El director Mariano Stolkiner, que el año pasado puso en escena la poética de Sarah Kane, esta vez presenta Shopping and fucking del dramaturgo ingles Mark Ravenhill, una obra fundamental del “In-yer-face theatre”.
Por Nadia Sol Caramella
Casi en penumbras. La luz sobre una mesa y tres sillas. La escenografía no avanza sobre la escena, apenas aparece delineada. Entonces el despojo, la falta. Tres personajes: dos hombres, uno maduro, otro joven y una chica, están cenando, la acción se inicia cuando el viejo vomita. El vómito violenta, genera repugnancia, es el primer indicio de lo que vendrá.
A esos tres los une un triángulo amoroso. Al común de la gente no le gusta la asimetría, porque genera caos, desconcierto, los entristece. Sin embargo, estos outsiders maman vida del caos, de eso se trata vivir en la periferia, de rebotar de un lado a otro para encontrar algo, cualquier cosa que los salve un poco. El relato de esta familia queer parodia el mecanismo del consumo que hace de los afectos una mercancía. El viejo había comprado a los jóvenes, a su antiguo dueño, en un supermercado. En la acción de comprar y pagar por relaciones de amor y de sexo, el cuerpo adquiere estatuto de objeto. El consumismo remplaza toda moral, aliena y reproduce una sexualidad opresiva que lastima. El cuerpo se transforma en un arma de autodestrucción.
El viejo decidió dejar la cocaína y repite sin cesar “quiero estar limpio”, porque quiere liberarse de su necesidad de amar, de poseer, de esa dependencia del amor como del consumo de drogas. Esta salida del hogar desencadena en conflicto, los jóvenes deben salir a la vida a buscar trabajo para sobrevivir, en el camino se encuentran con un hombre nefasto, con aires de sabio, que les abre las puertas al tráfico de drogas.
Un jovencito, una especie de Rimbaud que no escribe poesía, cede al sexo por plata y algo de cariño. Entra en escena abriendo aquel triangulo amoroso, entablando un relación comercial con el viejo. Para este personaje una mancha de sangre en el calzoncillo se convierte en el fundamento de su vida. El dolor que le sube desde el ano hasta la garganta, es profundo, porque se le anuda al cuello y lo termina matando. Con solo catorce años, su padrastro le había enseñado que la paternidad era cosa del flagelo, la subordinación y el abuso del otro. Así subsiste en la trama, dejándose hacer, decir, tocar, chupar para sentir algo de la vida externa, porque ya estaba muerto por dentro.
El dramaturgo ingles Mark Ravenhill decidió hablar de ese tipo de personajes y hacer foco en la marginalidad contemporánea, exponiendo de manera crítica la exclusión social. Es curioso que esta obra se haya escrito en el contexto de los años noventa en Inglaterra y que aun así este tópico suene tan actual y universal, que bien podría desarrollarse en Buenos Aires, en Montevideo o en Pekín.
Ravenhill experimentó, junto con Sarah Kane, y otros genios británicos, un teatro que se inscribe en el autoproclamado “In-yer-face theatre”, un juego de palabras, que significa “teatro en la cara”, pero también, “teatro por atrás”. Se trata de una dramaturgia signada por el desarrollo de las nuevas tecnologías y el descreimiento del capitalismo. La palabra en esta obra adquiere un valor fundamental, el autor utilizó la crudeza lírica del realismo sucio y la palabra como construcción profunda que sirve para desenmascarar las vilezas de la sociedad de consumo y del espectáculo. Shopping and fucking es una ironía del capitalismo. Deja al espectador shockeado y herido de realidad. Lo enfrenta a su naturaleza.
Estamos ante una obra que, por suerte, es indigerible. A la que nadie, que se precie amante del teatro y del arte en general, puede dejar de ver. Porque se alimenta de la miseria de este sistema, de comprar y coger, de esos outsiders que no son otra cosa que la resaca de una sociedad de mierda, en la que todos accionamos forjando esto que somos. Los sujetos quedamos presos de un entramado de dependencias y de violencia constante. Algunos viven en las periferias de la sociedad, robándole minutos a los días para sobrevivir. Hay vagabundos, chorros, drogrones, putas, taxi-boys, dealers, que pasan inadvertidos ante la vista hipócrita del buen burgués. Esta obra nos devuelve la mirada, una mirada maldita de la ciudad contemporánea y sus bajezas.
[Ficha técnico-artística]
Autoría: Mark Ravenhill
Traducción: Rafael Spregelburd
Actúan: Eugenia Blanc, Lucas Lagré, Luciano Ricio, Daniel Toppino, Alfredo Urquiza
Diseño de vestuario: Merlina Molina Castaño
Diseño de escenografía: Santiago Badillo
Diseño de luces: Julio López
Diseño sonoro: Fernando Sayago
Video: Santiago Badillo, Mariano Stolkiner
Música original: Fernando Sayago
Fotografía: Guido Piotrkowski
Diseño gráfico: Santiago Badillo
Asistencia de dirección: Julieta Cajg, Mathias Sassone
Dirección: Mariano Stolkiner
[Funciones]
Valentín Gómez 3378
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4862-7400
Viernes - 21:00 hs (Hasta el 29/06/2012)
Entrada: $ 60,00 / $ 40,00
2 comentarios:
Gracias Nadia, es una hermosa visión de la obra.
Mariano Stolkiner
Gracias a vos Mariano, que te animas a montar obras como estas! Está buenísimo poder verlas en Buenos Aires!!
Nadia Sol Caramella
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