Selección por Nadia Sol Caramella
luego de mi telaraña afectada por sustancias,
ricardito me llevó a las habitaciones de arriba
salté en la cama y al bajar, choqué con tres muertos:
eran los padres y un gato feísimo del dueño de casa
¡está de fiesta hace tres días y no debe ni acordarse! gritó ricardito.
unos días después encontraron los cuerpos, el hijo no dijo nada,
encierro, electroshocks y baba para el roquerito asesino.
ahora vive en texas rogando por frutas tropicales.
...
salimos, cruzamos unos diez pinos altos
como cuando uno piensa en los pinos si se los imagina.
música, esquina, muslitos, sofocos y jadeo,
directo al centro go-go, la joya de los 60.
entró un chico con una camisa de flamencos calientes,
como de perlas rosadas si se movía,
pelo hasta la pera: llegaron tres y le dispararon,
la bala entró por la nariz,
cabeza pez globo, vena arenosa, violeta ¡bang, bang! liquidado.
sus amigos se quedaron mirándolo extrañados:
nunca lo habían visto muerto
en otra esquina un aparatito desde japón
hizo pistear a dos tipitos: tico y bull, dos que ya me conocían,
no tanto como yo a ellos. un destello doblaba esos días,
hasta que una fábrica de confites de treinta pisos
quebró el sol hacia adentro.
pedimos rumba para no pedir sexo,
pedimos rumba para lamer el piso, besuqueándolo,
limitando sus orillas de tierra.
...
hola, ricardito. entrá.
no pongas esa cara, no estamos en el cine,
desplumás el misterio de la pena que entra
por cualquier lado ¡la muy hija de puta!
un close up y él tira cocaína sin preguntar sobre qué libro.
somos raquíticos queriéndose igual,
al fin y al cabo, escapando de nada.
en una palma bebió el tiempo
estrellaba el auto, retrocedía y, si se lo pedía,
se golpeaba hasta ver su cráneo escurrirse.
su madre le había traído coca de estados unidos
porque era más barata, le dijo tomá: o te curás o te rompés,
enrollándose el pelo con latas de gaseosa vacías,
estaba muy arrugada por haber cruzado a méxico,
compró un arma 765 y cincuenta cartuchos; mientras ella hablaba,
quise arrancársela e imaginé dos robos al banco popular de cali,
un asesinato al tío abusador de mi prima dulce
—si en las fiestas bailaban, el por detrás le tocaba las tetas—
una para ricardito y otra para mí.
ricardito mató a pedradas al pavo real que su madre adoraba:
ella decidió no tener más hijos.
| Sobre el libro |
“Amo los remixes. Hace tiempo no me topaba con uno tan bueno y tan fuera de la música, lugar donde más abundan. Amo a Caicedo. Y amo ahora el diablo se aterra por la velocidad que me obsequió. Flavia Calise ingresó al cuerpo y al alma del chico tartamudo de Cali y lo hizo suyo. Su disco/poemario/novela-en-esquirlas está inspirada en su relectura de ¡Que viva la música! y la hace propia y la acarrea a su universo particular. Como Kevin Shields remixeando a Yo La Tengo. Antes eran dos, ahora son tres y todos ganamos en esta apropiación erótica y sensual.” Alberto Fuguet
| Sobre la autora |
Flavia Calise nació en Buenos Aires, en 1992. Es poeta, performer y actriz. Publicó más de diez títulos, entre ellos, mientras te llamo diseño mi tumba (Concreto Editorial, 2021) y sin fantasía nadie nada (Mansalva, 2024), también publicado en españa (Editorial Liliputiense, 2025). Fue parte de la antología poética Martes verde de poetas por el derecho al aborto legal. Actualmente dicta el taller de corrección poética y performance “es importante besarse bailando de vez en cuando”, la clínica de obra multidisciplinar itinerante “clínica radiante” y escribe canciones con músicxs de la escena actual.
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