Poeta
en Nueva York
consigue hacernos entrar en un grado de aguda reflexión, transitando por
problemáticas que van desde el miedo hasta las diferencias de clase.
Por Nicolás
Gallardo
Antes de contar de qué va
esta obra, es preciso contextualizar el particular período histórico y
biográfico por el que estaba transitando nuestro protagonista. Escucharemos
hablar a un Federico García Lorca al que le ofrecen un puesto de trabajo en la Universidad de
Columbia, ubicada en Nueva York, en el año 1929; un García Lorca que no había
declarado su homosexualidad, ni había escrito las obras que lo inmortalizarían
en el tiempo, como Yerma o Bodas de Sangre. Accederá a la oferta,
pero siempre sintiendo algo de desconfianza y tristeza.
En el ingreso a la Sala González Tuñón del Centro
Cultural de la Cooperación
nos enfrentaremos a una puesta en escena sencilla. Habrá poco más que unos
ladrillos de construcción en el suelo, pero lo que más atrae es la enorme luna
llena que hay detrás. Como se podrá apreciar, tiene una herida en su extremo
inferior.
Luego de haber
contado con unos minutos para inspeccionar el escenario, aparecerá Gustavo
Pardi que se nos presenta como alguien que sólo quiere recitar unos poemas e
imaginarse a unos enunciatarios que entiendan la necesidad del ser humano de
soltar unos versos de vez en cuando, un conjunto de “oídos amigos” en los que
pueda descargar sus aflicciones. Sentiremos, a partir de entonces, que estamos
frente al mismísimo escritor andaluz.
Las temáticas
abordadas serán de lo más diversas. Escucharemos un canto a la infancia, a la
vida campestre y a los sentimientos auténticos. Pero, como bien se encarga
Pardi de manifestar, la poesía es también una forma de lucha. Los poemas de
Lorca denunciarán las atrocidades percibidas en el mayor exponente del
capitalismo a nivel mundial: Nueva York se nos presenta como una metrópoli en
la que muchos bailan, ríen y disfrutan de los “años locos” de la década del
’20, pero son más los que pasan las noches sin hogar, intentando mantenerse en
pie frente a tantas drogas que se les han impuesto. Conoceremos a un grupo de
norteamericanos que pregonan paz y amor en Broadway o canciones de charleston,
aunque en la práctica demuestran desprecio y desdén por los menos favorecidos
en un sistema que ya estaba dando sus primeras señales de deterioro.
Por un lapso de
aproximadamente una hora, Federico revive y abandona cualquier tipo de
represión para desmenuzar la cosificación de lo cotidiano y dejar al
descubierto lo que en verdad ofrecía esta cárcel de hierro y acero. Lejos han
quedado los campos en los que creció y supo ser feliz, por lo que no le queda
más que dar batalla como mejor sabe hacerlo. La pulida interpretación de Pardi
ayuda a construir el desgarro sentimental sufrido por el escritor.
Dirigida por Mariano
Dossena, Poeta en Nueva York es una
invitación al replanteamiento. Lo que se nos presenta como ideal puede tener
una contracara, y de lo más oscura. Pardi o Lorca –que para el espectador
llegarán tarde o temprano a ser lo mismo- vociferará que “hay que gritar hasta
que las ciudades lloren como niñas pequeñas”. Es mediante frases de asombrosa
vigencia como ésta que la obra consigue movilizar a todo quien la vea,
invitando a levantarse en contra de las
verdades más crueles, y con la esperanza de que la luna que todo lo ve llegue
algún día a cicatrizar.
[Funciones]
Poeta en Nueva York se presenta los sábados a las 20:15 en el Centro Cultural dela Cooperación Floreal
Gorini (Avenida Corrientes 1543) con localidades a $60.
Poeta en Nueva York se presenta los sábados a las 20:15 en el Centro Cultural de
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