La escritora y cineasta Milagros Amondaray nos cuenta sobre el proceso de filmación de su última película No estás solo en esto y el libro Que la corriente me arrastre: cine queer para descubrir (2020). En ellos, se dibuja una historia personal que empezó por un blog y terminó generando lazos comunitarios inquebrantables.


Por Rosario Iniesta




¿En qué momento supiste que querías dedicarte a la crítica de cine, viniendo de una formación académica como docente de Letras? ¿El cine siempre formó parte importante de tu vida?


Lo supe desde siempre. Desde la secundaria, mi papá me hacía ver muchísimas películas, era muy cinéfilo. Yo sentía un gran amor por Scorsese y el cine de Hollywood de los setenta. Pero sobre todo me gustaba mucho escribir poesía. Cuando era adolescente participaba en todos los concursos que había en  San Antonio de Areco, que es mi ciudad natal y donde vivo ahora. Sabía que quería combinar la escritura con el cine, entonces era crítica de cine sí o sí. 

El cine siempre formó parte de mi vida. “El mago de Oz” fue una película que me marcó un montón porque me acuerdo que mi mamá me la alquilaba todo el tiempo. Yo era la típica persona que frecuentaba mucho el videoclub porque estaba en la esquina de mi casa en esa época. Cuando les dije a mis viejos me re apoyaron por suerte porque realmente era una chance en un millón. Empecé a estudiar cine en algo que sería como una especie de CBC de la FUC (Universidad del Cine) porque había obtenido una beca ahí. Justo ese año abrió la Escuela de El amante y me anoté, estudié la carrera empezando desde lo micro, y después quise reforzar mi formación con el profesorado de Literatura, así que se terminaron complementando ambas cosas. 


Ves mucho cine, conectas con muchos personajes, pero ¿cuál fue el primero de todos, aquel que sentís que te cambió por completo?


Respecto a los personajes, pienso que fue Dorothy, de “El mago de Oz”, pero por una cuestión de que lo relaciono mucho con mi infancia y preadolescencia. Si tengo que elaborar una respuesta más madura, me parece que hablaría de un personaje como Céline (Julie Delpy) en Antes del amanecer, que la vi en el cable en la casa de mis viejos durante mi adolescencia. Recuerdo identificarme mucho con ella y, después, hubo dos personajes en simultáneo que me marcaron: Enid (Thora Birch), de “Ghost World” y “Juno” (Elliot Page), que supongo que tienen muchas cosas en común: son bastante nihilistas, desencantadas con el mundo, un poco ermitañas, muy en su propio universo.

Había algo de su amor por el arte, sobre todo en Enid porque su personaje pintaba pero tampoco se encontraba ahí, estaba el hecho de intentar descubrirse a uno mismo, pero creo que más que nada era como la fidelidad que tenían ellas para consigo mismas, su frontalidad y lo que querían para sí mismas, yo conectaba con eso. Se podría llegar a decir que había algo de misantropía ahí, pero a su vez decían “voy para adelante con lo que me pasa”, sin pelos en la lengua, bastante honestas, había una gran autenticidad en las caras de Enid. 


El fenómeno Cinescalas, el documental y el libro


Cinescalas fue un espacio en el que se hablaba de cine (actual y no tanto) y que supo convertirse en una auténtica comunidad de lectores y colaboradores que le dieron vida a esta plataforma que inició como un ejercicio terapéutico para Milagros tras un trastorno de ansiedad. El blog comenzó en 2010, cuando Milagros trabajaba en la sección de espectáculos del diario La Nación. Cinescalas arrancó con notas pequeñas para luego adquirir un estilo más desestructurado.

Démosle un buen final a esta historia. Del cine a la vida sin escalas, publicado por Dunken en 2013, compila veinticinco ensayos sobre películas relacionadas con temáticas de la vida cotidiana como la familia, las decisiones, el amor trunco, las promesas y la fe.


Tu primer libro habla del cine que te interpelaba en la época de Cinescalas, incluso el epílogo lo escribieron en conjunto con la comunidad del blog. Cuando pensas en aquellos días, ¿cuál es el recuerdo o sensación que más te viene a la cabeza?


Cuando pienso en la época del blog me da mucha nostalgia, me parece que es lo más lindo que construí a nivel profesional. Está por un lado lo que hago para el diario, que son cosas profesionales que me llenan de satisfacción porque uno quiere superarse en lo que hace, pero en Cinescalas siento que fue donde me formé como escritora y, aparte, conocí a mi esposa a través del blog. Sobre todo, rescato haber concebido algo que significó mucho para un montón de gente.


Es muy fuerte la sensación porque el blog surge en un momento en el que yo tenía un trastorno de ansiedad y mi psicóloga me dijo que hiciese algo que me hiciera bien. En ese momento, venía de Cinemanía y entraba al diario que era un mundo nuevo para mí, porque pasaba de trabajar en una revista en la que éramos cinco personas a trabajar en un diario con un montón de gente. Me vi teniendo que manejar el mundo digital cuando yo venía de papel, era otro mundo y el blog me conectó. No somos peores críticos por escribir de manera apasionada por algo, no nos hace menos objetivos. Me parece que serle fiel a eso da sus frutos porque se nota cuando uno escribe desde la pasión. A mí por lo menos como lectora de otras personas me gusta leer a gente que escribe con pasión. No digo que lo mío a todo mundo le pueda gustar o que esté bien o mal, sino que me parece que ese es el camino.


