por Miryam Hache

Vivimos una época de revalorización, en algunos ámbitos, de la voz de las mujeres. De las cis, de las trans, de las travestis, de las lesbianas, bisexuales y pansexuales, de las negras, mestizas, e indígenas. Una época de redescubrimiento de voces que habían sido acalladas, expulsadas de los anales patriarcales de la historia de la literatura (las Sinsombrero, las mujeres beat, las anónimas, etc.).
Pero el patriarcado sigue atravesando entera nuestra cultura y nuestra lengua, nuestras formas de decir y de ver el mundo. La mayoría de nosotras, cuando aprendimos a leer, a dar nombre a las cosas —y a pensar esas cosas a través de sus nombres—, vimos que mujer era imagen antes que voz; musa o pintura antes que autora, mujer de fulano antes que mujer. En el campo de la poesía específicamente, por poner un ejemplo, Jesús García Sánchez, editor de Visor —una de las más importantes editoriales de poesía en España— verbalizó en 2016 algo que, desgraciadamente, sigue estando presente en el imaginario de gran parte de la sociedad española: “La poesía femenina en España no está a la altura de la otra, de la masculina, digamos, aunque tampoco es cosa de diferencias (…). No hay una poeta importante ni en el 98, ni en el 27, ni en los 50, ni hoy”.
Afortunadamente hay muchas mujeres divulgando nuestras voces en España desde distintos frentes, ya sea los documentales y libros que se han editado para recuperar la obra de las mujeres del 27, la labor que realiza Carmen G. de la Cueva desde su página web, su editorial La Señora Dalloway y sus clubes de lectura diseminados por todo el país, las librerías de mujeres en Barcelona y Madrid, la labor editorial de Elena Medel, las secciones feministas de eldiario.es, de Pikara Magazine, etc. Aún así, queda mucho por deconstruir, el andar feminista es un proceso dinámico y abierto; es expansivo, colectivo y subversivo. Es necesario que nos sigamos pronunciando, que apoyemos las valiosas creaciones de nuestras coetáneas. Que entendamos que a través de las voces de las otras también nos decimos nosotras, y así, reafirmamos nuestro lugar en la tierra.
Esta lista de poetas españolas contemporáneas no incluye a todas las poetas que deberían mencionarse, pues, afortunadamente, son muchas más. Pero es un muestrario de la fuerza intrínseca al decir poético. Un muestrario de fuerzas. Una vibración coral, aquello trémulo que te vuelca, cuando a través de la poesía, se expande el mundo.


Elena Medel



Podríamos decir que ya es una referente ineludible de la poesía española contemporánea. Dirige actualmente la muy recomendable editorial de poesía La Bella Varsovia.

Estamos realizando obras en el exterior. No utilizar esta puerta excepto en caso de emergencia

Madurar
era esto:
no caer al suelo, chocar contra el suelo, contemplar el pudrirse de la piel
igual que un fruto antiguo.
Colchón justo para los dos; años que chocan la lengua contra los dientes una y
       otra vez que se tambalean en la boca
años
      del sentido incorrecto 
Con tres hilos de cabeza he tejido mi tiempo:
piensa en vosotros a mi edad, piensa en tres hilos de cabeza, qué te falta, qué
      te queda; piensa en tres hilos. Quizá .
eso, madurar:
quizá Ulises boca abajo, quizá la orilla boca arriba,
eso que queréis me esperará diez años. Pensad en
diez caídas; pensad en diez hilos de cabeza. ¿Aquello? ¿La madurez? ¿Márchate, olor a lavavajillas,
       déjame con mi sueño?
¿O quizá en la boca uvas para el postre del color
de la rodilla que cae al suelo,
de la rodilla que choca contra el suelo? Me tambaleo. Y era yo el zumo en la
       garganta, y era yo el frío, era yo
las uñas y el estómago,
quién era yo en mis años con tres, en mi tiempo con diez hilos de cabeza. Hasta mi habitación
por la escalera de incendios un hombre
y su sentido contrario. Diez hilos de cabeza, veinte hilos de su pecho atados a
       mi pecho,
juro que amé
los golpes de sus piernas. Digo que
madurar era esto: que no pude negarme, digo que mis tres hilos de nada entre
      los dedos, yjuré chocar y el suelo
lo juré. Pensé al suelo la caída
y el choque contra el suelo. Pensé el aliento pensé dije
tres hilos de cabeza: tambaleo.
Pensé en mi edad y pensé en vosotros y pensé
que nadie me avisó de madurar así, junto a la vida y el frío en el cajón
de la fruta que se pudre.

