Siguiendo reflexiones de Alejandra
Pizarnik, Agua para
Alejandra nos invita a formar parte de un intrincado debate
introspectivo en la mente de una joven poetisa.
por Nicolás Gallardo
Damos
un pequeño consejo para todo aquel que concurra al Teatro El Grito un viernes
alrededor de las nueve de la noche: pida pasar al baño. De esta manera
tendrá la oportunidad de inspeccionar anticipadamente el escenario en el que pasará
la próxima hora.
Así
es. Agua para Alejandra transcurre en
un baño, o también podríamos decir que en varios baños. Pero esta teoría se ve
refutada cuando vemos que los actores ejecutan a distintas facetas de la
persona de Alejandra. Ellos mismos se consideran piezas de un rompecabezas,
pero de uno inacabable, dado que nunca se unen para un mismo fin.
La
obra dirigida por Florencia Berthold, quien también es responsable de la puesta
en escena, aprovecha cada recurso que este teatro taller le brinda. Se usan los
ya mencionados baños, las ventanas y escaleras del establecimiento; todo sirve
de escenografía, y se ve exaltado por iluminación encargada de enfatizar. La
síntesis de todos estos elementos da como resultado un ambiente onírico,
surreal, que nos permitirá no sólo ser espectadores activos de la psiquis de
Alejandra, sino que también recibiremos
imágenes de alta belleza estética.
Un
tema recurrente en esta historia es el agua. Los distintos álter egos de la
protagonista la ponen en un lugar especial. Mientras los pensamientos sobre la
identidad, la sexualidad, la pérdida de algún amor y la angustia van aflorando,
la posibilidad de sumergirse de una vez por todas aparece en forma tentadora.
Se adapta a cualquier persona, es indefinida, carece de juicio. Si hay algo en
que todas las “Alejandras” coinciden es en las bondades del elemento.
Agustina
Montiel, Lucila Németh, Clara Murgia y Nicolás Deppetre –responsables de
personificar a las distintas partes de la protagonista- respetan sus roles con
gran maestría. Gracias a sus intervenciones quedará más que claro que Alejandra
tiene lados racionales y otros que se rigen únicamente por la pasión. El
conflicto constante que logran mostrar, sumados a unos más que bienvenidos
números musicales, parecieran confirmar una de las tantas tesis de Pizarnik:
frente al “inagotable murmullo (que) nunca cesa de manar” dentro nuestro, resulta
difícil determinar si el silencio en verdad existe.
[Funciones]
Agua para Alejandra se presenta los viernes a las 21:30 en el Teatro Taller El Grito (Costa
Rica 5459). Entradas generales a $60, estudiantes y jubilados a $40.
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