El futuro del libro. Un debate que comenzó hace rato.
Por Nadia Sol Caramella
Las cosas cambian, es sabido. La tecnología es una pieza fundamental de la cotidianidad, funciona casi como una extensión de nuestro cuerpo. Y con el paso del tiempo, irá mediatizando, aún más, nuestra relación con el mundo. Hace tiempo que la experiencia se aleja de la humanidad. La vida se vive a través de los espejos como en Alicia, vamos creando realidades mediadas por otras entidades, que tienen sus propias reglas y relaciones con el poder y la hegemonía. La tecnología cambia nuestra forma de mirar y percibir.
El acceso a la cultura también cambia. Uno de los grandes afectados por el avance tecnológico es el libro. Pasaron más de cinco mil años antes de que algún otro dispositivo le hiciera frente. El libro ha jugado un papel fundamental en la difusión de información de la cultura y la historia de la humanidad. La aparición de Internet y la información digital, está haciendo tambalear al libro tal como lo conocemos, en formato de códice y letras de tinta impresas sobre papel.
La pregunta es inminente, ¿estamos presenciando su ocaso?
La tecnología ha creado nuevos soportes electrónicos, que mantienen la estructura del libro tradicional y el pacto de lectura en apariencia es el mismo. Si nos topamos con un e-book podríamos pasar de hoja como lo hacíamos con el libro-códice. Esta hibridación, entre lo viejo y lo nuevo, es típica de los cambios en los dispositivos de difusión de información. Pensemos en el pasaje del vinilo al cd, hay ciertas pautas que se mantuvieron, las tapas, las contratapas, la forma circular, entre otras características. Sólo mejoró el tamaño, se podían llevan más cds en la mochila, o en un reproductor personal. Pero la evolución del disco siguió hasta nuestros días, con el surgimiento del mp3, que permite llevar gran parte de nuestra discoteca en un aparatito que apenas ocupa la palma de una mano. Sin mencionar la aparición del iPod que reproduce canciones y videos.
La tecnología cambia hasta nuestros hábitos de lectura. Se debe a que en el acto de leer encontramos la evolución de los soportes electrónicos. La creciente aceptación de las plataformas multimedia que ofrecen servicios en la red y que favorecen la interacción entre comunidades de individuos que comparten afinidades lectoras; ha cambiado el lugar del lector, que en esta nueva era se comporta como un usuario, que toma la palabra y comparte sus gustos e intereses. Algo que antes se encontraba en espacios de lectura, bares, bibliotecas y encuentros literarios.
Diferentes enfoques, invitan a reflexionar sobre las tendencias transformadoras que necesariamente están teniendo lugar en el seno del libro. El semiólogo José Luís Fernández sostiene que “los cambios en la lectura son 'operativos': comodidad, acceso, manipulación. Mientras la letra sea de tipografía regular, los cambios son, por decir así, 'externos' a la lectura”. La tecnología no agregaría nuevos sentidos a lo enunciado en cada texto. En cambio, su colega, el semiólogo Carlos Scolari en su “Teoría de la semiótica de la interfaz”, sostiene que todo nuevo medio: e-book mantiene las interfaces del viejo medio: libro clásico, porque las interfaces no desaparecen, sólo se transforman. Pero para interpretar este tipo de afirmaciones será necesario revisar brevemente el concepto de “interfaz”: un espacio de interacción entre lo real y lo virtual, un ambiente de traducción entre los usuarios y la maquina. En otras palabras, cualquier intercambio comunicativo forma parte del universo de la interfaz. Es decir que un mismo texto genera distintos sentidos en distintos medios. Como consecuencia, el tipo de soporte incide en la interpretación del texto, en su lectura.
En otro plano, los avances tecnológicos han influenciado directamente en el mercado editorial. “El número de libros autopublicados en EE UU se elevó de 500.000 a 3,2 millones el año pasado” afirmó Edward Nawotka - director de Publishing Perspectives- en la jornada: “Nuevas formas de lectura: un nuevo lector y negocio para un nuevo siglo" organizada en el año 2011 por la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza de España. Es evidente que la tecnología acerca cultura y la hace más accesible. Los medios digitales alientan la escritura, difusión y venta de libros, así como la lectura, mediante la formación de inteligencias colectivas y la descarga de libros en forma gratuita. Pero dependerá de nuestra sociedad permitir ese acceso o no. Esta cuestión ha sido tema de un debate intenso que se viene dando en el mundo desde la aparición de los medios digitales. En ese ámbito surge la dicotomía: copyright vs copyleft.
El año pasado se debatió canon digital en nuestro país. Algunos a favor otros en contra, lo cierto es que la cultura debería ser de dominio publico, pero la propiedad privada es una moda que no se vuelve anticuada y sigue restringiendo de la cultura a los más desprotegidos. Pero eso es materia de otro gran debate, del cual no escaparemos, porque es pura actualidad.
La posibilidad de auto-edición mediante el uso de programas de edición y la digitalización de libros han debilitado de alguna manera al mercado editorial. Abriendo las puertas de un nuevo paradigma: la autoedición, y la figura de un escritor independiente. Pero, las grandes compañías y los monopolios no se dejan vencer tan fácilmente, por esta razón están adaptándose, generando libros digitales, utilizando la web y hasta las redes sociales para vender sus productos y promocionarlos.
Retomando la pregunta inicial ¿estamos frente al ocaso del libro? Según José Luís Fernández “es evidente que el lugar del libro como soporte material de la cultura masiva se está perdiendo. La clave es si los e-books se adaptan a la arena de la playa y compiten en la distribución y lectura de best-sellers, en ese caso se convertirían cultura masiva.”
Como lo hicieron Internet y la televisión en el pasado, los e-books y el libro clásico convergerán en algún punto. Ningún soporte o medio muere del todo, sólo se transforma. El ocaso, si es que existe, no lo veremos en esta generación, pasaran muchos años antes de que el libro muera. Hay algo del tacto y de la experiencia, que vuelve al libro un elemento necesario en un pacto entre la vida y la lectura. Los fetichistas de los libros, los que tienen sus bibliotecas abarrotadas de historias y metáforas sabrán de lo que hablo: el olor de un libro enciende en la erótica del estar siendo día a día, hay algo vital en todo eso. Pero aun así, seremos testigos de las transformaciones del libro en la era de la hipertecnología.
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