La vida de campo, los quehaceres hogareños y una moral cristiana de antaño confluyen en Las Bridas, permitiendo la entrada de unas supuestas parientes lejanas que parecieran estar buscando algo más que un alojamiento temporario.

por Nicolás Gallardo

Apenas uno termina de acomodarse en la sala del Belisario, las tenues luces que nos recibieron segundos atrás se apagan para dejarnos algún tiempo a oscuras. Veremos a continuación dos velas, se oyen los susurros de sus portadoras, que se dirigen hacia lo que pareciera ser una mesa y se guarecen debajo de ella. Una de las dos comienza a recitar el contenido de una novela: el momento en que una de las protagonistas mantiene el primer contacto íntimo con su ser amado. Leen apasionadamente, pero al mismo tiempo con cierto pesar, dado que están convencidas de que ellas nunca podrían encarnar una historia semejante. ¿Qué es lo que las imposibilita? Probablemente Elizabeth, la hermana mayor, a quien le esconden la lectura de estos textos que pudiera llegar a tildar de subversivos. Ni bien escuchan su voz, ellas salen de su ensoñación y vuelven a desempeñar las labores para las que “han sido creadas”. Imbuidas por una doctrina católica fuerte, las hermanas – con papeles a cargo de Débora Testi, Vanina Ferreyra y Natalia Franco- únicamente se permiten cuidar a su padre inválido y mantener el hogar en condiciones antes de que la luz del sol las abandone.

Mientras las hermanas siguen con sus tareas, podemos escuchar unos ruidos provenientes del exterior de esta casa rural. Elizabeth, que mantiene una escopeta siempre al alcance de su mano, se aventura hacia la entrada del lugar. Entran en escena dos mujeres más -interpretadas por  Celeste Monsú y Pilar Boyle- portando una muñeca, dicen ser las ‘primas de Buenos Aires’. Si bien ninguna de las hermanas del campo las recuerda, las dejan entrar porque una de ellas fue mordida por un animal fuera. Hablan, además, de un incendio que las dejó sin hogar. Todo pareciera indicar que llegaron para quedarse.

El público podrá notar, sin embargo, que las recién llegadas distan mucho de ser solamente gente de ciudad. Movimientos frenéticos de cabeza, miradas fulminantes y comportamientos poco usuales marcarán que estas chicas padecen de algo más que la pérdida de una casa. De todas maneras, pareciera que la vorágine del día a día tiene absortas a las anfitrionas, a tal punto que ni siquiera registran los atípicos modos de sus residentes, que se aprovecharan de su despiste para proceder con su plan: apropiarse de sus cuerpos. Sucede que estas extrañas conductas encuentran su por qué de ser: las autoproclamadas chicas de la urbe, inclusive la muñeca, son en realidad almas demoníacas en busca de cuerpos con más energía; y este trío de hermanas atareadas han sido escogidas como sus nuevas víctimas.

Las Bridas, dirigida por Julieta De Simeone, sorprende por la eficacia en el cumplimiento de su meta. Como espectadores rápidamente vislumbraremos los paralelismos de esta obra con el cine de terror contemporáneo. Mediante efectos especiales de iluminación para los momentos de traspaso de almas, sangre en apariencia creíble o saliva blanca y espesa para demostrar la confusión y rabia de las atacadas se logra un paquete de recursos estilísticos que -junto con la acertada musicalización original de Facundo Mazzotta- consigue mantenernos en un estado de tensión constante. Todo esto, sumado a la polivalencia de las actrices que hacen tanto de muchacha dócil como de femme fatale (en el sentido más literal de la expresión), obtiene como resultado un cóctel aterrador que sólo los más valientes se atreverán a degustar.

[Funciones]

Las Bridas se presenta los sábados a las 21:00 hs en el Club de Cultura Belisario (Av. Corrientes 1624), con entradas generales a $70 y $50 para jubilados y estudiantes (presentando certificación vigente).

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