por  Florencia  De Felippe


En ocasiones solo hay que dejar
que la luz haga su trabajo.
Gavril Alón

            Los poemas de Virgen aunque violada son violentos. Sin embargo, poseen una violencia dulce, que despierta pero no agrede, sacude pero no sofoca; libera. Este oxímoron está en las imágenes poéticas que, como espejos, develan al lector palabras que jamás quieren ser escuchadas. Sin embargo, cuando lo son, sucede de modo tan apacible que resultan amables. Como el placer, que también es goce, dolor y muerte.
            Su poesía se entrelaza con ilustraciones que son parte de la palabra: no 'grafican', de modo explícito y lineal, a los textos desparramados haciendo juego con el espacio, sino que pueden leerse porque también son poesía, conforman una misma secuencia.
            La ruptura está presente en cada uno de los poemas, y los acontecimientos se traman a partir de lo sensorial; en cada imagen poética se abandonan superficialidades para llegar, finalmente, al núcleo de la cuestión, al “Carozo”: “Mi cuello tiene una/ boca a la altura de donde yo tendría / una nuez de Adán, / chiquitita, adecuada al tamaño de / carozo que tiene ese orificio oral, / que se mueve hacia arriba y hacia abajo / mientras canta con gritos Criminal / de Fiona Apple. Para ser sincera, ha /  musicalizado mi tarde.”
            Las formas, entonces, no son importantes, porque ellas pueden ser destruidas, modificadas, armadas al placer de lo que se quiere decir, por eso: “un buen dj no es el que me puede hacer/ llorar./ Un buen dj es el que me dice qué quiero/escuchar.”
             El libro de poemas de Gavril Alón establece un quiebre entre lo impuesto y lo genuino, entre las expectativas ajenas y lo verdadero, lo que permanece bajo la 'cáscara' y una vez desenmascarado,  revela una sabiduría latente, oculta e intacta:

Si hubiera sabido que para esto
estaba siendo educada
o que con este módico fin
se me alimentaba,
si hubiera sido consciente
de a dónde apuntaban
sus instrucciones y enseñanzas,
si era para esto
que se nutría mi imaginación
y se me cuidaba 
me hubiera resistido a comer y a
escucharlos
me hubiera enseñado a hablar sola
en una lengua autodidacta
me hubiera prostituido pequeña
infértil, anoréxica y evolucionada
porque no voy a existir por comida
ni a llamar amor
a la droga más utilizada.

            En torno al enunciado que titula la obra se abre el juego que Virgen aunque violada propone en cada nueva poesía. La superación de esta dicotomía se encuentra en las 'definiciones' que se van entretejiendo en los versos: “el término maleducado / trasciende a la mala educación / sé dónde reinan los menores / y desde dónde iluminan los mayores.”
            Desde los verbos se acciona una forma de despertar, la cual aparece en la práctica, en  los quehaceres diarios, en el 'nombre real' que se le da a las cosas: “no había más bowie más yo ni más camas.” Nombrar, entonces, es transgredir y a partir de ese acto, lo superfluo logra romperse; no sin dolor, pero ¿cuándo el abandono de viejas estructuras resulta una experiencia poco dolorosa?

            A partir de este material, Alón nos muestra un mundo roto y distorsionado, que no es más que la propia realidad despojada de sus artificios.

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1 comentarios:

goyeneche.- dijo...

http://www.nulubonsai.com.ar/index.php?/artistas/gavril-a/

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