Por Jaime Araya Miranda


“Un náhuatl mira melancólicamente hacia las nubes. La noche derrama sus negras lágrimas sobre el cielo de México, y los engranajes del calendario celeste, con su caligrafía congelada, solo le confirman aquello que su estirpe sabe hace décadas: la matemática ha tropezado consigo misma, los números “Un náhuatl mira melancólicamente hacia las nubes. La noche derrama sus negras lágrimas sobre el cielo de México, y los engranajes del calendario celeste, con su caligrafía congelada, solo le confirman aquello que su estirpe sabe hace décadas: la matemática ha tropezado consigo misma, los números están fallando, la realidad agoniza.”


(Baradit, Ygdrasil, p. 7)


La literatura actual en el mundo ha sufrido algunas modificaciones con relación a la tradición literaria que la academia ha cultivado por décadas. La época en que vivimos está rodeada de nuevas formas de información, por lo que los medios de comunicación han sido un eje fundamental en la construcción de nuestra sociedad contemporánea. La cultura de masas y el Capitalismo son dos puntos clave para comenzar a entender los guiños que nos realizan los escritores del hoy. Dicha situación afecta también en la literatura, pues en las últimas décadas se ha experimentado una nueva forma de introducir la obra literaria, ya no solo viéndola como un objeto artístico e intelectual, sino que más bien como un producto cultural que opera bajo algunas políticas de gestión cultural para insertar la obra dentro de un mercado. Cada libro que accede a nuestras manos ha tenido un proceso de comercialización, por ende no debemos oponer una ingenua resistencia a tratar este tema porque es algo que está ocurriendo en nuestra realidad. Para Baudrillard [1] el objeto cultural ha sido desplazado de tal manera que se ha convertido en un producto que requiere de una compraventa. La literatura funciona así, no podemos negar que de por medio hay un valor económico que opera junto con los otros valores del objeto cultural. La obra es un producto artístico y cultural, pero que no deja de ser ajeno al mercado.

La pregunta inicial es ¿por qué hay un gran número de académicos que se resisten a integrar el componente masivo en la literatura? Generalmente hay un fuerte prejuicio en catalogar a las obras actuales de carácter masivo de ser poco serias o livianas en peso cultural. Estamos en una sociedad en donde el consumo y el deseo de adquirir objetos nos han llevado a tal extremo de armar complejas redes de información y políticas culturales que operan sobre las editoriales y la distribución de libros. Los objetos para Benjamin [2] poseen un aura pese al proceso de masificación, por lo que una obra literaria al momento de ser distribuída no perderá su aura o su esencia en el mensaje artístico-cultural, sino que debe más bien adaptarse a los nuevos lectores y a las necesidades de los sujetos actuales. Resulta lógico pensar, entonces, que si estamos en un sistema Capitalista neoliberal, la cultura también rozará este horizonte en donde deberá adaptarse a este sistema para así sobrellevar el arte. La industrialización del arte es algo que no podemos negar, sin embargo el aura es lo que no se pierde porque es algo que traspasa el objeto. Ahora bien lo que hay detrás de los objetos materiales, de la mercancía es el fetiche y el deseo de adquirir un producto cultural. Por lo que aura y fetiche son los componentes que le otorgan dinamismo a la literatura de masas. Ticio Escobar menciona que el aura permanece y que cada sector lo administra a su modo. La cultura de masas usa como un recurso de marketing el fetiche del deseo para generar una situación de consumo cultural.



Esto nos deja en evidencia que la cultura popular se está manifestando en las sociedades. Latinoamérica no está ajena a este proceso, sino que está inserta de un modo bastante peculiar. Somos una cultura híbrida [3], en donde la cultura popular se mezcla con el capitalismo en la actualidad, esto hace por ende que nuestra forma de hacer literatura tenga matices. Este guiño que posee nuestra cultura latinoamericana de mezclar nuestra identidad con políticas de mercados capitalistas, permite que nos encontremos con un cruce a veces paradójico pero que existe, por eso mismo no nos parece extraño ver en ferias de artesanías múltiples ejemplares industrializados de productos que son considerados “artesanales”. Esto es muy similar en la situación de nuestra literatura, pues tendemos a enjuiciar de mala manera a la literatura de masas, desconociendo realmente lo que hay de tras fondo. En resumidas cuentas hay productos buenos y productos malos, pretender que toda la literatura de masas es liviana y de baja calidad literaria es un grave error. La responsabilidad va en cada autor de hacer una obra de calidad, ya no solo entendiéndola para un goce estético o una función social, sino que además hay que considerar cómo este dispositivo va a funcionar en un mercado.