Pasaron los años y el papel de las redes en nuestras vidas se modificó radicalmente. ¿Creés que hoy si volviese Cinescalas en otro formato quizá podría originarse el mismo entusiasmo en otras generaciones? 


No lo sé, me parece que no, que fue lo que tenía que ser. Fue la explosión de los blogs, era muy particular también y por eso quizás el documental muestra que mucha gente se encontró en momentos difíciles que estaban pasando. No sé si se volvería a dar lo mismo, y  no lo intentaría repetir tampoco. Cinescalas me formó como escritora: la forma de ver el cine y la manera en la que los demás respondían me conectaba con un lugar como más primitivo de amor por las películas. Se creaba una charla entre amigos y después yo intentaba traducir esas reflexiones en un texto.

Me pasó ahora interactuar con las generaciones y no hay mucho análisis, como que te dicen, Qué tenés que ver. Y me acuerdo que en esa época lo que hacíamos era reivindicar muchísimas películas, algo que yo también traía de El amante. Hemos hecho un montón de posteos de películas hollywoodenses, que quizá para otras personas ahora no ameritarían  un debate, como Marley and me o The five year engagement. 


Siento que ahora hay una imposición de lo que podés ver y lo que no, como que se perdió la frescura. Para mí blog era eso también: frescura, libertad de pensamiento. Cabe aclarar que tampoco éramos adolescentes, sino que nos encontrábamos en otra etapa, más de los veintipico tirando ya casi a los treinta y estábamos a favor del desprejuicio de determinadas películas. 


No estás solo en esto


El documental es una demostración de la superación del ser en momentos difíciles de la vida y de cómo la crisis personal de quienes hoy lo conforman terminó siendo “el lugar donde se puede compartir aquello que no se habla con todo el mundo”. 

La película fue financiada íntegramente por los participantes del blog a través de la plataforma IdeaMe. El rodaje duró quince días, recorriendo el país en diferentes localidades como San Antonio de Areco (ciudad natal de la directora), Capital Federal, Santos Lugares, Rosario, Tafí Viejo y Córdoba. La película fue producida tanto por los colaboradores del blog como por Ypnos Films y Jones.tv. 

El documental fue estrenado en el Festival Internacional de Mar del Plata en 2014, luego pasó por el Cine El Cairo, de Rosario, por el Cine Caraffa, de Córdoba, por el Festival Mirada Oeste de Mendoza, por Uruguay en el Festival Cinefem. La proyección en Capital Federal tuvo lugar en la Universidad Nacional de las Artes, en su sede de Crítica de Artes. 

La película comienza con la mítica frase de Lester Bangs (Phillip Seymour Hoffman en Almost Famous, de Cameron Crowe): “The only true currency in this bankrupt world is what you share with someone else when you're uncool”, que sería algo así como: “El único intercambio verdadero en este mundo corrupto es lo que compartís con alguien cuando no sos canchero”.



No estás solo en esto es un homenaje a la comunidad de Cinescalas. ¿Qué recordás del rodaje y del recorrido de presentación del documental? 


El rodaje fue muy agotador porque fue muy poco tiempo. La verdad es que yo tenía mucho miedo y no sabía nada de técnica. O sea, si bien es un documental muy modesto, teníamos al director de fotografía y al asistente de cámara que como no eran parte no entendían lo que estaba pasando, digamos que no era un equipo cercano a la experiencia que teníamos, estaban muy alejados de la situación. Esos días los disfruté muchísimo porque fue cómo ir de un lugar al otro y emocionarme con quien menos esperabas emocionarte. Realmente era llorar en cada una de las entrevistas, había como nada emotividad muy a flor de piel. 


”Que la corriente me arrastre” es un libro de ensayos sobre películas queer que te marcaron de manera muy personal, ¿cómo llegaron a tu vida y qué representan para vos? 


Algunos de los ensayos son tomados del blog de Cinescalas y otros son nuevos. Los de Cinescalas están bastante alterados porque cuando uno crece va reescribiendo las cosas de otra manera. 

La idea era elegir diez películas queer totalmente diferentes entre sí, con diferentes directores, de distintas nacionalidades, relaciones. Tengo intención de sacar otro más adelante con otras películas.

Para mí estos ensayos representan la naturalidad con la que tenemos que experimentar ya ciertas cosas. Me pasa mucho que cuando digo que estoy casada con una mujer y me dicen “bien por vos”, como de “apruebo lo que estás haciendo”. Quizá eso pasa más en la ciudad en la que vivo,  pero es algo como que todavía pasa. Es muy importante poner en la tapa a dos chicos y que eso se naturalice. Es un libro sobre el amor y también del amor hacia uno mismo, ser fiel a uno mismo.


|Sobre Milagros Amondaray|


Milagros Amondaray es periodista de espectáculos, crítica de cine y TV del diario La Nación en su edición digital e impresa desde 2006. Ha trabajado en la redacción de la revista Cinemanía y fue colaboradora de Revista Brando y Rolling Stone. Ha sido jurado en festivales de cine. Estudió crítica de cine en la escuela de El Amante y el profesorado de Castellano, Literatura y Latín en el Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González.

El blog Cinescalas, del cual es autora y editora recibió el Premio Excelencia en Contenido Digital en la categoría Mejor Blog en 2011 y 2012, otorgado por el Diario El País. Milagros es autora del libro Démosle un buen final a esta historia (2013, Dunken), guionista y editora del documental “No estás solo en esto” (2014), que fue presentado en el Festival Internacional de Mar del Plata y en varios festivales nacionales e internacionales. Que la corriente me arrastre, cine queer para descubrir (Milena Caserola, 2020) es su segundo libro.

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