Elegimos nuestros 14 libros favoritos publicados por editoriales independientes en el 2020, desde Escrituras Indie pensamos que hacer un recorte de los que consideramos los favoritos del año pasado no era algo que se podía hacer desde una sola perspectiva, así que como siempre apelamos a lo colectivo e invitamos a Brenda Algozino de Dime que lees, Milagros Pérez Morales de No tan Puán, Agustina De Diego de Agus recomienda, Elizabeth Maia Graviotto de La ladrona de libros, Nahuel Lardies de Hablar de poesía, y a Stefania Agoglia y Victoria Claramunt de Somos historias para que nos compartan sus favoritos del 2020.
Escrituras Indie
Realidades, de Susy Shock (Muchas Nueces)
Este año salió una gema editorial que reúne la poesía de nuestra queridísima Susy Shock. Una edición cuidada, con un arte de tapa original y como si fuera poco, dibujos del inigualable maestro León Ferrari, uno de mis artistas preferidos. Leí el libro ni bien salió, me quedé un ejemplar y desde entonces me acompaña si estoy caída o simplemente sin ninguna clase de fé.
Elizabeth Maia Graviotto, de La ladrona de libros
Vidrio, de Gabriela Borrelli (ClubHem)
Hacia atrás, la nebulosa que forman los recuerdos fragmentados en la memoria. Hacia adelante, la incertidumbre de no saber qué pasará acompañada de la certeza de tener que volver a habitar un lugar en el que ya estuvo: el pabellón de la cárcel de mujeres. Un crimen, drogas, violencia, silencio, amor, obsesión y la literatura como vía de escape. Con todos estos elementos Gabriela Borrelli Azara construye un combo explosivo con una protagonista cuya voz retumba en un cuarto donde resuenan los ecos de una historia que se lee en carne viva.
Brenda Algozino, de Dime que lees
Larga distancia, de Tali Goldman (Concreto)
Cuentos que exploran la soledad que se puede tener aún estando rodeados de gente. En estos relatos los personajes parecen experimentar una larga distancia contaste.
Agustina De Diego, de Agus recomienda
La forma del río, de Violeta Sticotti (Trench editora)
Un tipo especial de misterio. Así se anuncia en su primera oración este libro pequeño y potente, en viaje. En movimiento entre un diario íntimo, un poema largo, una confesión de amor a todo, una invasión de animalitos que va tomando la ciudad, Viole construye un primer libro que es alegre, afilado y cambiante, que crea una conversación entre formas que permite que las cosas brillen a través de su prosa pícara y de sus preguntas hermosas que llevan.
Milagros Pérez Morales, de No tan Puán
Siberia, de Daniela Alcívar Bellolio (Editorial Beatriz Viterbo)
Siberia es una novela testimonial que ahonda en el duelo, escarba en la herida abierta, habla sobre la pérdida de un hijo. La novela en un principio es un fluir de ideas, un conjunto de textos que rememoran aquellos lugares de la infancia marcados a fuego, algunos de esos amores que se han querido hasta morir un poco en el intento, un muestrario del dolor en sus diferentes formas. Sin embargo hay un quiebre que se da en la historia y que existió mientras se escribía el libro. “Llevo en el vientre un hueco infinito de dolor. Un vacío literal de vida, ahí donde mi hijo hasta hace una semana nadaba olvidado de todo, tibio y lleno de futuro. Ahí: un hueco interminable de desesperanza." Cada palabra de este libro tiene una belleza indescriptible y a su vez contiene tanta violencia que nos convierte en observadores fascinados ante el equilibrio de su autora frente al abismo.
Stefania Agoglia, de Somos Historias
Especie Salvaje, de Denis Fernández, (Notanpúan)
Este libro de Denis toca un problema fundamental, me parece, de la escritura contemporánea: la función simbólica del lenguaje (directamente vinculada a los espacios rituales y por ende a las entidades que adoramos y que nos exigen reverencia) y el vínculo con nuestro cuerpo como el organismo que procesa, produce y padece las palabras que engendra, como los gusanos en un compost. “Queda un contenedor vacío: el lenguaje perdido en los basurales de la red biológica, una red formada por elementos dispersos que necesitan volver a juntarse (...) Como mi organismo, que necesita un nuevo sistema de símbolos”. Especie Salvaje es una alegoría psicosomática que nos señala que quien imagina, quien habla, es portador de la desgracia de tener un cuerpo que no solo tiende a la disolución, sino que es portador y transmisor de un virus, enfermedad o trastorno. Los lectores serán ese niño de 9 años con pata de cabra que busca en la sanación arcaica su recuperación y toma a los muertos como guías: “De pronto, mis antepasados se presentan ante mí como intermediarios entre a permanencia inmaterial y la muerte presencial del cuerpo (…) Los muertos ya no caminan solos: yo los acompaño hasta su lecho”.
