que el niño


en tu corazón multiplique

la fuerza

de una luz al desgarrarse


...



somos lo que protegemos


tu fuerza arrodillada en una tarde blanca

padre, no hay

un pensamiento concreto o una imagen

que nos separen

de la bendición del olvido


un pájaro de fuego que vuelve al humo

debe cantar para siempre


...


arcoíris en la mesa de disección


los anteojos, el mate, la muñeca

sin brazos. todos los verdes del bosque

un libro para chicos en blanco y negro

el sonido familiar antes del hervor

tu mano derecha que maniobra

una lapicera roja sobre los exámenes


la sombra de la mariposa que se suspendió

sobre nosotros diez años atrás

todavía se ve


...


hay un muerto en tu zona segura


apretaste tu cabeza contra la multitud y ahí estaba

del otro lado como una fruta descuidada por el hambre, viste

sus puños soltando aire, el color de sus piernas,

las rayas de la camisa apenas abierta y un hilo de sangre

igual a un río seco bajo el sol del verano. hay un muerto

en tu zona segura, se vuelve invisible entre los murmullos


alguien llegó antes, hizo un dibujo alrededor del cuerpo

los bordes de un fierro descargado. alcanzaste

a imaginar sus últimos segundos, su tranco veloz

la voz de alto, el estruendo. muebles que se deslizan

en la habitación de arriba. hay un muerto en tu zona segura

y ahora avanza dando manotazos de ciego por el laberinto

de tu imaginación. prende las luces, su sombra se proyecta

como el cuervo fusilado que las ramas esconden. allí lo ves

asoma su voz que no llegó a decir por la garganta del mundo

su carrera lenta, lo ves. es el guardián que custodia

los recuerdos felices del niño. el niño que olvidaste

y ahora trata de alcanzarlo pero la sombra siempre va adelante

sus piernas son ágiles. por eso se detiene y mira hacia atrás

para verte siempre ahí, descubriendo tus pies


hay un muerto en tu zona segura que crece

mientras tu corazón tantea y se ahoga

imaginás el mar de la mano de tu hijo

que entra al mundo por un espejo opaco con su horca

alcanzás a ver una sombra que muestra los dientes


y quién dibuja alrededor de los muertos, quién llega primero

y hace una marca en el suelo

hay un muerto en tu zona segura y en cada repetición

crece junto a lo que fuimos. su cuerpo

ahora se levanta y patea patea las imágenes

que reemplazan los recuerdos. hay un muerto

en tu zona segura. anida en tu espalda y te hace más fuerte

la marca de sangre negra que vuelve reales los paisajes

e inventa el deseo

como quien se asoma en la noche para acudir a un llamado,

se desviste sobre la hojarasca

y abandona su dolor a paso firme hasta encontrar el ritmo


una sola noche a la par de nuestra sombra

un árbol de fuego en el origen de la palabra bosque

en tu zona segura resiste un muerto




| Sobre el autor |


Damián Lamanna Guiñazú vive en Caseros, Pcia de Bs As. Escribe poesía y ensayo. Publicó cuatro libros de poemas -para siempre a ese fantasma (Promesa editorial, 2022), propiedad horizontal (añosluz editora, 2016), después de la superficie (editorial simulcoop, 2013) y dormir en la espalda de la lengua (edición de autor, 2011)- y editó un disco La culpa del mundo (2019) con la banda homónima. Participó de antologías en Brasil, Chile y Colombia. Es parte del UntrefCyT “Las Raras. Revistas de Poesía de los noventa” que coordina Jorge Monteleone. Por su tesis de maestría Poéticas del reverbero (ensayos sobre poesía) obtuvo la beca Sara Gallardo y en 2022 participó de la residencia Demolición/Construcción en Casa/Estudio B´atz´ (Unquillo, Córdoba). En 2016 fue invitado al Encuentro Universal de Escritores Vuelven los comuneros (Bucaramanga, Colombia). Trabaja como docente secundario y universitario y coordina el área de Literatura del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (ex ESMA). 


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