El fantasma de J.D. Salinger sobrevuela las canciones pop
melodramáticas de SUBA, álbum debut
de la banda cordobesa Un día perfecto para el pez banana.
Por Joel
Vargas
La primera vez que escuche el apellido Salinger fue en la secundaria, rozaba los trece años donde uno es más mutante que nunca. Los labios del profesor Daniel Fara pronunciaron SA-LIN-YER. Todavía ese recuerdo se repite: Fara estaba parado al frente de la clase, gesticulaba de manera caótica. Sus manos escritas por birome azul, que hacían las veces de agenda, iban y venían. Fue ahí cuando escupió ese nombre y al ratito dijo Nueve Cuentos. Ese era el libro que nos iba acompañar gran parte del año. Daniel tenía la gran cualidad de incentivarnos a leer, uno de sus métodos era contarnos un relato. En esa oportunidad eligió “El hombre que ríe”. Su voz describía el mundo de un antihéroe, convertía a las palabras en imágenes paganas. Esa fue mi introducción a J.D. Salinger, la narración oral como en la época pre-galaxia de Gutenberg.
Los patos del Central Park y su dudoso paradero invernal. Besos en los pies. Resquicios de la Segunda Guerra Mundial. Esquimales inflamables. La fragilidad latente de una familia. Amenazas de un invierno nuclear. Menesteres cotidianos y grandes escenas del imaginario de ese escritor estadounidense.
Los que más sobresale en SUBA son los arreglos, prolijos y exactos. Una consecuencia de la cuidada producción de la banda y Mariano “Manza” Esaín, militante fervoroso del formato canción y héroe del folk vernáculo. La mejor muestra de esta combinación es “México” una suerte de suite popera, que por suerte dura más de cinco minutos, donde Lucila parece que cuenta los fatídicos hechos del cuento que le da nombre a la banda. Otros tracks que se destacan son: la ya mencionada “Fantasma” y “Casa”.
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