Ahora bien, este es el horizonte cultural en que se engloban las nuevas escrituras, por lo que será pertinente comenzar a delimitar la ruta que pretendo realizar. Toda esta cultura de masas globalizada está situada en nuestro caso en Latinoamérica, nuestra realidad se configura a partir de nuestra sociedad y nuestra propia historia local. Es cierto que el proceso de transculturación ha ido adquiriendo nuevas formas culturales que se insertan a las que tenemos más arraigadas. Las editoriales trasnacionales de habla hispana se insertan en Latinoamérica tras la guerra civil española y el Boom Latinoamericano es consecuencia de esta instauración de un mercado editorial. A partir de esto la literatura en nuestro continente sufre una modificación en cuánto al mercado editorial ya que grandes exponentes del Realismo Mágico serán los exponentes para el mundo de nuestro continente. Así García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, etc. y un sinfín de autores de peso para nuestra tradición literaria del siglo XX: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, José Donoso, Roberto Bolaño, etc. Son los padres de nuestra escritura contemporánea, pero cabe señalar que ellos no entran en la categoría de literatura de masas, porque dada la época en que ellos estaban efectuando su trabajo no entraban en este juego “por completo” del mercado, es cierto que fueron publicados por grandes editoriales en todo el mundo, pero debemos entender por literatura de masas a los autores que a partir de finales de los años 80s comienzan a publicar en estas editoriales. De este modo, autores jóvenes como Alberto Fuguet serán los primeros en funcionar bajo las reglas y códigos del mercado. Esto en Chile comienza a aparecer mayormente en la década de los 90s y posteriormente en la de los 00s. Sobre esto último es donde se pretende comenzar a trabajar, para identificar los dispositivos que están operando en estos autores que están publicando en trasnacionales y que son recientes. Debemos preguntarnos entonces el por qué son tan leídos y sobretodo qué estrategias usan en sus obras. Para eso tenemos múltiples autores y propuestas literarias, a rasgos generales notamos que hay una tendencia a mezclar la cultura pop en la literatura, así como veremos que hay una fragmentación en el sentido de que ya no se trabajan obras tan universales como las del Boom, sino que se está trabajando más en algo localizado, se están realizando literaturas enmarcadas en ciertos géneros, por lo cual nos aparecerán constantemente categorías como: novela negra, literatura rosa, cuentos para niños, ciencia ficción, literatura fantástica, etc. Estas categorías hacen que los textos tengan un público mayormente dirigido, así como hay una manera de especificación de cada autor.

En el caso de la ciencia ficción, hay diversos subgéneros dentro de los cuales está el cyberpunk inserto. En Chile el máximo exponente de este subgénero en la actualidad es Jorge Baradit, quién con su novela Ygdrasil (2005) instaura un nuevo paradigma que fusiona la tecnología y lo chamánico de manera que el cyberpunk tiene su variante propia en este autor. Por esto mismo nos resulta interesante revisarlo y ver qué mecanismos está usando en sus dispositivos.

En primer lugar definiré a grander rasgos en qué consiste el Cyberpunk y luego revisaré los horizontes culturales que Baradit posee basándome en la lectura previa de Ygdrasil (2005).

¿Qué entendemos por Cyberpunk?

“Cualquier cosa que se le pueda hacer a una rata se le puede hacer a un humano. Y podemos hacer casi cualquier cosa a las ratas. Es duro pensar en esto, pero es la verdad. Esto no cambiará con cubrirnos los ojos. Esto es Cyberpunk”.
Bruce Sterling


Con la cita anterior partiré explicando cuál es la estética de este subgénero de la CF. El Cyberpunk nace en la década de los 80s a partir de algunas obras que particularmente tenían en común a la tecnología como una forma de herramienta subversiva que estaba generando un cambio en la vida de los humanos. En palabras de Sterling [4] se establece “una alianza profana entre el mundo tecnológico y el mundo de la disidencia organizada, el mundo subterráneo de la cultura pop, de la fluidez visionaria, y de la anarquía de las calles”. Este subgénero comienza a tomar nombre tras la aparición de la novela Neuromante de William Gibson, en donde encontraremos que se comenzarán a desarrollar temas como la invasión del cuerpo con miembros protésicos, los circuitos implantados, alteraciones genéticas, invasión de la mente en donde las computadoras podrán acceder a la mente humana, etc. En síntesis, el Cyberpunk trae consigo una reflexión crítica y dura de la ciencia y la tecnología que están redefiniendo de manera radical nuestra naturaleza humana.

