién conoce
la vida de los niños que realmente viven en la basura? Es una exageración de lo
que yo viví en San Marcos, en el sentido de que tuve una infancia salvaje, en
la naturaleza. Lo que viven los niños de la basura es una historia de aventuras
que cualquiera querría vivir.
La
denuncia social siempre existe. Yo mismo, a veces me preguntaba por qué elegí
un tema tan denso.
A medida que avanza la historia, se nota una evolución en el dibujo,
¿Sos consciente de esa progresión?
Me
gustaba la idea de un dibujante francés que se había propuesto empezar una
historia en un cuaderno para aprender a dibujar a medida que avanzara.
Yo
pensé un sistema de historias autoconclusivas. Para mí es necesaria la
experimentación, y que el dibujo crezca solo. Sólo respeté los materiales:
rottring y tinta china sobre papel. Cada historia tiene su impronta, un estilo
distinto.
Niños
de la basura me llevó cinco años, y dos años más para armar el libro.
¿Cuáles son los nuevos proyectos?
Hacer
animación en stopmotion. Y me gustaría editar más material. El próximo proyecto
es Maddine, una historieta en la que estoy trabajando hace
tiempo. Maddine está ubicada en un mundo cyberpunk. Es una historia fantástica
de ciencia ficción para niños. Los protagonistas son seres que tienen sueños
que se pueden ver. Nunca se explica qué es Maddine.
Fantacci lleva un cuaderno de bocetos que nos deja hojear mientras
habla de sus planes de volver un tiempo a San Marcos para desintoxicarse de
Bueno Aires y trabajar en proyectos que tiene pendientes. Sobre las páginas del
cuaderno se despliegan playas y selvas llenas de pájaros. Fantacci combina trazos
ágiles y texturas. Los personajes tienen un vuelo de manga japonés, todo es
puro movimiento. El resultado es una impronta entre aniñada y onírica.
Así como los niños de la basura en algún momento crecen y toman su
propio rumbo, nosotros dejamos estos bocetos en manos de Fantacci, sabiendo que
en algún momento volverán, convertidos en nuevas historias.
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