Moviéndose en dos paradigmas bien distintos como lo pueden ser el hostigamiento a una mucama y el asesinato a Mariano Ferreyra, Parpadeá, si me escuchás denuncia las irregularidades del mundo laboral y remarca la importancia de la organización entre los trabajadores.

Por Nicolás Gallardo

Esperando a que el reloj marcara las 17 hs. el domingo en el teatro Paraje Artesón, el análisis del público que estaba por ver la nueva obra del grupo Morena Cantero Jrs. resultaba ineludible: remeras anunciando que el militante asesinado del Partido Obrero (PO), Mariano Ferreyra, sigue presente o prendedores con su ya inconfundible grafitti eran parte del atuendo de más de la mitad de las personas que esperábamos para ver Parpadeá, si me escuchás. Todos los allí presentes sabíamos que estábamos a punto de rememorar gran parte de los sucesos ocurridos aquel 20 de octubre en la estación Avellaneda del Ferrocarril ex línea Roca, pero lo que más intrigaba era saber cómo iban a terminar siendo abordados.

Una vez en la sala nos encontramos con una escenografía inesperada. Resulta complicado dilucidar si estamos en el lugar correcto al ver una bola de cristal que arroja haces de luz de diferentes colores, por ejemplo; o cuando la primera actriz aparece en escena vestida como pitonisa, más dispuesta quizás a tirarnos las cartas que a contarnos lo que vinimos a presenciar. De todas maneras, al oír el tema principal de la película El Padrino, nos damos cuenta de que no nos equivocamos de teatro y escucharemos la historia de una mafia. La temática ferroviaria comenzará a emerger cuando distintos espíritus hablen a través de Aschira, la mencionada mujer, y quienes tienen contacto con ella. 

El elenco se luce con su polivalencia actoral, dado que no siempre serán poseídos por las mismas fuerzas. La mucama de Aschira, María Luisa, será simultáneamente tanto la madre de Mariano como también una compañera del PO; lo que ya se suma a su papel de ama de llaves. Gracias a estas intervenciones escucharemos testimonios que ayudan a conocer la persona que fue Mariano en su infancia y adolescencia. Un joven afiliado a la temprana edad de los 13 años que, aunque tuvo novias y amigos que no apoyaban su militancia porque “no parecía aportar ningún beneficio aparente”, siempre sostuvo hasta el último aliento la cosmovisión del mundo que adquirió por pertenecer a un partido laborista y la necesidad de sobrevivir para seguir luchando que inculcaba a sus compañeros.

Si bien en una primera instancia el panorama puede llevarnos a pensar que los dueños de esta casa no son los destinatarios originales del mensaje, nos percatamos de lo oportuno que resulta cuando conocemos a Atilio (esposo de Aschira), quien tiene contratadas tanto a la mucama como a una cadeta, y las trata con autoritarismo y desprecio. Desde ese momento no resultará complicado para el espectador descifrar quién de ellos representará, en la próxima transmigración de almas, al grupo de militantes/tercerizados y  quién a los dirigentes de la Unión Ferroviaria.

Sin embargo los espíritus interpretados por Ariel Aguirre y Pablo Blanco –entre otros- harán hasta lo imposible para que los residentes del hogar no puedan hacer oídos sordos. Disfrazados de personajes épicos como Teseo o el Minotauro, pareciera que la metáfora consiste en desplazar el hilo guía de Ariadna por ese intrincado laberinto que puede llegar a ser la precarización laboral.

La obra dirigida por Luciana Morcillo e Iván Moschner busca, tomando la figura paradigmática de Mariano Ferreyra, echar luz sobre las injusticias que sufren cotidianamente todo tipo de trabajadores y moviliza a agruparse para luchar contra ellas. Con actuaciones y registros sonoros que recrean el asesinato en forma conmovedora, Parpadeá, si me escuchás da cuenta de que crímenes como éste no deben quedar impunes y que sólo será posible conseguir justicia si tenemos los ojos bien abiertos.

[Funciones]
Parpadeá, si me escuchás se presenta los domingos a las 17 hs. en el teatro Paraje Artesón (Palestina 919) con entradas generales a $50.

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