Ignacio Castillo editó Impulsos, su segundo
disco, una joyita del año pasado que queremos rescatar. Se trata de una propuesta artística que suma nuevos colores e intensidades a la
mixtura musical del oeste.
Por Yésica Inés
Impulso es, por
otra parte, la fuerza que lleva a la acción a un cuerpo en movimiento o en
crecimiento, y el crecer implica estar en contacto con otros, se trata de la
reflexión sobre uno mismo y los demás: “existe, mucha gente, esperando que
alguien diga algo, somos muy pacientes cuando vamos a revisarnos la cabeza, y a
decirlo de una vez”
Para “La perdida”, Castillo se rodea de un profundo intimismo:”cuando las paredes no respondan estaré, cuando el viento no vuele a tu pelo estaré y si yo no salgo de mi pieza estaré, alguna vez pensé en despertarte no lo haré” En “Resfríos” y “Con matemática” vuelve a la complicidad y a la frescura de los sonidos dulces con los que inicia el disco.
Se conoce como
impulso al deseo o emoción que nos lleva a actuar de manera intempestiva y sin
reflexión, “Reflexionar” busca el
impulso sin embargo: “yo sé que no quiero irme de acá, necesito estar sentado
en mi sillón, pensando en reaccionar”. La melodía apacible acompaña el ritmo de
los pensamientos, la guitarra marca el pulso de esa necesidad, los ruidos de la
mañana terminan por forjar la atmosfera perfecta para engendrar la próxima canción:
“Somos divertidos”, la reiteración del sábado, todos los sábados, y esa que no
llega: “Los chicos me dicen, boludo no te bardées, es sábado tenemos que ir y
tomar cerveza, a veces lo hago, pero casi siempre estoy acá, armando una canción
para alguien, que no llegara”. Sobre el final “Compleja”, una canción de amor
simple, coros dulces, arreglos sutiles y una guitarra más folk nunca apura los
sentimientos que afloran una necesidad vital: “te quiero entretener, no salgas,
no salgas”.
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