Entrevista a Lucia Reissig. Explorando el territorio de la invisibilidad.

por Mora Vitali

obra de Lucia Reissing



Si hay un dominio donde el azar no existe, es justo el de la creación artística: cuando se quiere matar la democracia, se empieza por amordazar la experimentación, y se acaba por acusar a la libertad de tener rabia, dijo Nicolas Bourriaud, operando en un contexto que nos es ajeno, pero resuena en nuestra contemporaneidad. El arte es un medio de la libertad para señalar a quienes la amenazan, y las propuestas artísticas no serán jamás inocuas en un contexto represivo. 

Lucía Reissig es una artista joven, pero lleva casi diez años creando material visual, explorando los medios a su disposición, y sobre todo experimentando con el sentido social y político de la producción artística. Sus piezas están signadas por la variedad: variedad de materias, de tamaños, de formas. Hay una exploración de la flexibilidad del cuerpo y la mano para crear lo que la mente necesita poner en el mundo. El suyo es un corpus de obra que no teme. La artista efectivamente se entrega en su obra, usa todo su acervo personal, pone su cuerpo, sus ideas, sus espacios, sus elementos de trabajo, su biografía y su ideología al servicio de su creación. 

Lucía es, además de artista plástica, militante feminista y fundadora del Proyecto NUM, un proyecto de libro, que revinculó las producciones artísticas referidas al movimiento Ni Una Menos del 2015, incluyendo un registro de acontecimientos hasta el 8M del 2017. Sobre este proyecto, que define como “el momento máximo del amor”, las palabras de Reissig son imprescindibles y claras: “En el resultado se nota el esfuerzo colectivo a gran escala, y es valorable, es un libro cuya existencia es, para mi, muy importante. Es importante tener este archivo, sobre todo porque el circuito del arte deja afuera obras así, no hay lugar para obras de este tipo, jamás entran en un museo o son publicadas, nadie habla de estas obras como referencia. Podemos usar estas obras como forma de leer la historia, ¿por qué hay tantos modos de representación parecidos? Bolsa, carne, ojo morado, ¿por qué son los mismos imaginarios, o modos de representación? ¿Como se analiza sociológicamente? ¡Se puede leer mucho de eso!”

 Respecto a su proceso, Reissig explica: “muchas veces me referí a mi forma de trabajo como el ‘modo de la urgencia’, esa era la única metodología conocida, una situación que se vuelve insoportable y recurro a lo que tengo a mano, al instinto. Eso lo aprendí mucho de la militancia, salir a hacer un stencil en la calle es igual”. Refiriendo a su labor individual, menciona que “hay un momento solitario, introspectivo, del trabajo en el taller, pero todo depende mucho del tipo de práctica, hay otros haceres colectivos, me inspira mucho la cuestión del cuerpo colectivo.” El trabajo colectivo la refuerza: “el cuerpo colectivo es lo mas en este momento. Empieza a ser refugio, mismo la creación, yo soy tan artista como feminista y se mezclan las dos sensaciones. Son situaciones desde una sensibilidad y una percepción del mundo, hay una presencia de lo sensible físico en el trabajo poniendo el cuerpo, cosiendo, estando, marchando en persona.” 

El trabajo que está realizando en este 2017, bajo el título El trabajo invisible, se apoya en la conceptualización del oficio, del trabajo teóricamente no-artístico, pero si transformativo, que ella opera sobre las casas que limpia, un trabajo que desarrolla actualmente para sostenerse económicamente, y que le permite desarrollar sus otras actividades. Esta tarea es desempeñada casi exclusivamente por mujeres, y este sesgo de género contribuye a su invisibilización, y por lo tanto a la precarización de quienes la desarrollan.

Trabajo Invisible se desarrolla desde dos ejes, de diversa materialidad. Uno virtual, de documentación fotográfica que la artista difunde a través de Instagram, tomando imágenes que representan el antes y el después de su presencia usando, tal como hizo en su momento Ana Mendieta, su cuerpo para afectar el ambiente, dejar huellas, modificar la vida de los habitantes de la casa. También en estas tomas Reissig retoma su expresión fotográfica, captando la belleza de elementos ignorados, la plasticidad y los colores de los espacios, los productos y los procesos que la gente elige no realizar, y por eso la contrata. Hay un descubrir de un mundo silencioso en sus trabajos, que vuelve público al subirlos a una plataforma social con mucho tránsito. El otro eje de esta serie va en relación con la memoria de los materiales, la cual la artista relaciona con la memoria del cuerpo. Se lleva trapos de las casas limpias, trapos usados hasta que no tienen más utilidad para la limpieza. El trapo mojado se adapta a la forma que ella le de, entonces juega con esas posibilidades, los convierte en piezas escultóricas, las formas tridimensionales de los materiales que se adaptan, la materia aceptando la forma del espacio, de manera pasiva, pero también haciéndola propia, adoptando para sí, de manera que al retirar el trapo ya seco de su soporte, este se sostiene por sí mismo en una versión fantasmática de su lugar. En otras piezas hace referencias a la pintura, al aplanarlos y colgarlos, refiriendo a la historia de la bidimensionalidad expresada en los trapos desplegados, y exhibiendo el dibujo que hace el uso, a través de los desgastes, manchas, y colores de los trapos, e interviniéndolos con bordado, dibujo, plancha, y lavandina. Estas materias cambian de función y de signo, pasan de lo utilitario a lo artístico, y ahí surgen cuestiones para quien las observa, sobre la utilidad del objeto y del objeto de arte, la vida útil de la materia, el paso del tiempo. 

