Selección de poemas inéditos de la poeta mexicana Claudia Rangel. 

curadoría y collage Nadia Sol Caramella




 Más culero que estar triste


Recorres una casa embrujada mientras las personas que te aman

ven por la ventana.


Ven las sombras, pero no escuchan las voces.

Cuando escuchan las voces, no ven las garras. 


Aquí, los pájaros tienen hambre.

Los animales lloran por sus crías

y sus gritos cortan la tierra

que se queda estéril


La poesía acaba en un acantilado que traga la voz de las palabras. 

Aquí no nace nada. 

Es imposible aprender algo.


...


Nosotros los hornys


estamos dispuestos

a cocinar,

ver cine de arte,

usar skincare,

pasar horas en una app deslizando a la izquierda

buscando matches en un radio de 200 km a la redonda. No nos da miedo

que nos arranquen los vellos del culo con cera caliente,

ni los hilos dentales, ni los kiegls

ni las sentadillas y si se requiere, nos desharemos

de nuestro gag réflex. Haremos lo necesario

con tal de cumplir nuestra misión.

Más que ser una responsabilidad cívica y un deber social

es una cuestión de honor.

Nosotros, los calientes, no hacemos promesas que no podemos cumplir.

Es hora de poner la bala donde ponemos el ojo.

Estamos listos para las risas falsas, los chistes malos

amigos insoportables e incluso familiares entrometidos y mascotas escandalosas.

De ser necesario saldremos solos

y nos meteremos cocaína para que se nos baje la peda

o no nos meteremos para que sí se nos pare.

Haremos. Lo. Necesario.

No dudaremos en mentir,

arruinar amistades, romper relaciones y engañar a nuestras parejas.

Estamos listos para tomar las últimas medidas

y si todo falla, nos subiremos al asiento del copiloto

en el uber camino a casa, a ver si tenemos la suerte

de que el conductor sea mañoso

como nosotros.


...



Pudimos haberlo perdido todo, pero no hubo tiempo


Solo existe lo que se enuncia.

Nos tomamos de la mano y miramos la marcha

como en una película.

Ya habíamos estado aquí.

Éste no era nuestro primer apocalipsis.

Una vez en la televisión vimos un glaciar del tamaño de un estadio de futbol

caer al mar.

Tuvimos miedo, pero no dijimos nada.

Nosotros también hemos perdido cosas.

Pasó lo mismo en el vuelo de regreso a la ciudad

cuando creímos que el avión se iba a caer

y nos quedamos callados. 

Solo existe lo que se enuncia. En el nombre sea de Dios.

Jamás pensé que dejar abierto el grifo del agua

nos quitaría tanto.


Cientos de estrellas fugaces aparecen de pronto en el cielo.


No hay futuro decía un cartel

Las protestas llegaron con la primavera,

aunque el problema empezó antes.

Las tormentas empeoraron hasta que dejaron de impresionarnos,

pero los deslaves y terremotos sí lograron partirnos en dos.

¡No es tiempo ni lugar para sueños! Grita alguien de la multitud.

Pero si soñar es lo único que nos queda, dice mi amante.

No supe si estaba bromeando o si de verdad estaba triste.

Pienso en la mujer que después de que se canceló la ceremonia

se comió su pastel de bodas ella sola

a lo largo de varias semanas. 

No existe lo que no se enuncia.

La gente que protesta siempre tiene las uñas enterregadas,

así sabes que sus manos han estado en las tumbas. 

¡Es hora de despertar! Alguien responde. ¡Es lo único que no nos han robado!


Las estrellas alumbran la cara de los manifestantes en matices rosas y amarillos.


Yo pregunto en qué se parece un huracán a

los niños que dibujan soles con caritas sonrientes 

y guardan sus colores en mochilas a prueba de balas.

Mi amante pregunta si hay algo verdadero qué salvar y me aprieta la mano.

No sé si está jugando o intenta ser romántico. 

Un barco se queda varado en una costa que no estaba ahí antes. 

El capitán no puede creerlo. ¿Cómo pudiste?, piensa.

Se refiere a Dios.

Dios no responde.

Yo trazo con mi dedo en la palma de mi amante:

Si alguna vez tengo que identificar tu cuerpo en la plancha de una morgue

no sé si querré tocarte,

pero sé que me arrepentiría si no lo hiciera.


Todo palidece en un blanco incandescente que consume todo,


Nos damos un beso y la marcha nos rodea

con bocas y dientes cada vez más grandes que amenazan con tragarnos.

Quisiera preguntarles en qué se parece una inundación

a los domingos por la tarde, 

pero qué puede decirle alguien que conserva algo 

a alguien que ha perdido todo.

Nosotros no cargamos con ningún letrero. 

La sequía no se lleva el agua, solo la esconde de nosotros. 

Ahí siempre han estado los océanos.

Nos abrazamos mientras la protesta nos devora y alguien vocifera

que solo reclaman lo que también es suyo,

hasta que nuestra carne los deja mudos a todos


como si alguien hubiera encendido las luces en una fiesta.






| Sobre la autora |


Claudia Rangel. Lic. en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara, México. Sus poemas han sido publicados en, Los papeles de la mancuspia, Apócrifa, Revista Literaria Monolito, Poetripiados, Granuja y los fanzines Áspera Music Men Ruined for Me Vol #1. Traductora al español del poemario Altiplano Subtropical de Kimberly Kruge. Participó en la lectura de inauguración de Guadalajara Capital Mundial del Libro 2022, Caudal de Palabras de Chile en 2022, en el canal de YouTube de El Noticiero de Poesía entre otras lecturas y presentaciones de libros.


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