En Criadora 14, Lauro llega a la criadora debajo de la tierra sin saber lo que le espera. Lo recibe Jaime, hombre tosco y maquinal, quien lo supervisará en las tareas destinadas a ambos por una Federación desconocida.


Por Yamila Transtenvot

 

La escenografía compone un ambiente de claustro y oscuro, lleno de aparatos que podrían pertenecer tanto a un futuro distópico como a un presente de alcantarilla fuera de la vista pública, juega a favor del imaginario que la obra quiere invocar.

Con un texto delicado y lleno de matices, Lauro (Cali Mallo) y Jaime (Gustavo Valy) van desarrollando su relación laboral y personal mientras trabajan sin saber para qué. Y en el camino develan sus verdaderas naturalezas detrás de las apariencias.

Cuando el género de ciencia ficción aparece en la escena teatral produce un pequeño sismo en la percepción realista del espectador acostumbrado al teatro de alcoba. Si bien es imposible esquivar el esquema de tensiones que el drama necesita, el imaginario científico devuelve a la matriz teatral su raíz artificiosa. Paradójicamente, como cuando uno se aleja de un cuadro para verlo bien, el artificio teatral (en su mejor uso) permite acercar la metafísica de las relaciones personales y sociales, sus contorsiones y sus límites. Es este sentido, Bernardo Morico (director y dramaturgo) sabe aprovechar el encierro de sus dos personajes masculinos para hablar más allá del relato y contar las mutaciones que pueden sufrir las personas al encontrarse sin salida.


Criadora 14 se presenta los días viernes a las 21hs, en Oeste Usina Cultural (Del Barco Centenera 143 “a”).

0 comentarios:

Publicar un comentario