Nahuel Lardies, de Hablar de poesía
Por el barrio/En la placita, de Ioshua e Inés Púrpura (Mutanta Editorial)
Allá por el 2013, Ioshua e Inés Púrpura sacaron un split de poemas con su editorial Foucault is dead, un tesoro de la literatura independiente de la década del 2010. Las poéticas de estxs autorxs dialogan desde una belleza tan simple y profunda que sensibiliza, pero también golpea en medio de la cara, porque esa poesía tiene la brutalidad de la vida cotidiana en los barrios más pobres del oeste, la realidad de lxs pibxs, sus amores, ideas y reflexiones. Una poética tan cruda, bella y profunda que debía ser rescatada y puesta en circulación nuevamente, Mutanta editorial lo hizo. Desde los últimos meses del 2020 podemos disfrutar de esta reedición magnifica con dibujos de Ioshua y un super diseño a cargo de la editora y poeta Natalia Iñiguez. Un libro de culto para el futuro.
Nadia Sol Caramella, de Escrituras Indie
La violencia, de una estatua de Flavia Calise (Hexágono editoras)
Hexágono es una editorial preciosa y con ediciones muy dedicadas. En este libro Flavia escribe poemas que despliegan su mirada sobre el amor y el abandono como otras formas de maltrato. Suave o áspera, sin ninguna pose y siempre tan auténtica. “Después de recibir violencia, la sensibilidad parece un secreto”. Un libro con flamencos, alfombras rosadas y cuchillos. Hermoso.
Elizabeth Maia Graviotto, de La ladrona de libros
Persecución, de Joyce Carol Oates (Fiordo)
Thriller psicológico que arranca con la incertidumbre de un accidente del que poco se sabe. El pasado, a pesar de querer ocultarlo, empieza a emerger a la superficie destrozando todo a su paso.
Agustina De Diego, de Agus recomienda
Las fotos, de Inés Ulanovsky (Paisanita editora)
Las fotos es un libro mágico, logra eso que sólo los buenos libros logran: transportarte en el tiempo, transportarte a las historias detrás de las imágenes. Con una exquisita construcción por parte de la autora el lector es testigo irrevocable paso del tiempo.
Victoria Claramunt, de Somos historias
Mis animales y los que no son míos, de Denise Fernández (Mágicas Naranjas)
Denise habla con animales que son muchas cosas a la vez: palabras, preguntas, acertijos. Con ironía afectiva, sus imágenes refractan: la poeta busca respuestas en criaturas que solo contestan lo difícil, encuentra el brillo que le devuelven sus propios anhelos, sus lenguajes lejanos, sus imposibles. “No tan seguido la gente se desvía de su propio cuerpo”, le dice a su vaca. Pero así, esta poeta tiene un cuerpo que es todo. Animal, poema, belleza alegre y sorprendente.
Milagros Pérez Morales, de No tan Puán
¡Hasta pronto, querida!, de Valeria Mussio (Peces de ciudad ediciones)
Un poemario de palabras con sabor a final y evocaciones tiernas de la amistad. El segundo libro de Valeria Mussio tiene un tono confesional, de poemas narrativos, que una gran potencia logran resignificar las rupturas amistosas y amorosas, que en verdad son lo mismo. Estos poemas también nos cuentan pequeñas historias de viaje, escenas que quedan grabadas en la mente del lector/a: una cerveza con amigos en Perú, un auto por las rutas de Texas, una foto del mar y el imaginario ruso sobrevolando algunos personajes de los poemas. ¡Hasta pronto, querida! transita las despedidas como una celebración de la amistad y la ternura.
Nadia Sol Caramella, de Escrituras Indie
Me acuerdo, de Martín Kohan (Ediciones Godot)
Durante noventa y nueve páginas asistimos a una enumeración de recuerdos, uno detrás de otro, evocados por un yo que los describe de forma concisa y con aparente objetividad. Probablemente uno de los libros más personales de Martín Kohan que, al mismo tiempo, desdibuja su figura de autor. La literatura lleva consigo ese tipo de paradojas. La memoria misma se construye a la par de lo que se olvida, pues es lo que permite justamente la existencia de los recuerdos, incluso de los libros que leemos.
Brenda Algozino, de Dime que lees
El vaquero sin agua en la cantimplora, de Rafael Espinosa (Caleta Olivia 2018, reimpresión 2020)
El peruano Rafael Espinosa me parece un poeta contemporáneo insoslayable. Desde que empecé a leerlo encontré en él nuevas maneras de hacer poesía, sin que se pierda esa conexión con la tradición de la lírica: una mente elegíaca, que utiliza el espacio del poema para merodear alrededor de sus obsesiones, irse por la tangente, sorprendernos con sus hallazgos fortuitos y dejar caer visiones de una calma que no es sino ese vértigo anterior al colapso. Así y todo, Espinosa es un poeta reparador, un inventario de estilos, un maestro de sabiduría inestable: “(…) el fuego, por contraste, relata / la oscuridad de un alma. Y así / sucesivamente revisar las unidades de medida / para que la vida tenga factibilidad, / la imaginación obre, las olas insistan”.
Nahuel Lardies, de Hablar de poesía
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