El crepitante motor de la diadema roja tirita a las puertas del palacio del León Blanco.
Acá adentro hay una fiesta, pero mis ojos, otra vez, se hundieron en el cielo.
La voz blanca de mi papá, vuelve, una vez más.
Así se presenta Vértigo, primera obra de Francisco Donovan.
Escrituras Indie entrevistó a su autor y protagonista.
Por Malena Saito
¿Cómo fue el proceso de escritura de Vértigo?
El proceso de escritura empezó en el taller de dramaturgia de Nacho Bartolone y Mariano Tenconi Blanco. Empezó ahí, en las horas de taller y de hecho, el primer disparador fue una consigna que entendí mal o de una manera distinta a como había sido planteada. La idea era contar un mito fundamental, ese era el ejercicio. Yo tenía desde hacía ya unos años una imagen en la cabeza: una moto frágil andando a toda velocidad por una autopista, esa moto se rompía, el motor explotaba. Tomé la determinación de narrar esas imágenes pensando en la consigna del mito fundamental. Lo llevé a clase, lo leí y me acuerdo que sentí una excitación muy grande al leerlo. El texto gustó y a partir de ese momento es como si le hubiese sacado un corset. El material empezó a ensancharse rápidamente. A medida que escribía lo iba leyendo en el taller y tanto Nacho como Mariano me fueron guiando y el texto fluyó.
Fue como un año de escritura.
¿Cuáles fueron tus influencias o qué estéticas te guiaron a la hora de escribirla?
Además de la imagen de la moto, el disparador de la obra fue el mundo de la TV. Yo había trabajado entre el 2009 y el 2011 en distintos programas y esas experiencias me dejaron muchas preguntas, ideas dando vueltas en la cabeza; encontré un espacio de grandes posibilidades alquímicas para convertir todos esos recuerdos en una ficción. Es decir, la ficción de las ficciones. Hubo algo de ese enmascaramiento de la ficción que me resultó atractivo y fértil a la vez. En cuanto a las influencias me cuesta mucho encontrar un texto o un autor que haya sido guía para el trabajo. Fue más a partir de lo que iba escribiendo que surgían algunos autores, muchas veces recomendados por el propio Nacho o por Mariano o por algún otro compañero. Concretamente me acuerdo de Bob Chow con "El momento de la debilidad”, de la que tomé algo del universo lisergico, de la realidad con esteroides y del heroe/antiheroe, algo de andar muy perdido y a merced de los personajes que nos vamos cruzando. También tengo presente un texto de Iosi Havilio, "La serenidad", de la que tomé algo de la narración de un par de días en la vida del Protagonista (el personaje es nombrado así). Había algo en el afecto de aquel Personaje que me resultó alimento a la hora de seguir escribiendo. Creo, por otra parte que el trabajo que hice tuvo más que ver con dislocar las experiencias reales, que con generar un universo.
Nombrame algún dramaturgo contemporáneo que te interese, ¿Por qué?
No soy un gran lector de teatro, no tengo un referente concreto en cuanto a lo que escribo. Si me pasa que gusta del trabajo de un montón de gente, pero accedo al material como espectador más que como lector.
Soy un lector más activo de narrativa. La obra, de hecho, surgió como un cuento, fue Nacho el que vislumbró su zona teatral. Pero ya que estamos nombro a Lagarce,”Tan solo el fin del mundo", me resultó muy atractiva. Es el tipo de material que me gustaría aprender a tejer. Tengo un gran recuerdo de un texto de Koltes, también, autor de "La noche justo antes de los bosques". Fui a verla al teatro, actuaba Mike Amigorena, yo lo había visto en "El niño argentino" de Kartún (hablando de dramaturgos admirados, admiradísimo) y había quedado pasmado con la plasticidad de Mike. Entré al teatro esperando ver actuación y en vez, me llevé un texto increible
¿Leés poesía? ¿hay algún poeta actual que te conmueva y con el que te sientas emparentado en tu producción?
Mariano Blatt me resulta muchas veces conmovedor. Pero al igual que con los dramaturgos, me gustan los poetas que conozco, los más cercanos. Muchas veces se trata de gente sin obra editada, son solo un muro de Facebook, pero son esos los que me llegan, las voces que viven ahora. Hay un encuentro hermenéutico mucho más posible. A mi me gusta que el material me resulte accesible, quiero poder reconocer una voz contemporánea, cercana, que me hable un poco como ahora y un poco como siempre, ahí es donde disfruto con la poesía. Así me pasa con amigos como: Franco Calluso, Maria Florencia Rua, Mariano Tenconi Blanco, Martín Dubini y por supuesto Nacho Bartolone.
¿Escribís/te en otro género?
Vértigo es mi primera obra estrenada. Escribo casi todos los días y desde esos impulsos voy armando materiales, en general escribo narrativa. Algunas veces escribo poemas, pero son las menos.
Hay algo muy interesante en el uso de las texturas sonoras que conforman la obra, las voces de los otros dos intérpretes que te acompañan, por ejemplo, o los fragmentos radiales, ¿estaban pensados desde un primer momento o fueron una decisión de dirección?
Respecto de lo que llamas texturas, es el resultado del cruce con Nacho Bartolone (director) y Franco Calluso (autor de la música), el diálogo fue decantando en las apariciones de esos dos personajes, monjes, satélites. El material original involucraba muchas voces dentro del relato y a la hora de montar todo fue apareciendo por la necesidad de diversificar las voces y no concentrar todo en una sola. Franco trajo la idea de usar casetes y Nacho fue dosificando, siempre a prueba y error, la aparición de las distintas voces e intervenciones.
¿En qué medida ser actor, puede jugar a favor o en contra de la dramaturgia? ¿Te imaginaste, por ejemplo, desde un primer momento actuándola?
No tengo idea en qué medida puede jugar a favor o en contra, a mi me pasó que si bien soy actor y desde hace mucho que deseaba tener un "unipersonal" cuando empezó a aparecer la voz del texto, me enamoré del trabajo de escribir, olvidándome del deseo de actuar. Durante la escritura fue el deseo de escribir el que guió el trabajo.
Pienso que el inconveniente del actor a la hora de generar material, tiene que ver con la ansiedad de actuar, entonces nos encontramos muchas veces empezando a ensayar cosas que no existen, confiando plenamente en una especie de iluminación de lo que improvisamos y eso es muy contraproducente. Creo que lo mejor es segmentar las partes del trabajo. En ese sentido, escribir viene siempre antes de actuar. O sea que en un momento me olvidé de la idea de actuar el texto, solo quería poder escribir un texto que me gustase leer.
¿Estás escribiendo otra obra?
Estoy trabajando sobre un texto que escribí el año pasado. No tengo apuro y no sé si será teatro. Otra vez aparece la narrativa y la necesidad de escribir por sobre la idea de pensarle un destino al material.
| funciones |
Sábados, 23hs.
Teatro El Extranjero: Valentín Gómez 3378
Entrada: $250 (2x1 todo junio)
Entrada: $250 (2x1 todo junio)
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