Sus personajes por ende serán hackers que entrarán en resistencia a corporaciones post-industriales, a inteligencias artificiales y sobretodo se denunciará que en este futuro diatópico hay una alta tecnología que ha reducido la calidad de vida de los humanos. Lawrence Person [5] sostiene que generalmente los personajes Cyberpunk serán sujetos “marginados, alejados, solitarios, que viven al margen de la sociedad, generalmente en futuros distópicos donde la vida diaria es impactada por el rápido cambio tecnológico” de manera que esto ya nos da una primera aproximación de en qué consiste la estética del subgénero de la CF. No es lejano pensar que los escritores Cyberpunk utilicen elementos de la novela policiaca, elementos hardcore, se inserten además en una prosa postmoderna para describir este mundo plagado de tecnología. El personaje subalterno en una sociedad electrónica es la esperanza para la humanidad, pues la tecnologización se ha vuelto salvaje e indomable para el hombre. Las novelas Cyberpunk de los 80s son las primeras gestoras de este subgénero generando más adelante todo un movimiento contracultural, en donde el cine ha intentado retratar toda la imaginería del subgénero, pero que sin duda el Cyberpunk más allá de ser una rama de la CF, es bastante crítica y próxima a nuestra realidad, solo que creemos que es una realidad subalterna y distópica, sin embargo la ciencia y la tecnología día a día van avanzando.

Sin embargo, este panorama está dado para los escritores norteamericanos de la década de los 80s, me refiero a Gibson, Sterling, Cardigan, etc. ¿Qué sucede entonces con los escritores de décadas después? ¿Pueden ser considerados como Cyberpunk?

Esta pregunta es fundamental, luego de la década de los 90s podemos identificar una nueva forma de Cyberpunk que posee pequeñas diferencias con los iniciadores del subgénero de la CF. Toda la literatura heredera del Cyberpunk Clásico es considerada Postcyberpunk, ya que se perciben algunas variantes con respecto a la idea inicial, para esto podemos identificar que hay un cambio en la actitud de los personajes, en donde en el Cyberpunk Clásico son sujetos individualistas y solitarios, mientras que en el Postcyberpunk encontraremos que sus personajes son más involucrados con su sociedad de manera que actúan para defender cierto orden social o luchar para una sociedad mejor. Otro rasgo que varía es que en el Cyberpunk Clásico es que se muestra una alta tecnología en desmedro de la humanidad, mientras que en el Postcyberpunk encontraremos que la tecnología ya está inserta en el sistema social, para esto se incluyen conceptos como tecnocracia y políticas en donde la tecnología ya está establecida y consolidada como régimen.

Este subgénero va evolucionando, pero la esencia se mantiene intacta. Otra categoría que deriva del Cyberpunk Clásico es el concepto de Biopunk. Entendiendo a este como la fusión de la biotecnología con todo lo anterior. Para esto, su estética tendrá algunas variaciones con respecto al Cyberpunk Clásico y al Postcyberpunk, puesto que se integran elementos estéticos provenientes de la cultura japonesa, específicamente del animé, así como mezcla la prosa postmoderna, la novela negra y elementos biotecnológicos en espacios envueltos en un nihilismo que la biotecnología ha cultivado. De este modo, tenemos que esta rama del Cyberpunk es de notable importancia para más adelante entender los mecanismos que utiliza Baradit en su novela.