Laia López Manrique


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Ha colaborado en diversas antologías y revistas literarias. Coedita la revista digital Kokoro   y la colección de poesía Kokoro libros. Su estilo está marcado por una búsqueda constante, un hurgar y explorar los límites del lenguaje. Recomiendo toda su labor poética, la crítica, la edición y la creativa.

Maternidad

Ma mère ne cesse de me mettre au monde
j´existe des milliers de fois
Ma mère ne cesse de mourir
dans mes entrailles


Anise Koltz 


Que mi cuerpo sería un pastiche de agonías y placeres declinados ya lo sabía mi madre mucho antes de que yo fuera concebida.
En virtud de un principio económico que los hombres desconocen, las madres lo saben todo y lo callan, portando en su silencio en germen moléculas del desastre.
Apostadas ante las puertas, las madres rugen sus desgracias peregrinas. Prenden una hoguera con los restos de las almas morosas de los hijos, con los nervios que se tuercen como cables serrados y no ensamblan ya la vida a la vida, sino a un adverbio roto que acompaña a un verbo en fuga. Los hijos se van lejos, se van deprisa, se van mal, se van detrás, se van tarde, se van tanto; se van, tal vez, a un jardín de tallos altos y achatados por la lluvia, bajo un cielo que rebaña husos de nubes en forma de diablo.
Las madres aman en los hijos lo que hay de ellas en su piel elástica, lo que se dibuja como un margen entre las membranas de sus dedos. Como el camafeo que se abre en dos y muestra el retrato de un muerto, como una muñeca rusa de incontables cavidades, como alguien que pide la herencia de una sangre fútil, las madres llaman a la carne su destino.

de La mujer cíclica (2014)


Berta García Faet 
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Traductora y escritora. Ha recibido numerosos premios literarios y es autora de cinco poemarios. Sobre la calidad de su escritura, el siguiente poema habla por sí mismo: 

Poema sobre mirar el cielo de noche y pensar muchas cosas
yo que opino que la hipermetropía es una manera legítima de existir y que intento ser una buena persona y que estudio mucho ética y metaética y yo que lloro mucho con david hume y con los galgos maltratados y con los viejos maltratados y con la contaminación de las heces de las gallinas y sus obscenas celdas del tamaño de un folio A-4 y sus viscosas fiebres del tamaño de un subcontinente y yo que creo en los tirabuzones de los páramos y yo que ignoro todo y me pregunto qué hacer sin lenin y con cielo qué hacer con el mundo y su cabello cardado y reseco y cómo tocar sus huesos arcaicos y su praxis y el humo de su belleza impenetrable y yo que siempre siento la presencia de un humo fratricida del sabor umami de la leche cuando quiero verter una palabra amable y desaliñada en la gorra entreabierta del mendigo o del músico y yo que sé bastante del amor y que lucho activamente aunque con sueño o con sueños excesivos a favor de la pandemia global del perdón y de esperanza que arrase el planeta tierra tal y como lo desconocemos de una vez por todas y yo que sueño excesivamente sueños de carácter excesivamente erótico y a veces perverso y abrupto y que nunca le perdonaré a mi especie Auschwitz rosa parks el estado-nación el dinero el niño muerto y yo que olvido mucho y que propongo encender una vela con todos vosotros juntos para recordar todos nuestros olvidos y yo que hurgo en la ranura dellogos y no encuentro nada y yo que tengo un progenitor A y un progenitor B y un hermano y una hermana y yo que aun así ignoro todo de la muerte y me pregunto qué cantar cuando anochece y qué cantar que no insulte al famélico o al translúcido o a la mujer bajo las piedras del odio y yo que tirito con virginal desasosiego en el instante crítico de tener que elegir un campo favorito o un animal favorito o un juicio moral verdadero tan solo un juicio moral verdadero yo me río un poco con envidia un poco con amargura sí lo admito me río un poco con amargura un poco con envidia un poco con resentimiento de la seguridad ontológica del hombre medieval, qué enternecedor

