En una delicada y cuidada edición de la editorial A pasitos del fin de
este mundo para la colección No es una cuestión de forma, Luciano Alonso con su
A través del bosque en llamas, comparte
su mirada en poemas cargados de existencia, puntos y contrapartidas. Demasiada
y hermosa vida misma en versos de un autor que, benditamente, expresa sus percepciones
con una entrega contagiosa a pesar de los pesares y a sentir de los sentires.
Por Barb Pistoia
Tan contagiosa es la entrega que
comanda Luciano Alonso en A través del
bosque en llamas que nos ofrece una lectura palpitante, cardíaca al punto
de poner a prueba la resistencia a nosotros mismos y a este mundo colmado de
herramientas, posibilidades dispares, vanidades y caretas
.
A su vez, como parte fundamental de toda su
manifestación, en ningún momento se hace ajeno, hay ahí un uso de la primera
persona latiendo que hace inesperado cada final. Por lo que en el instante que
se nos empiezan a acelerar nuestras intensidades y penumbras, el autor saca el
as bajo la manga de la ironía coqueta del romanticismo y desata los nudos permitiéndonos
sonrientes dar vuelta la página.Tal vez allí es donde reside el máximo poder
de los buenos libros: las ganas de seguir a la página siguiente.Todos queremos un final feliz,
siempre, aunque ni siquiera lo creamos del todo.
Luciano Alonso es escritor, autor especializado,
crítico de cine y librero de la vieja y sagrada escuela. Música, libros,
películas, videos, relaciones cercanas y lejanas, comunicaciones carnales y
virtuales, y todos los demás matices que nos presentan los días de cada una de
nuestras vidas, hacen a su cotidianidad un mundo en donde su mirada recibe y
da. En esta oportunidad da en forma de libro de poemas, de los que
vale tener en la biblioteca.
Lejos de presentarse como un
observador, se regodea y pulveriza siendo parte como si fuera uno más en sus
visiones. Pero no lo es porque es en definitiva el que escribe y el que
llegando al final nos regala la sensación de conocerlo un poco más. En su
lírica pulsa cómo cultiva y enriquece las circunstancias en las que es testigo
y testimonio, aliado y provocador, responsable y prófugo.
Elegancia, humor, profundidad y
un timing que da calambre hacen a este libro, imaginando una lectura unificada
de cada poema, una especie de Howl de nuestros tiempos. La gran diferencia, y
con el plus de la pertenencia de época, es que estas poesías realmente nos
conversan y a su vez encuentran el espacio para darnos el silencio que parece
ser la gran búsqueda del tesoro de los tiempos modernos: silencios no para callar
sino para que nos escuchemos, silencios que no se presentan fugitivos sino empáticos
y anhelantes.
El libro finaliza con el detalle de
las connotaciones que Luciano desplegó a lo largo de sus poesías. Entre guiños
y bibliografía, física y online, cita a otros autores clásicos y
generacionales, cita a músicos y a canciones. En nombre del respeto a la obra
que lo inspiró y evitando los malos entendidos riéndose de ese asunto del
plagio, ese final resulta ¿casualmente? como un tira pistas para que a medida
que avanzamos en el bosque nadie nos engañe con atajos, sepamos de una forma o de
otra donde hay buenas señales para llegar a la página siguiente...
“(…) embriágate
con nada.
Es necesario morirse de risa y estar más allá de todo.
El tiempo es una sucesión de episodios sin significado.
Los actos cotidianos resultan del orden de lo mágico.
(…) Es mejor ser un borracho perdido que un asesino tímido.
Destapemos juntos otra botella y brindemos sin alegría.
Las noches de fiesta acumulan tristeza en el corazón.”
Es necesario morirse de risa y estar más allá de todo.
El tiempo es una sucesión de episodios sin significado.
Los actos cotidianos resultan del orden de lo mágico.
(…) Es mejor ser un borracho perdido que un asesino tímido.
Destapemos juntos otra botella y brindemos sin alegría.
Las noches de fiesta acumulan tristeza en el corazón.”
Sí, demasiada y hermosa vida
misma la tarea de dar vuelta la página y saltar a la siguiente aún viendo las
llamas o, mejor dicho, porque es ahí que están las llamas.
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