Tras la visita de Daniel Johnston, una crónica en primera
persona sobre las sensaciones que dejó su paso por nuestro país.
Por Lucía Alvarez
Ilustraciones: Pedro Mancini
Escuchen
y les contaré una historia
Acerca de
un artista que está envejeciendo
Algunos
irán tras la fama y la gloria
otros no
son tan intrépidos.
Esta vez
es cierto. El show suspendido y reprogramado se confirma. Daniel Johnston se
presenta por primera vez en Argentina, y la librería de comics Moebius Liceo
organiza una muestra de sus dibujos originales con venta de merchandising. Como
parte del “moebius staff”, mi trabajo consistirá en vender posters, remeras y
prints autografiados. El día anterior chequeo el número de asistentes
en la página del evento: 200, 500, 700, 1000...
y esa noche no puedo dormir.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk80acxE2nSieqAFO_it_uw0G3wBPrAaKxF8QMWRnWzrOkMKfjxg2tJVYRdlSNsw_kphvYeNzITWf_fy5CSAqoUam06cHjwe4-9VVDbIGtcPUraGhlg88zkEdqms7dO4LRdyXACMyakAuM/s320/Daniel.jpg)
El arte
de Daniel Johnston parece tener una base lúdica que se abre a partir de la
espontaneidad. Se aparta de la canción edulcorada y plástica para llegar al estado
musical más natural, a un rock-pop desprolijo y sucio. Más allá de las
desafinaciones y de los acordes imprecisos, se descubre la sensibilidad de
quien logra componer canciones delicadas y hermosas. Tal vez la mayor sabiduría
de Johnston se encuentre en la poesía de sus letras, en las que en un lenguaje
muy sencillo y aparentemente naif filosofa acerca del amor, el arte, la soledad
y la incomprensión:
Las
mejores cosas en la vida en verdad son gratis.
Pájaros
que cantan y abejas que ríen.
“no me
entienden” dice él “el sol no brilla en su tv”
Llega el día de la
muestra y el Patio del Liceo es un collage de pelos multicolor y camisas
escocesas. Las obras llegan tarde y la muestra se monta en diez minutos. Mil
chicos se agolpan frente al stand del merchandising. Algunos afortunados podrán
comprar los pocos cassettes y cds que aparecerán furtivamente. Otros reclaman
los comics que no llegaron. Trato de cumplir con la tarea que me toca en medio
de una vorágine de fans. De repente, lo inesperado: silencio total, y el niño
gigante entra al local de comics. Absorto, observa la variedad de libros y
hojea algunos, sin prestar atención a los chicos que a su alrededor lo
fotografían. Con un Sky Masters of the space force de Kirby en sus
manos, da unos pasos recorriendo el local. Finalmente, la burbuja del niño
gigante se rompe y se escucha una voz aniñada y chillona: “thank you,
everybody!”; y todos aplauden y gritan, porque tuvieron la suerte de
compartir juntos ese instante mágico. Johnston se va. Cientos de chicos lo
siguen, haciendo caso omiso a la advertencia: The artist walks alone.
Más tarde
encontraremos tarjetas con dibujos, frases en un intento de inglés, pequeñas
obras de arte dedicadas al ídolo que quedaron desperdigadas por el patio. El
resto serán fotos y anécdotas. El niño regresa a la burbuja. Hasta que vuelva a
romperse, y de su arco iris de tinta broten ranas alienígenas y patos
espaciales.
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