by Alvaro Tapia Hidalgo |
[Estación]
las paredes de un castillo caen junto con los lemas escritos en cada pared
"fotocopias de dios"
la mano blanda de tu alma despierta
el alma cuando se hace fosforescente
cuando se sueña el alma parece fosforecente
el alma de tu hija brillando perpleja
el alma de tu hija mientras sueña
los sueños de la inocencia son oscuros como la ignorancia
en el cielo sólo hay preguntas
lo que es material pero sólo da color no es cierto
ayer entraste a la casa de un muerto
crónica de la visita a un castillo en ruinas
al castillo donde destruyó su vida un padre
al castillo denso que encierra la memoria de su vida
una casa que encontró para abandonar la memoria
deshollinar la garganta de lo que intentaba olvidar
vigilar es abrir el ojo que arde en el pecho de las dudas
para trabajar en el campo un padre vende una de sus hijas
envenenando la historia de cada esfuerzo en el cuerpo de una madre
la culpa siempre es negra y dura como el carbón
la ignorancia es el carbón quemado que vuelto blanco es pura costra de ceniza
la vigilancia descoce el sombrero de paja que da sombra
quema la espalda del hombre que trabaja en el campo
la culpa que le seca la garganta distorsiona su visión:
el calor y la ignorancia ven el verde fluorescente de las hojas y se saturan
cada fruto es tomado con indiferencia como hijos concebidos por accidente
cada fruto es áspero como la tierra es áspera en el aire
cada fruto es recogido con llano esfuerzo
sobre la tierra que es áspera como el carbón
cada fruto es recogido como si fuese un carbón rudo y negro
más pesado a cada hora que pasa hasta la tarde
pero cada ocaso acontece y anima con misericordia
cada tarde llega como un recuerdo de las noches
la noche de un padre cansado como promesa de piedad
cada noche llega y cada último tren es un recuerdo embrutecido
el ruido de un tren nocturno es el recuerdo desmembrado:
un alma que ya no sueña puede detener el desarrollo emocional
un trauma en una etapa es suficiente para apagar el alma de una hija
el tren pasa por tantos lugares como par de ojos y les da ceniza
los ojos y las cenizas no pueden entenderse por igualdad de arrogancia
cada par de ojos interpreta del tren algo diferente
cada par de ojos se despide de algo distinto cuando el tren pasa;
las que no se despiden se aferran a las riendas caprichosas de la memoria
las que no se despiden se mantienen aferradas a la ceniza
silencio total que nada después hacia cada par de ojos
el viento de la noche va reconciliando y sonriendo
el descanso de la culpa también es duro y es desesperado
la madre perdona y reconoce una nueva estrella
en el campo el trabajo es la espina del día
en la noche las rosas se abren y pueden verse todas las estrellas
asciende una estrella nueva señal de un sueño
una madre reconoce el color fluorescente del alma dulce que imagina
[Sobre la autora]
Carolina Castro nació en Buenos Aires hace 23 años. Estudia Letras y colabora como editora en Nulú Bonsai.
[Contacto]
http://amarlasursulas.blogspot.com
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