Su pito al borde la cama pareciera caerse o señalarme el suelo. La sábana lo cubre en partes, en partes también lo imagino, está tan dormido como él.
¿Podría un ser humano admirar tanto el sexo de un hombre como yo admiro al suyo? ¿Alguien más lo habrá admirado así, una noche como esta? La completud* de su cuerpo empieza y termina ahí. El impulso de mi carne me empuja hacia él, como una “animala feroz” quisiera ultrajar sus sueños y que despierte con su pija en mi boca. ¿Estaré ahí cuando despierte?
A veces somos sombras en la calle, caminamos colgados uno del otro, estrechándonos bien fuerte las sombras, para darle batalla a lo nos pasa, cada día, todos los días.

Ahora se da vuelta y su culito invoca a los astros, esta tan calida la noche y nuestros cuerpos transpiraron tanto, su cola brilla, lleva mis marcas en su espalda, hoy la luna vino más llena y por ella es posible ver los detalles; cada pelo, cada pliegue, sus fluidos, los míos.
Pero es feo saber que está ahí, dormido esta vez, angelical esta vez, efímero esta vez, que hay mucho silencio para una sola noche que se parte al medio, que se corta por el centro, en el punto donde ella lo llamó, antes de su llamado y después de él, hay mitades.
Esta noche viaja al sur, dijo que tiene negocios en el puerto de no sé donde. Es pescador, nunca pensé conocer a uno, creí que eran atípicos o difíciles de encontrar en esta modernidad tan moderna. Pero siguen reproduciéndose desde el puerto, primero su abuelo, luego su padre y por último él que tampoco querrá eludir el mandato familiar. Sus hijos vendrán desde el mar y volverán a irse como él.
El llamado de ella pareciera responder a una naturalidad obvia, yo que la conozco sé de su cara de pez: el mar atrae al mar, el mar al puerto y en una relación histeria, los peces a sus pescadores, lo cierto es que el más débil siempre muere al final. ¿Y yo? Nací volátil, más terrena que acuática y ambigua, sobre todo, porque puedo fingir.
Hoy va a dormir hasta el mediodía, espero que para entonces ya me haya ido. Podría entibiar con mi lengua, de acá a la eternidad, si es que existe, cada parte de su cuerpo, la piel curva de sus hombros, la comisura de sus labios, arriba, abajo, también los bordes.
¡El mar huele a sexo! Su falo húmedo dorado hermoso, ese que hace a penas unas horas fue un pez entre mis piernas, ahora es un iceberg que se aleja de esta habitación y yo, soy la única en tierra viendo como todo se va a la mierda.
“¿Y si ha de volver?” No quiero estar despierta cuando todos duerman, quiero ser día, quiero ser un día otro, no este que se aproxima. Lo quiero pez entre mis piernas, lo quiero tibio, lo quiero mío, me quiero mar, me quiero río.
Me quiero agua sin límites para atraerlo siempre.







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*Prefiero la “completud” a la completitud, cuestión de sonido, meramente estético, de todas maneras me vas a entender, tu “completud” es más encantadora.

6 comentarios:

Socio del Desierto dijo...

Tremendo! El recuerdo de un instante de voluptuosidad a full! Gracias por compartirlo!

Nadia Sol dijo...

Gracias a vos por leerlo! un abrazo grande!

Juan Pablo Cozzi dijo...

y el psicoanálisis dice que la literatura es la ausencia del cuerpo. Bien Nadia por romper una vez más esa regla!

Nadia Sol dijo...

voy a usar un titulo de un libro para reponderte porq me gusta el titulo (el libro esta en pendientes todavia no lo lei) y es claro, "cuerpo a cuerpo" asi cuerpo a cuerpo, del rose, qué más del que del roce...de otra manera para mi no tiene mucho sentido jajaja! gracias! abrazo!

Juan Pablo Cozzi dijo...

te dejo el enlace a mi sector erótico de "la madriguera", jejej: http://bastardillas.blogspot.com/2010/10/una-entrada-cualquiera-un-agujero-mas.html
donde van los libros para el cuerpo. Salutti

Nadia Sol dijo...

genial prometo pasaré pronto... cuando vuelva la conexion a mi hogar! salud! =)

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