Brasil es la nueva propuesta de María Ucedo y Ana Frenkel, el país que nombra a la obra es una excusa para narrar la génesis de una ausencia. Pero también, una mirada irónica pone distancia a la pesadumbre de los hechos.

Por Flor Defelippe

Brasil habla de la pérdida, de arrancar de raíz un dolor, una imagen, una relación, una parte del cuerpo; esta última, prácticamente vital: el diente, los dientes. Parte fundamental del origen, del inicio; la estructura que define el pasaje de lo transitorio a lo definitivo. Esto puede deberse a que la obra se genera 'a partir' de lo primitivo: lo primero que se rompe, el cascarón; y a la vez, lo último que se desea perder: lo que ata y pone de manifiesto aquello que deberíamos abandonar pero resulta doloroso, difícil.
            
La obra empieza en un viaje interno, y lo que allí se encuentra, lejos de ser agradable, perturba. Sin embargo, la distancia puesta en un discurso que roza la comicidad logra sostener una mirada irónica, alejándose de la pesadumbre de esta búsqueda.
           
Entre objetos que son también personajes principales, María Ucedo se desenvuelve con una energía que irrumpe los límites espaciales y los transforma, otorgándoles un nuevo signo, un nuevo significado. A partir de este recorrido, la intérprete transmite las múltiples mutaciones que se desarrollan en cada una de las escenas.
            
A lo largo de las diferentes situaciones, Ucedo exprime hasta la última gota todos los recursos escénicos que conforman la totalidad de Brasil, país en el que se produce la primera pérdida “significativa”: Bahía. A los 17 años, mirando el mar, la protagonista pierde la funda del diente frontal que había sido roto a sus 14 años por un palo de hockey. Así, con un notorio hueco en su dentadura, se ve obligada a rechazar la invitación de dos italianos conocidos durante el viaje y a lidiar -en otro país, de vacaciones- con la inmensa barrera que implica esta adversidad. Brasil será, además, el destino al que viaja, años después, la ex- pareja de esta mujer, quien luego de un impasse decide partir, abandonando la posibilidad de retorno.
            
Sin embargo, el país que nombra a la obra es un punto de partida para hablar de otra cosa. Los diferentes momentos funcionan como “disparadores” que concluyen en el mismo lugar: la pérdida de las emociones, o la sensación de pérdida y como corolario, la ausencia, el vacío, tal como traduce el tema final: “Alguien que me de un corazón/ que este ya no bate […]/ Por favor/ Una emoción pequeña, cualquier cosa que sienta/ entre tantos sentimientos/ debe haber alguno que sirva.”
           
Diálogos que sirven para reconstruir el pasado, proyecciones (que a veces resultan sobrecargadas) y elementos de la danza, la actuación y el canto acompañan la temporalidad de este unipersonal, logrando un impacto visual que trasciende el espacio escénico, siguiendo la línea de otras creaciones de Frenkel y Ucedo como Hermosura y Patito feo, ambas producciones del grupo El Descueve.
           
Más allá de los momentos en los que el texto parece diluir el ritmo de la obra, Ucedo comunica una fuerza descomunal que llega al público desde la mirada, la voz, el movimiento.
           
Una interpretación que investiga todas las posibilidades de la temática principal y las lleva hasta el final.

[Ficha técnica artística]

Directoras:
Maria Ucedo y Ana Frenkel
Autoras:
Maria Ucedo y Ana Frenkel
Actuación y Producción General:
Maria Ucedo
Música:
Javier Estrin

[Funciones]

Sábado 21:00 hs.
General: $ 70
Estudiantes y Jubilados: $ 50 - presentando acreditación

Teatro El extranjero
Valentín Gómez 3378- Abasto

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