36 mil fanáticos del cómic se
reunieron del 13 al 16 de agosto, en una nueva edición de Crack bang boom, uno
de los festivales de comics más interesantes de latinoamerica, con sede en
Rosario. Entre charlas, desfiles cosplay y ferias de ediciones, pasaron los
cuatro dias de este festival que viene sorprendiendo en cada nueva edición.
Por
Andrés Accorsi
fotos: Guillermo Turin Bootello |
¿Es
la ciudad de Rosario? Un poco sí. La magia rosarina cautivó desde siempre a los
fans de la historieta, quizás porque ahí se originaron el mito de Fontanarrosa
y varios mitos posteriores (menores sólo por ahora) como El Tomi, Alejandro O
´Kif, el Niño Rodríguez, Max Cachimba, Marcelo Frusín, Leandro Fernández, Renzo
Podestá y tantos otros. Además estamos hablando de la ciudad que sedujo a
Eduardo Risso, nacido en Leones (Córdoba) y luego radicado brevemente en Buenos
Aires, para que se afincara ahí, para que pusiera en marcha ahí la etapa más
notable de su increíble carrera como historietista argentino de relevancia
global. Risso adoptó a Rosario como SU ciudad y ahí decidió detonar su obra más
importante: un festival de historieta argentino, con nivel internacional.
Rosario le respondió con cinco ediciones en las que el clima fue magnífico.
Jamás una llovizna, jamás un vendaval, jamás un “abrigate que te vas a cagar de
frío”. Recién en esta sexta edición, el invierno impuso su localía frente a un
Crack Bang Boom que ya nos había acostumbrado a recibirnos con un veranito en
pleno Agosto.
Para
los rosarinos, Crack Bang Boom es SU fiesta anual de la historieta y todas esas
cosas que la fueron rodeando. ¿Y para los demás? ¿Qué hace que fans de todo el
país peregrinen año tras año hasta Rosario a pasar cuatro días, o dos, o a
veces unas pocas horas? Mi respuesta es “la mística”. Crack Bang Boom logró
generar una mística propia, algo que hace sentirse cómodos a los artistas, los
editores, los comerciantes y los fans, algo que los invita a ensayar la dura
pero reconfortante tarea de vivir cuatro días en armonía, en comunión, en un
clima de distensión y buena onda que a veces logramos arrastrar unas semanitas
más. Y después viene Comicópolis, el coloso, uno de los festivales de
historieta más grandes, más ambiciosos de Latinoamérica (y sin dudas el más
diverso); y ahí el atractivo, la razón de ser, el clima y hasta el impacto
mediático son otros. La idea es similar a la de Crack Bang Boom, pero el
festival no se parece casi nada.
Crack
Bang Boom es único por miles de motivos. Quizás porque fue el primer intento
realmente serio por volver a poner a un evento argentino en el mapa de las
convenciones comiqueras bien hechas a nivel mundial, después de muchos años en
los que en nuestro país (y más allá de alguna patriada muy puntual) los eventos
mostraron una calidad tirando a lamentable. Lo cierto es que cada año, ni bien
Eduardo Risso y su equipo nos confirman las fechas de Crack Bang Boom, las
onomatopeyas estallan en los corazones de los que respiramos historieta y nada
más importa. Se viene otro Agosto, se viene otro Crack y se viene otro
“continuará” para seguir hilvanando momentos maravillosos al ritmo de los
cuadritos.
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