Damnatis et redemptoris

Déjese testimonio de esta resolución:
Yo no quería tenerme pero me tuve igual.
Dos meses antes de término,
siete meses antes de la conformación del cerebro
me tuve entre brazos
empujándome adentro y afuera.
Me di a luz muy pequeña;
desde cierta distancia recordé algunas aguas
que cuando me partí en dos se abrieron
dejando pasar mi ejército entero
hablando, para remar en ellas,
lenguas peligrosas con la lanza punta arriba:
Ymakh shemó vezichró

No vino la crecida, ni vendrá
me perforé la espalda y no pude verme nunca más.
El médico dijo que empuje.
Me expulsé perfectamente limpia
para amamantar a mi tierra de leche nueva
que el viejo luego vendió por dos złotys, allá afuera.
Aunque no quería dolerme, así fue.
Esa es mi familia, atraviesa cuerpos.
Yo soy mi familia.

Ymakh shemó vezichró

La vieja no quería tenerla pero la tuvo igual
nos rompimos la cabeza juntas, hermana
lo recuerdo: bailamos adentro apestadas
cada vez más despacio en el festín de lucecitas
hasta quedarnos quietas, cansadas de patalear.
Entonces pasó el gran barco por encima
que nos llevó a otros puertos
quizás más lejos de acá o más cerca.
Nadamos a cuestas, nuestras cabezas pegadas
por la culpa de la vieja.
Esa es mi familia, atraviesa pronósticos de lluvia
que terminan siendo sequías.
Vos sos mi familia.

Ymakh shemó vezichró

Pero yo no hice mi agua para quedarme en ella:
tengo el estómago vacío.
Hace dos meses que en el campo solo quedan dos gallinas
--una de ellas tiene mi nombre.
Ahí, están tus otros hermanos
los que decían que la batalla estaba por ganar.
voy a cargarme, jugar conmigo por un pedazo de pan.
voy a aprender todas las palabras que alguna vez quise decir
hasta olvidarlas de nuevo.
voy aprender a mirar dos veces la calle antes de cruzar el mundo.
(Están bien las intenciones, pero temo que por entonces seré vieja).


Hermana, ¿cuándo podré enseñarte todo lo que sabías?
¿Jugarás con pájaros?, ¿habrías podido predecirnos?
Los médicos decían que íbamos a ser así
que nos tuvimos para irnos.
¿Sentiste algún dolor?, ¿lo siento yo ahora por vos?
¿Todo lo que no pienso está adentro tuyo?
El dios epidural de los que no hablan ni piensan,
sin saber por qué, también lloró por vos y
lloró por mi niña como recién nacido
no sintió cómo rasguñábamos el Muro
en el que hoy apoya la frente.

| Sobre la autora |

Carla Chinski nació en Buenos Aires en 1995. Es Licenciada en Artes Combinadas (UBA) y está cursando la Licenciatura en Artes de la Escritura (UNA). Realizó talleres de escritura con Laura Galarza y Federico Falco, y talleres de lectura con Guillermo Saccomanno. Tiene un libro de cuentos inédito y colabora con revistas culturales digitales. Le gusta traducir en su tiempo libre.

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