En Efímero la busca de una mascota sirve de disparador para dar lugar a una reflexión sobre la finitud existente, pero difícil de reconocer, en las relaciones que mantenemos con nuestros seres más queridos.

por Nicolás Gallardo 

Luego de un simpático llamado a la solidaridad para apagar nuestros teléfonos celulares, las luces de la sala del CELCIT se apagan para dar comienzo a la función. Podemos oír un maullido felino y, acto seguido, un conjunto de sucesivas pisadas y zapateos. Pareciera que un grupo numeroso está intentando alcanzarlo.

Entran doce mujeres a la escena. Todas comparten la cualidad de llevar el mismo atuendo: sobretodos marrón claro y zapatos que destacan por sus suelas estrepitosas. Una de ellas, Lunar, está guardando sus pertenencias, acompañada por su vecina que le aconseja que llevar consigo. Todo indica que va a transitar un largo viaje. Hablan sobre un gato llamado Efímero, del que Lunar es dueña y al parecer ha desaparecido recientemente. Está preocupada por su partir, inesperado y sin la posibilidad de poder haber dicho adiós. Tanto es que le importa su gato que decide salir con poco equipaje: una mochila con su muñeca de la Mujer Maravilla colgando detrás.

Conforme el desplazamiento físico de Lunar iremos descubriendo a otras mujeres de su mundo. Mozas, lustra botas, prostitutas, peluqueras y hasta su propia psicoanalista serán las encargadas de hacer que la travesía de la protagonista también sea emocional y de aguda reflexión. Todas ellas han sufrido pérdidas, añoran a distintas personas, analizan el campo sentimental desde perspectivas bien distintas; lo que desembocará en una deconstrucción de la mujer –y por qué no, del hombre- en lo referente al apego experimentado en las relaciones humanas más profundas.

El recorrido estará acompañado de una modesta pero eficaz iluminación (a cargo de Fernando Díaz), que enfatizará los aspectos más relevantes de cada escena, y un más que logrado trabajo de musicalización en vivo desarrollado por las mismas actrices, como Lucía Snieg y Ornella Steffanazzi. Con tan solo un ukelele, bombos y bidones de agua mineral se consigue un acompañamiento preciso a canciones que hablan sobre la pérdida y el amor en general. Cierra el conjunto el pintoresco acordeón, interpretado armónicamente por Flor Lamas.

Cabe destacar que la interpretación de Lunar en esta obra es móvil, es decir, a medida que la obra va avanzando la mencionada mochila va cambiando de propietarias. Pareciera que la intención de la directora, Claudia Quiroga, al tomar esta curiosa decisión es poder demostrar que todas las mujeres en ese mundo han ocupado distintos roles a lo largo de su vida, tanto el de despechadas o miserables como el de mujeres maravilla. Lo logra con creces, y permite que el papel protagónico de alguna manera se democratice y demuestra el potencial de todas las actrices.

Esta adaptación del texto de la peruana Mariana de Althaus tiene el poder de dejarnos pensando. Al transcurrir los minutos dentro de la sala escuchamos un interesante planteo acerca de la pasión: es efímera. Lo que nos llevaría a afirmar que la pareja ideal no existe, y mucho menos en forma permanente. Pero también se da a entender que son esos momentos fugaces los que tienen la capacidad de otorgar mayor significado a toda relación que nos resulte valiosa, dejándonos inolvidables recuerdos, y haciendo que la misma fugacidad pase a ser duradera.

“Efímero es bueno y astuto. La primera vez que vi sus ojos de gato astuto le entregué mi corazón” dice Lunar. Tiene miedo de perderlo, extraña su permanencia y no quiere volver a depender de nadie que no sea él. La libertad implica un comienzo, y eso la paraliza. Si en verdad llega a desaparecer, necesita despedirse, darle un cierre a una etapa tan significativa. Es ante declaraciones como éstas que el espectador se da cuenta de que Efímero no es sólo un gato, sino que puede ser cualquiera: un amor, un amigo, un pariente cercano o hasta un ídolo que nos deja; pensándolo nosotros como inalterable. “La vida es una distracción permanente que ni siquiera permite tomar conciencia de aquello de lo cual distrae”, bien supo escribir Kafka. Hasta que ‘aquello’ nos abandona, podríamos agregar.

[Funciones]
Efímero se presenta los sábados a las 23:00 hs., en el CELCIT (Moreno 431). Entradas generales sin numerar a $80. Jubilados y estudiantes, $50 (presentando certificación vigente). 

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