El universo de El Perrodiablo se amplia una vez más con la aparición de Cacería, su trabajo más reciente, editado por Oui Oui Records.
Por Gabriel Feldman
El Perrodiablo siempre salió a defender su rancho.
Su discografía puede leerse como una carta de amor a ese rock que ya no abunda
(y a veces es tildado de demodé): “el ruido ancestral, el de los dientes crujir”,
como lo define Ariel Minimal en “La madre de todas las artes”. El límite es
Pomelo, los pomelos que pululan.
En “El bardo”, tercer tema de La bomba sucia (2007), Doma cantaba: “No me digas como, ni dónde,
por qué, ni cuándo, sé de qué se trata el bardo”. Años después, en la tan
vitoreada “Fito Paez” (Orgía
políticamente incorrecta, 2009), dejaba las cosas más claras aún: “No soy
la banda de sonido para festejar a tus amigos. No distinguís la calma de la
quietud, no distinguís la latitud de la
longitud, no distinguís la pose de la actitud, pues pose es actitud con las
piernas rotas y el alma floja”. Y en El espíritu (2012), seguían insistiendo
(como no seguir insistiendo): “Ganas de cambiar algo, ganas de hacer mierda
todo, sí tras capas y capas de maquillaje, esconden los caretas, disfraz y
camuflaje” (“No califica”).
Cacería, editado
también por Oui Oui Records, es un
paso más en la batalla. Se fueron a los Estudios ION y con la producción de
Gualberto De Orta (guitarrista de normA) que los conoce muy bien y los viene
grabando hace tiempo en su estudio de Tolosa, conjugaron un sonido donde
desfachatez no es desprolijidad. Guitarras nítidas y la voz bien al frente,
estridencia y claridad. Cada instrumento en su lugar y una bomba molotov en el
rincón. La percusión de Andrea Álvarez, invitada de lujo, hace estallar a “El
cristo de los futbolistas” y a cualquier tipo de “Pacto de no agresión”. Una
potencia tan cerca de los primeros discos de Iron Maiden junto a Paul Di Anno como
de MC5. “Soy un tornado metido en un bolsillo”, repiten en “La guerra
psicológica”, sintetizando “Kick out the Jams” y “Running Free” en una frase. “Seguiré mi ley hasta donde el camino se
desviste…”, cantan a coro después, en cuero, con la lanza, el bastón, la
rodilla destruida, los pantalones bajos, y los dientes flojos, pero la frente
alta para escupirte sus verdades (te guste o no). “El resto del viaje es
turismo de voltaje”.
El Perrodiablo no es una banda nueva, ¿cuándo dejás
de ser una banda nueva? ¿O eternamente banda nueva? ¿Importa? “No es mi
negocio, no es mi trabajo. No estoy acá por un pedazo. No me arrastré por un
contacto, para pertenecer a este teatro”, arranca Doma en “Medicina”, con su
estilo bravucón. Cada una de estas nueve canciones es un dibujo más en las
paredes de las cuevas, donde El Perro honra al sol (“Y si no está escrito, lo
escribo yo”, “Chazarreta”). Así son las cosas para ellos, es blanco o negro, no
hay tutía, y no es cuestión de formas, como escribió Vicente Luy: O vos me
formás / o yo te formo.
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