collage original Naro Pinosa pinterest |
Fricción
El ejercicio era
meditar sobre
alguna palabra:
quedó fricción.
Difícil.
Requería tiempo y paciencia.
La meditación consistía en
“ver” la palabra
como potencia,
fuerza,
sutil presión en sentido contrario
(sutil presión en sentido contrario
sutil presión en sentido contrario)
para avanzar o
detenerse
y, sin embargo,
aun deteniéndose
seguir en movimiento.
Todo eso
tan matemático
tan exacto
-y calculado-
me hace pensar
en una sola
cosa
que no quiero
decir.
(Todavía)
Ahora
lo que deseo
es
ver las posibilidades:
o estática
o dinámica.
No estoy de acuerdo
con que la fricción,
a veces,
requiera de un cuerpo pasivo.
En todo caso,
sé:
la pasividad
nunca es quietud.
Es la resistencia solidaria entre los cuerpos.
Resistencia de la cual se desprende
otro tipo de fricción:
la que habita
entre las voces.
Entre el vapor
de las voces.
Me detengo
en
ese calor inevitable
de la fricción.
Medito sobre
su sonido
y,
estoy segura:
la fricción
está
entre la yema de los dedos
y, según la intensidad del roce,
puede ser escandalosa o tímida.
La fricción es Ella
y
no se deja rimar.
Nunca.
Nada le sienta del todo bien,
es su esencia,
siempre está en movimiento.
Buscando.
La fricción hechiza.
Es Kuña Paje. *
Y al final no medito
hago todo lo contrario:
pienso, deseo, imagino
fricción.
La busco en el más mínimo
movimiento y Ella me alienta,
me sostiene,
permanece silenciosa,
hasta que termina conmigo
y desaparece.
(* bruja )
Presentación de Este libro no es un rehén, editado por Bipa
(evento en fb)
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