Luna Miguel 
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Prolífica periodista, autora y editora. 

Una bolsa azul con tu nombre y el del veneno

Dejaste de masticar la sangre: la vida se resumía en suero porque el suero es el nuevo oro.
Ya no buscamos diamantes, queremos longevidad.
Hay reinas que coleccionan comida bajo la cama y todas se creen princesas. ¿Recuerdas el
cuento? Hay musculatura. Tu medicina no olía bien.
Hay reinas que coleccionan comida, y en sus venas el suero. Y en sus estómagos los perros.
Ahora dicen que tienes náuseas pero yo sé que cada eructo es un canto.
Una bolsa azul con tu nombre y el del asesino.
Pero tú quieres alimentarte.
Tú quieres decirlo: sobrevivir cansa.

De Los estómagos (La Bella Varsovia, 2015)


María Sanchez


María Sánchez en la librería sevillana Casa Tomada, donde presentó su obra el pasado Día del Libro.


Veterinaria de campo y colaboradora en diversos medios digitales y en papel. Ha publicado recientemente su primer poemario Cuaderno de campo (La Bella Varsovia, 2017), que ya se encuentra en su séptima edición. Su delicadeza descriptiva habla de una poeta que se halla en la plena madurez de su estilo:

Soy la tercera generación de hombres que vienen de la tierra y de la sangre. De las manos de mi abuelo atando los cuatro estómagos de un rumiante. De los pies de mi bisabuelo hundiéndose en la espalda de una mula para llegar a la aceituna. De la voz y la cabeza de mi padre repitiendo yo con tu edad yo y tu abuelo yo y los hombres

de Cuaderno de campo  (La Bella Varsovia, 2017).

Martha Asunción Alonso


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Otra joven autora con una voz ya más que consolidada. Ganadora de numerosos premios de poesía, algunos de sus poemarios son Wendy (Pre-Textos, 2015), Skinny Cap (Libros de la Herida, 2014), La soledad criolla (RIALP, 2013) o Detener la primavera (Hiperión, 2011).
Les neiges d’atan

Mais où sont les neiges d´antan?
FRANÇOIS VILLON
Dedicado:
si no estuviera tan cara la memoria
y yo supiera recordar su nombre.
La madre de la niña que se sentó a mi lado
aquella semana,
-por si acaso, decía Don Javier, fuera de verdad que todo se pega,
hasta las matemáticas-
estaba en la UCI del hospital Severo Ochoa en leganés
y se moría.
Ninguna de las dos
habíamos visto nunca nevar en nuestro barrio.
Me acuerdo de la forma en que te hablaba sin hablar,
como si la tristeza fuera decibelios;
de que yo no acertaba a susurrar y el perdón
se pagaba en ecuaciones.
El patio del colegio un mediodía
se convirtió en al bola
de cristal que Poppins daba a los niños huérfanos
con madre.
La suya
no regresó a volar cometas y la semana siguiente
me sentaron al lado del tío que se esnifaba
gomitas de borrar porque
siempre tenía cero
faltas de acentuación en el dictado.
Ninguna
de las dos volveríamos a ver
nevar
sobre aquel barrio.

de Skinny Cap (Libros de la Herida, 2014)

