Davove / Ser polvo
Será que uno quiere ver a veces el cuerpo en el texto. Como si se tratase de una verdadera apoteosis, o a la inversa del credo niceno-constantinopolitano, la carne se hace verbo. El poeta (autor literario por antonomasia) es un demiurgo diminuto, verdugo y redentor, que hace holocausto de sí mismo para pasar a ser letra, soplo, tóner, y así garantizar su eternidad.
Será entonces por eso que uno busca al Santiago Dabove vivo y eterno detrás de sus muertes fraguadas.
Experimento ahora un doble temor: y es que al leer sus textos, creo estar resucitándolo. Y cuanto más leo (aspirando furiosamente el tóner volátil) más vive ese muerto. Yo, vampiro invertido, chupando tinta para darle vida, no se si tengo miedo de no poder saciarme nunca de resurrecciones, o de ser esclavo del oficio al cual me ataron sus letritas poderosas.
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