Después de todo, miré donde no quería. En vano, quizás.
En vos, lo vivenciado allí estaba percudido. Eran libros viejos.
Supongo que te dirás errante por llegar inútilmente temprano a ese lugar no destinado a ningún momento.
Un pequeño momento, para decir.
Un oportuno momento, donde jugarlo todo tuviera sentido, sin importar los resultados.
Supongo que te habrás dicho errante, pasado el efecto del alcohol, al no haber contenido aquello atrofiado por una posibilidad truncada.
Estúpido no. Poeta arriesgado.
Reivindicado en tu impronta, ya nada te arrepiente.
Releo, releo, y por fin… miro, donde querías.
Ahora te miro.
De tus percudidos pensamientos, mis páginas con olor a nuevo.
Comprensible el tiempo de las escrituras.
Burlón el tiempo nuestro.
Sospecho con temor, que quien ha errado, en realidad, fui yo.

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