Ruth Llana


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Autora del poemario Tiembla (Point de Lunettes, 2014), ganador de premio Federico García Lorca  en 2013, y el cuaderno pictórico Estructuras (Ejemplar Único, 2015). Su último libro Umbral ha sido publicado por editorial Malasangre en 2017. Esta gran poeta ha colaborado con diversos medios. No se la pierdan:

Ana tiene su cuerpo bañado, que no menstrúa el cuerpo de Ana. Ana deja de ser mujer para ser Ana. Ana a veces ana se deja Ana por obstáculo. ana que es solo sudor. Sudor que se derrama. Arrullo blanco. No sangra ana porque no es Ana. No mujer en sus venas sudor. No fértil porque más allá de su pellejo, ruido. Ana, ana, cuerpo vacío la mano que te extrajo de ti, ana de ana extraída, nueve meses para el nombre de ana, para el hombre de ana, para ana. Un pájaro liberado por el conducto de ana, ana liberada en su útero, la paloma y el espíritu llenan de cuerpo las vísceras de ana. No es baladí la sangre ana, ana no eres ana por tener venas, ana no eres ana. Pero Ana daba una parte por escogida porque amaba a ana. Una parte de ana solo para ana. Sin úlceras te doy mi cuerpo. Ana observando su boca —mi boca se ensanchó sobre mis enemigos—, reclamando el color negado, la puerta al hijo, el único vínculo más allá del oxígeno, un corte en la lengua. Se alimenta el hombre del líquido como un tumor en el cuerpo de ana. Y la devora elegida porque ama a ana. Ignacio sangra, Samuel en su útero, tiene tres hijas y a las tres llamó ana. Una de sangre, una de tierra, otra de hierba. Mano señala la boca aplastada —mi boca se ensanchó sobre mis enemigos—, y ana es devorada por ana. Porque ana desangró una gallina, ana se hizo ana, liberó a la paloma por la ventana, comió su carne, se vistió con sus plumas, como última prenda tomó las raíces de los árboles, y ana mató a ana, a las tres anas, a la ana que era ana tres veces en su boca ensanchada.

de Tiembla ( Point de Lunettes, 2014)

Miriam Reyes

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Poeta de larga trayectoria, ha combinado el trabajo de la palabra con el de la imagen, llevando la poesía a otros formatos como el vídeo, y a diversos escenarios. Participa, junto con otras de las poetas que aquí mencionamos, en el documental sobre poetas españolas dirigido por Sofía Castañón: “Se dice poeta.”

Ahora estás con todos
quien te quiera tener te tendrá como nunca
sin necesidad de discutir
dónde dormirás esta noche con quién pasarás el próximo verano.
Pero fuera no estás: la ciudad vacía la casa devuelta
la familia un montón de extraños unidos apenas por un amor
que les diste y todavía conservan.
Sin tu tronco quedamos
ramas por el suelo
leña para el fuego.     
                                   de Desalojos ( Hiperión ediciones, 2008)

Gata Cattana
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Fue una rapera, politóloga y poeta andaluza. Lamentablemente nos dejó siendo ella todavía muy joven, pero nos legó una gran obra musical, cargada de reivindicaciones feministas:

(…) Tengo boca, no hablen por mí,
he apuntao lo que iba a decir
nunca me fui, era sólo un paréntesis
ahora sí me tienes delante
me tienes en trance,
dejándome hacer como de costumbre
paliándote el hambre
contándote historias 
 lao de la lumbre
cómo nos cunde, ojalá no escampe,
en las sombras danza del vientre,
tiene los ojos de mar
y yo he aprendío a nadar pa meterme,
tiene los ojos de mar y yo los tenía
de muerto viviente
bailando al ras como una serpiente,
esperando a que la luna mengue
dame calambre fuego y corriente
que te hago los trucos de siempre
(…) 
que me discutan, ya no hay mañana
se me están sublevando las ganas
al final bailaré bulerías gitanas
perdía en la calle con cara de buena.
como si no supiera nada.
como si comieras arena.

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