por Nicolás Loreto
Afuera
by Agnes-cecile |
Al último suicida
Lo devoran cuervos fantasmas.
Fuimos despiadados
Bestiales costras de acero impenetrable
Incapaces de mirarlo
Colgante, de su tumba vaivén.
Vivo en una ciudad tan grande como
desprotegida, a las afueras de la junta principal. A decir verdad son unas
hectáreas mínimas que me protegen del amasijo y la polución, en cierto modo.
¿Soy
un anacoreta, un náufrago, un fugitivo o una especie de sobreviviente? No lo
se. No me importa.
Al
cadáver que cuelga desde mi ventana nadie viene a reclamarlo.
Apareció esta mañana, a eso de las cinco. Mis
ojos, descreídamente, intentaban dar forma lógica a ese bulto que tambalea
desde una rama del árbol. No me animé a acercarme, fue mejor mantener una
distancia diría… respetuosa.
De
repente creí que era necesario ahondarlo. Comencé una búsqueda que arrastró algo
mío. Sin embargo he recibido las mejores recompensas.
Bien.
Creerán ustedes que mi estado anímico era fatal: un cuerpo inerte colgaba a
metros de mi rancho; sin embargo, más que espanto, sentí una calma nostálgica,
un alivio desahogado.
Arrastré
una silla hasta la ventana que daba al verde y con un cigarro encendido observé
al árbol y al cadáver. El árbol y el cadáver, el árbol y él cadáver, el árbol y
el cada - ver. Pensé lo siguiente:
A un brazo de mujer
Lo arrastra el río,
A lejos,
Desaparece.
Alce al pasto
Lleno de moscas,
No camina,
Desaparece.
Titánico recuerdo,
Ave astuta
La locura.
Un segundo
Y desaparece.
Mi
razonamiento tiñó a mi rancho de arena blanca, algo sucia… algo manchada. Rojizos
escarabajos decoraron los marcos de la ventana. Entre mis pies brotaron gigantes
llagas negras, con aroma a incienso. El lugar se invadió de polillas gris -
ágata, que zumbaban mis oídos, sádicas, con armonía estridente y tajante. Las bestias
salieron del placard, haciendo un espantoso sonido bajo, llano, muy pesado,
seguido de un chasquido metálico seco. Una por una fueron formando un círculo a
mí alrededor: hermosas figuras relucientes por el acero, industriales, de ritmo
militar. Tomaron mi cabeza firmemente, de un tirón la arrancaron, y elevándola,
como en un ritual ceremonioso, cantando versos indescifrables, la alzaron hasta
el árbol donde yacía el cadáver.
Frente
a él no pude más que verme a mí mismo. Un resto de carne sin ojos que perfumaba
el ambiente con esencias putrefactas. Mis sienes liberaron las espinas, de a
montones las soplaba el viento como nubes negras.
Del
bolsillo cayó una hoja gastada diciendo:
Mujer,
soy un destructor.
[Sobre el autor]
Nací en Pergamino (Prov. de Buenos Aires) en 1990. A los 18 me fui a vivir a Rosario para estudiar Psicología, carrera que por el momento dejé de cursar pero quizá retome. En esta ciudad armamos una banda de rock: "Caramba" donde escribo letras de canciones y poesía que recitamos en los shows. Tengo la idea de publicar pronto, en papel, algunos manuscritos (cuentos y poesías). Por lo pronto sigo trabajando en mi formación, que es plenamente autodidacta.
[Contacto]
https://www.facebook.com/nico.loreto
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