Pronto Lucía va a realizar la muestra de presentación de Trabajo Invisible: “Va a ser en marzo, en una galeria nueva en Villa Crespo que se llama Selva Negra, de Silvina Sicoli, una artista con ganas de mostrar material feminista y trabajar con mujeres. El espacio además se presta como lugar de reunión, de actividad, de taller, de encuentro, de acción. Si llegamos a hacer la muestra antes del 8 de marzo me gustaria invitar al espacio a trabajar a Cromoactivimo, un colectivo fundado por trabajadoras del arte como Mariela Scafati, Guille Mongan, Daiana Rose, Vic Musotto y Marina De Caro, pero abierto a quien se sienta interpeladx. Cromoactivismo propone reapropiarse del color con un mensaje político contundente, y su participación en las marchas implica una llegada del arte a espacios nuevos de difusión y de planteos estéticos cargados de sentido, al grito de Pantone NO, tinte político SI, Dale la palabra al color y El color no es inocente. Después, mi idea es hacer reuniones todas las semanas con el Sindicato de Trabajadoras Invisibles.” Este sindicato es una extensión del Trabajo Invisible, que nació en Tucuman, a donde Reissig fue invitada a presentar su obra, y el libro de Proyecto NUM. Surgió a partir de un taller, donde invitó a las participantes a dar nombre a las invisibilidades que enfrentan trabajando en los campos de la gestión, la familia, lo doméstico, y el arte, para compartirlo, redefinirlo, y visibilizarlo. A partir del intercambio de historias, y la descripción de su dia a dia, las experiencias compartidas, como tener múltiples trabajos para financiar proyectos apasionados pero no remunerados llevaron a generar las bases del sindicato, una vez visibilizado el hecho de que todas experimentaban situaciones semejantes.

Respecto a este proyecto, Lucia dice: “queremos que este sindicato atraviese las provincias con una bandera propia: un trabajo colectivo, realizado sobre una sabana, con intervenciones de cada una que la tenga. La imagino HERMOSA, con glitter, lentejuelas, estampas de besos y bordados. Parte de la idea es militar la invisibilidad desde las bases. Percibir la invisibilidad como un territorio a explorar, ¿qué se puede hacer dentro de lo no reconocido? Nos hacemos más escurridizas, más difíciles de nombrar. Eso nos permite definirmos de la forma que queramos, a través de lo invisible.” 

El arte de Reissig nació, como ella misma dice, bajo el signo de la urgencia. Es entonces un arte con un público amplio, no especializado. Es el público que comparte sus imágenes en las redes, es el público que ve sus piezas gráficas en la calle, es el público que interpela con su bandera en las instituciones oficiales del arte. Es un público que incluye a quienes la buscan, y a quienes simplemente la encuentran. La artista sabe que el público es parte de su obra, en este caso: “me interesa ver si hay una forma de hacer militancia y otra de hacer arte político dirigida a dos públicos distintos. Mi investigación va por si se puede dejar de separar eso, ¿cuando estoy haciendo un stencil para una marcha y cuándo para mi taller? Me interesa saber si cambiamos nuestra forma de hablar de acuerdo a dónde va la obra, yo intento que todo sea todo.” 

La corta biografía de Lucía Reissig contrasta con su amplia producción, y la versatilidad de sus obras. Es notorio al ver su corpus en conjunto que hay una propuesta política y social que se afianza teóricamente a partir de su tiempo de estudio y dedicación. Una obra amplia, con un público heterogéneo, canales de circulación múltiples, y una voluntad de interpelar. 

La idea de un arte relacional y politizado es tentadora en nuestro contexto social contemporáneo. De hecho, se aparece como una verdadera necesidad, voluntariamente desoída desde las altas esferas. En este momento un arte político que conmueva, impulse al diálogo y al pensamiento crítico debe ser producido por fuera del mercado oficial, lo cual convierte a los artistas que trabajen de esta manera en personas vulnerables ante el sistema económico. Es por esto imprescindible la formación de redes y lazos que aporten a la producción de estos proyectos, que acompañen y sostengan. Lucía invita a conocer su obra en marzo, y además siempre a encontrarnos con ella en el Sindicato de Trabajadoras Invisibles, donde nos propone armar algo grande, colectivo, y hermoso. 






| más información |
 www.luciareissig.com

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