El autor y sus propios horizontes culturales

Jorge Baradit [6] es comunicador visual y ex integrante de banda punk rock. Nace en el año 1969 en Valparaíso. Su carrera literaria se consolida cuando publica en el 2005 su primera novela Ygdrasil [7] , obteniendo el reconocimiento sorprendido de la crítica y el público. Luego, en el 2006 gana en España el premio UPC, de la Universidad de Catalunya, uno de los premios más importantes de la CF. en español, con su novela Trinidad. En junio de 2007 publica Ygdrasil en España, a través del grupo Zeta para su colección Nova, permitiéndole a Baradit considerársele como uno de los autores de género más relevante en la historia de la Ciencia Ficción chilena. Más tarde en el año 2008, la antología UPC encabezada por Trinidad gana el Premio Ignotus, mientras que en noviembre del mismo año publica su tercera novela, Synco, una ucronía acerca del golpe militar en el Chile de 1973 y el desarrollo de un proyecto de gobierno cibernético planificado por el gobierno de Allende. En Octubre de 2009, publica la novela Kalfukura, mito relato que mezcla la fantasía y las leyendas mitológicas chilenas con Steampunk y esotería pseudocientífica. Proyecto que intenta revitalizar los mitos chilenos y ponerlos en un contexto actual. En 2010, lanza el libro CHIL3, proyecto colectivo que incluye a autores como Álvaro Bisama, Mike Wilson, Francisco Ortega, Edmundo Paz Soldán y Rodrigo Fresán.

Los horizontes culturales que atraviesan la obra Ygdrasil son variados y diversos. En primer lugar tenemos que Ygdrasil proviene de un mito nórdico en donde se explica la procendencia del árbol de la vida, capaz de conectar varios mundos. El Ygdrasil es este árbol mágico que funciona como una red gigante y viva entre cada universo paralelo.

La incorporación de mitos extranjeros nos evidencia la herencia eurocentrista de nuestra tradición literaria, sin embargo, en Baradit podemos evidenciar que no solo hace una interminable red de información de la cultura, sino que además lo hace con la cultura popular y especializada en computadoras y códigos informáticos. En la obra encontraremos un sinfín de terminologías biotecnológicas que se fusionan todas para convertirse en esta novela. Pero volviendo un poco al tema del Ygdrasil, tenemos además que Baradit posee un fuerte vínculo y atracción por la estética japonesa y oriental en general, así podemos encontrar en la novela que Mariana es una especie de Ninja postmoderna, que anda tras una misión secreta. Sin embargo, el vínculo con el animé japonés es un nexo importante a considerar cuando vamos a leer Ygdrasil, puesto que este nombre de la novela y en sí la idea central de qué es el Ygdrasil en la novela está dialogando con una serie de animé llamada Digimon (1999).

En dicha serie de animé, aparece una Computadora Host encargada de mantener administrar el Digital World, y experimentar con sus formas de vida, llamadas Digimon. Debido a esto, Yggdrasil (Igudorashiru) es conocido también como la "Computadora de Control" de este mundo. Se desconoce quién creó esta computadora y qué tipo de tecnología usaron para construirla, sin embargo, se sabe que su Inteligencia Artificial es muy superior y que el tipo de tecnología que usa Yggdrasil es mil veces más avanzada que la tecnología actual. Como Yggdrasil tiene control total sobre el Digital World, los Digimon la ven como una deidad. Por esta razón, se refieren a ella como el "Dios del Digital World". Esto no es lejano a lo que ocurre en la novela.

Como segunda influencia en la novela encontramos la presencia de la biotecnología y construcciones orgánicas muy inspiradas en el artista gráfico y escultor H.R Giger. En la novela, las construcciones del Banco son verdaderas entidades orgánicas que funcionan como cuerpos fusionados con tecnología, poseen órganos simulando a la anatomía humana, inclusive sistemas de excreción en donde Mariana debe pasar para infiltrarse al sistema. Además de esto, las influencias de Baradit que operan en la novela está toda la tradición del Cyberpunk Clásico, sobretodo de Neuromante de Gibson. En ambas novelas encontramos a personajes femeninos como protagonistas que se logran infiltrar en un sistema, pero hay un rasgo que aproxima más a Ygdrasil a una novela Biopunk, ya que la biotecnología es sumamente importante para la el contexto en que se desarrolla la novela.

