by Craig Cummings


Molotov

Tu corazón, mi amor,
tu corazón,
está hecho de esa carne
que les queda pegada a las tortugas
en el caparazón
cuando explotan.

..


Muñequita rusa

De repente no puedo parar de pensar
en esa chica
que leyó poemas rusos una noche.
En su cara, su semblante,
esa mirada de mogólica o de ángel.
En esos pómulos erguidos como mástiles
que imagino, deben ser tan filosos
como una pelvis raquítica, cuando uno los roza.

No pienso mucho en ella,
pero cuando lo hago
es fulminante:
Empiezo a buscar sus fotos,
y, por desgracia, todas están producidas
por algún efecto de photoshop
o tienen estrellitas en el fondo.



Siempre está con su novio skinhead
o con su hijo en ellas.
Tiene un hijo, me digo.
Y es muy joven.
Seguro debe trabajar de algo horrible para sobrevivir.

Y entonces imagino su día a día,
su cara contra la mugre del mundo
sin que ella note esa resistencia.
Y luego imagino su cuerpo llenándose de vejez
o de cáncer al rozar los cuarenta
y pienso en lo frágil que es la belleza.

..


Uruguay

I

Nos despertábamos como saliendo a manotazos de una poderosa tormenta.
Las almohadas un pedazo de madera
todavía flotante,
todavía incorpórea,
a la que nos aferrábamos
fetales,
hasta que chocábamos.
Por el efecto de un hueco
que se abría entre las camas
durante la noche
y como una gota se estiraba hasta el piso,
nos chocábamos
y eso era tocar tierra firme.
Nos mirábamos asustados sin entender muy bien,
En nuestros ojos todavía podían verse clavadas
las astillas del barco.
Era como haber despertado justo antes de morirse
- sí, como pasa siempre en los sueños-
 sólo que los dos juntos al mismo tiempo.

Me gusta pensar que si no, a uno de los se le hubiese agotado el aire.

II

Yo no sé si vos tenías la misma sensación
pero esa casa estaba abandonada
hasta por los muertos.
Nuestra habitación se hubiese visto hermosa
salpicada de sangre.
No podía parar de pensar en eso.
Entonces, cada vez que nos despertábamos
era como vencer una doble apuesta a la muerte:
Por estar juntos y por estar vivos.
Todo eso cabía en el primer contacto de la mañana.
Eras la prueba,
todavía insegura, todavía mojada
de que yo existía.

Pero cuando cantaban los gallos
junto con los perros
junto con las vacas
y todos juntos en ese exceso
de vida campesina
gritaban al unísono
ahí si nos despertábamos del todo
y era como entrar en otro sueño
todavía más dulce y más siniestro,
en el que nos iba el resto del día.

III

No sé si era que yo estaba muy drogada siempre
pero en ese lugar había mucha luz.

Entraba por todos lados, a todas horas,
a la noche, se filtraba por las estrellas,
y si había nubes, mandaban a las luciérnagas.
No había manera de escapar.
Eso también hacia parecer que el cielo
estaba como más abajo, más cerca.
Repito: quizás estaba muy drogada,
por eso todo me resultaba dulcemente aplastador,
o quizá era que por fin tenía algo
que me mantenga bien agarrada a la tierra:
Durante el día, el caballo;
Durante la tarde, tu cuerpo.
Era muy flashero coger después de salir a andar a caballo,
nos peleábamos por ver quién iba a arriba,
-cosa que, por lo general, casi nunca sucede-.
No sé si llamarlo distracción, pero cuando me
tocaba a mí, no podía evitar cruzar
montañas….
valles…
ríos…
imaginariamente.
De repente me caía en un pozo.
Abajo estabas vos, sonriendo.

Otra cosa que era perturbadora
era saber que en cualquier momento
una serpiente podía picarte el tobillo,
y andar mirando cómo los peludos tenían el poder ácido de
desintegrar una colonia de hormigas en menos de un minuto,
(Imagináte qué harían con tu dedo gordo del pie). 
Después de varios días aprendimos a vivir con eso
y andábamos descalzos
-los más cautos usaban zapatillas-.
En el amor, pasa un poco algo parecido a eso, creo.

IV

La noche era tan profunda que tardaba todo el día en irse.
Ése peso del que hablaba antes.
Eso que nos pesaba tanto en los párpados cuando nos dábamos un beso
¿Sabés que era?

La noche.

O la droga,
capaz
era la droga.







[ sobre la autora ]
Melina Alexia Varnavoglou: nació en Caballito, en Marzo de 1992.  Pocos meses después sus padres decidieron mudarse al conurbano a una casa con jardín porque no soportaban verla andar en triciclo en el perímetro de un balcón.
No sabían entonces que quería ser poeta y que eso se podía hacer en cualquier parte.
Ahora estudia Filosofía, da clases de alemán e intenta escribir un poemario que nunca le termina de cerrar.
>fb<

2 comentarios:

Pablo Distinto dijo...

Melina:

Muy buenas estas poesías. En particular "Uruguay".

Saludos!

Unknown dijo...

"La noche era tan profunda que tardaba todo el día en irse"

Fantástico

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