por Iván Hirschhorn
by Nuchylee |
..........Juanito
era un niño feliz, dicharachero, un soñador futbolista de campito, era un nene
muy bueno, ayudaba a su mamá a amasar los ñoquis del veintinueve y se pasaba
largas horas en el taller mecánico con su papá y su tío Pepe, observando como
les daban a las tuercas, a los mates, las facturas y las charlas de hombres
sobre fútbol o política y, estando con ellos, se sentía más grande y canchero.
Juanito era un niño feliz, dicharachero, y lo que más quería más que nada en
todo el mundo era su granja de lombrices, las cuidaba, las alimentaba con
cáscaras de papa, las regaba, les ponía moñitos y les contaba cuentitos de
lombrices cuando se acostaban. Eran maravillosas, cómo Juanito además de
dicharachero y picarón era un alumno muy aplicado (y un experto en lombrices),
sabía que estos seres invertebrados eran lo que se llama hermafrodita, o sea,
eran varón y mujer al mismo tiempo, entonces les puso nombres cómo Cholo
Teresa, Claudia José, Rosa Raúl o Marcos Vanesa, pero a algunas que tenían cara
más de varón o de nena les elegía lo que iban a ser. Era la comuna de lombrices
más felices del universo. Hacían desfiles para celebrar los lunes, los mártes y
los miércoles, el resto de los días producían humus y a la noche volvían a sus
cuevitas a ver tele.
..........
Un mártes de fiesta la comarca se vio revolucionada por el nacimiento de una
larva plateada, que apenas llegada anunció a su pueblo “El amor es lo mais
bonito que puede sucederos, gracias por existir lombrices” Nadie lo podía
creer, Supamá (así se les dice a los progenitores en lombriz) le dijo “Oh,
capullito de luna, yo no te merezco, soy solo un simple obrerito”, a lo que el
reciente contestose “Tu, al igual que tu maravilloso pueblo, eres un obrero, un
obrero del amor a Dios”. La lombrizada enloqueció de júbilo ante el
advenimiento de tan buen presagio, el líder político de una era de paz, que
gobernaría con buen corazón y guiaría a su especie al nirvana.
...........Juanito
pasó esa mañana en la escuela, volvía muy contento porque traía cómo ingrediente
especial para el jolgorio miguitas de buñuelo que juntó abajo del banco de un
compañero. La iban a pasar bomba. Cuando llegó le pidió a su mamá cinco litros
de chocolatada, fue hasta el latón de la colonia y se las sirvió en chapitas de
gaseosa. Pero las lombrices estaban en otra cosa, no aparecían. Pidió permiso
en idioma lombriz e hizo un huequito para enterarse de qué pasaba y ahí las
encontró, como hipnotizadas, reverenciando y sirviendo a la lombriz plateada.
La pequeña larvita sentada en su trono de cáscara de papa, prometía sensación
revolucionaria, paz y belleza eterna, aniquilación del enemigo hasta las
últimas consecuencias . Luego se percató de que alguien le observaba y exclamó
vigorosito “Oh, tu debes ser Juanito, el que convida maravillas y de la colonia
cuida, en nombre del amor te agradezco tus gestos de buena bondad. Yo soy
Larvita Pichín, quiero ser tu amiguito y hacerte sentir bonito” y luego
aconsejó a sus amigas las lombrices organizaran una gran celebración a la
altura de tan dichosa ocasión.
...........Y
así comenzó la hermosa fiesta que nadie habría de olvidar nunca jamás de los
jamases, con miguitas de buñuelo y chocolatada, en el latón iluminado por
antorchas. Las lombrices bailaron extasiadas al compás de la música tecno.
..........En
un momento ya descontrolado de la conga, la larvita cariñosa le dice a Juanito
“Vení, Juanito, vení. Que te voy a contar un secretito”, Juanito la levanta de
su trono de cáscara con su habitual desenfado y la deposita sobre su hombro
para escuchar mejor lo que le quería decir su nueva amiguita. Y la larvita
chiquitita le dice “Bssssss, bsssss amorcito, bsss por siempre bssss bssss tu y
yo”. Juanito no entendía nada, entonces le dijo “vení más cerquita, larvita
amorosa y buenita, vení más cerquita que no te escucho”. La larvita se mete en
su oído y le dice “Yo te quiero mucho larguirucho, pero es momento de morir”.
“Bueno dale” le dice Juanito y luego lo piensa dos veces y dice “¿Eh?, morir no
es divertido”. Pero era demasiado tarde, la larvita ya se había metido en su
cerebro y depositado millones de huevesillos. Luego le dijo “morir puede ser
divertido” y lo obligó a vaciar veinte litros de kerosén en el latón de sus
amigas.
..........Y
ese fue el final de la colonia y de la corta vida de Juanito. Lo que nos deja
como enseñanza que los líderes populistas no siempre son tan buenos cómo
parecen, y que sus regímenes no tardan en adquirir características sanguinarias.
3 comentarios:
Ivan, me reventaste, estaba segura que era un cuento para niños....final sanguinario
muchas gracias che, relato engatusador como la realidá misma.
Me gustó!!!! Excelente moraleja, para tenerla presente, sobre todo en épocas de elecciones.
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