Ahora bien, estas influencias traídas de influencias extranjeras no solamente operan en la obra de Baradit, el elemento que la hace una novela potencialmente local para nuestra CF chilena y quizá Latinoamericana es la incorporación de un componente mítico propiamente local. La incorporación de elementos mitológicos y legendarios chilenos en Ygdrasil permite integrarnos a este mundo distópico. Toda la tradición del Cyberpunk nos parecía lejana hasta que Baradit utiliza elementos de la tradición chilena como la utilización de personajes como el Selknam, el Imbunche, el Tangata Manu. Dichos elementos propios de una cultura local le otorga un rasgo propio a la literatura de CF chilena, funcionando además como un producto cultural de exportación en donde Baradit se convierte en un exponente para el mundo editorial de la CF chilena contemporánea.

Finalmente otra influencia que le otorga un carácter propio a la obra, es la incorporación e hibridación de los elementos tecnológicos y los mágicos. Nos parece novedoso al comienzo, el dispositivo funciona de manera que se vuelve atractivo para el lector ver esta mezcla de un Biopunk más un componente netamente chamánico, mágico, psicológico, metafísico, esotérico y supersticioso. Estos elementos esotéricos incorporados en la literatura remiten al trabajo de Jodorowsky, sobretodo al de la Psicomagia.

¿Por qué Baradit utiliza tantas influencias y su dispositivo logra funcionar bien?

Las innumerables fuentes a las que acude Baradit lo lleva por construir un pastiche de códigos de múltiples culturas, sin embargo, la presencia de una Latinoamérica tecnologizada en un futuro, mezclada con un fuerte vínculo a lo espiritual y ritual del continente, hacen que estemos en frente de una lectura postmoderna porque se nos presenta contradictoria y absurda, pero que funciona bajo la lógica del mundo diegético creado en la novela. A partir de esto y del pastiche constante que encontramos en la narrativa y en los elementos que componen la obra, podemos llegar a la conclusión de que uno de los mecanismos que están funcionando en Baradit es el concepto de antropofagia.


La antropofagia en Ygdrasil

Todos los elementos mencionados anteriormente constituyen a ejemplos de que Baradit en Ygdrasil lo que emplea como estrategia es utilizar diversos códigos de múltiples culturas para unirlas en un solo conjunto. La antropofagia [8] propone que la cultura universal es perteneciente a todos y que gracias esto mismo, es posible que podamos apropiarnos o incluso devorarnos la cultura, para luego transformarla y reescribirla una y otra vez. Los elementos que utiliza los ha recibido por esta antropofagia en la manera que reescribe el mito del Ygdrasil, lo fusiona con la estética Cyberpunk, con en animé japonés, le añade además componentes propios de la cultura chilena (en los nombres que utiliza para sus personajes). En resumidas cuentas lo que Baradit hace es presentarnos un futuro con fronteras difusas en el sentido de que esta mezcla de elementos culturales se fusionan y nos otorgan un producto cultural de tan impacto que lo ha llevado a una escritura lúcida, bizarra y cargada simbolismos.

“Baradit ha hecho una cruza mutante entre José Donoso, Cris Carter y Clive Barker. O de Sade mezclado con Chuihuailaf. Ygdrasil tiene todo lo que debería tener – y no tiene - la raquítica literatura fantástica chilena: riesgo argumental, sexo duro, fantasmas low fi, monstruos sadomasoquistas, delirante tecnología de avanzada, una tragedia cósmica y una protagonistatodoterreno, Mariana, una mujer dispuesta a dar y recibir dolor en singulares y retorcidas formas.”


Álvaro Bisama
Cuando leemos Ygdrasil estamos enfrentándonos a un sinfín de información que está comprimida en la novela, el simbolismo está constantemente presente en los capítulos, los nombres de los personajes remiten a mitos nacionales (Imbunche, Selknam, Tangata Manu), además hay descripciones de lugares concretos y a la vez lugares virtuales, los sueños de Mariana y las constantes apariciones del Tangata Manu evidencian que hay un desplazamiento del concepto de territorio, ya no solo entendiéndolo como espacial, sino simbólico y virtual, el Internet trae consigo una nueva forma de percibir la realidad, pues en Ygdrasil se convierte en un espacio de coexistencia entre vivos y muertos, he ahí la importancia de apoderarse de ese territorio virtual porque será el único lugar en donde la vida humana puede trascender. Lo virtual se vuelve en resumidas cuentas una versión avanzada del más allá, así se da paso al tema de muerte y la transitividad, a las identidades migratorias y fragmentadas.

Además de esto hay un simbolismo Religioso y metafísico que le otorga mayor complejidad al texto, es una novela profunda y muy metafórica, esto es muy enriquecedor porque generalmente la CF está alejada de temas tan polémicos, siempre recae en la CF el prejuicio de que es una literatura de evasión, sin embargo, Baradit nos demuestra lo contrario, nos propone una lectura entretenida y cargada de simbolismos. Este dispositivo además entra perfectamente en la industria editorial y pese a tener rasgos tan locales, el pastiche que hace de estos, permite que pueda ser leída por múltiples lectores de diversas culturas. Un norteamericano podría leer esta novela y hacer un diálogo con Neuromante de Gibson, un europeo podría hacer un guiño con la cultura nórdica, un japonés con las características propias del animé dentro de Ygdrasil y por supuesto: Latinoamérica puede hacerle una lectura a partir de nuestros propios rasgos.

Quizá resulte un poco extraña la novela, pues está tan cargada de elementos y a la vez se convierte en una novela de CF chilena por excelencia, es cierto que hay una serie de códigos que se presentan en ella, pero este gesto de la hibridación máxima es una notable representación de lo que es la sociedad chilena y si lo pensamos aún más allá de lo que es Latinoamérica. Ygdrasil es violenta y dura, bizarra, ecléctica, profunda y simbólica. Tiene múltiples elementos que nos definen y pese a enmarcarse en un subgénero de la CF como lo es el Cyberpunk (que yo más bien lo definiría como Biopunk) la gran riqueza antropofaga de Baradit en la novela permite que Ygdrasil sea un portal a múltiples textos. En él podemos encontrar toda una tradición literaria y además visual, estética, pseudocientífica, mágica, religiosa, moral, social, etc. Posee muchos elementos para que funcione dentro del mercado, por eso Leerse a Ygdrasil es un portal de la CF chilena.




Blibliografía complementaria:


[1] “La ilusión y la desilusión estéticas”, 1994.

[2] “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”
disponible en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/Benjamin1.pdf

[3] Culturas Híbridas, Estrategias para entrar y salir de la Modernidad, Mexico, Grijalbo, 1991

[4] STERLING, 1998: 21

[5] Lawrence Person,"Notas hacia un Manifiesto de Postcyberpunk", primera publicación en Nova Express edición 16 (1998), posteriormente publicada en Slashdot.

[6] http://www.baradit.cl/

[7] BARADIT. Ygdrasil. Chile, ediciones B, 2005. 270p. (Colección Nova)

[8] Franco Carvalhal, T. “la noción de antropofagia y sus alcances para la crítica latinoamericana”

4 comentarios:

Marcelo dijo...

Che! excelente ensayo, creo que debemos empezar a leer más de este autor chileno Baradit. Felicitaciones.

Alondra dijo...

buenísimo! se agradecen este tipo de cosas.

Emiliano Navarrete dijo...

Existe una tesis de Magister sobre Ygdrasil, donde se concentra en el personaje Mariana, la sicaria.

http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2007/borotto_i/pdf/borotto_i-TH.back.1.pdf

Ygdrasil es un poemario, escrito en prosa libre, es la lanza de Longinus de la actual generación literaria de fantasía y ciencia ficción.

Ygdrasil es la novela fetiche de Baradit, todos los personajes de esta novela aparecen en Synco, Trinidad, Kafulkura y Karma Police.

Baradit tiene el afán de hacer el libro de su vida, su libro son todos sus libros que interactúan, hablan a través del karma.

Y si, concuerdo que Ygdrasil tiene mucho de Digimon y de Antropofagia, tuve la suerte de entrevistarlo para mi documental.

Me gustó el ensayo, espero que vengan muchos más con esta calidad, yo me dedico más a la crónica y al homenaje, aunque hago el esfuerzo de no discriminar conceptos ni palabras académicas.

UN gusto leerlo.

jorge baradit dijo...

Honrado por tus palabras, qué más puedo decir.
El análisis está increíble. Quizá el diálogo con Digimon haya que explorarlo más. La verdad no tenía idea de ese mundo salvo el nombre. Si se parecen tanto hay algo que explorar.
Gracias!

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