by The White Deer |
Últimos pensamientos de los novios
Él le aprieta la mano
como si fuera
un revólver.
“¿Qué vamos a hacer -dice ella- cuando lleguen?”
Y mira la línea azul del mar que baja.
Él la aprieta nuevamente. La siente cargada.
No importa.
Piensa que al final la tierra se come a todo el mundo.
De la arena salen
volando las gaviotas
en pequeños estallidos de granitos.
Las olas suben y mueren para repetirse infinitamente.
Como los hombres.
Siente el roce del pantalón. Levanta la cara.
En el horizonte se acuesta para soñar
la otra cara del Mundo.
Se preguntan al mismo tiempo
cuándo van a morir,
qué día a qué hora,
si en los brazos del otro,
o si los van a matar.
Se preguntan si los van a matar.
Mientras, el sol no derrite las nubes.
A lo lejos suena algo como una piedra que se cae.
Hace frío.
“¿Qué vamos a hacer
cuando lleguen?”
Como dos manchas de témpera, se mezclan abrazados.
En sus ojos pálidos
se ve el reflejo de la certeza,
la concesión de los muertos,
saber todo.
Ella se levanta
y camina hacia el mar.
(Las orlas del vestido dibujan curvas en el aire)
...
Quieto
Quieto.
Hay
una chapa que desciende oblicuamente
y
se clava en la tierra extendiendo
un
cuerpo de óxido.
Quieto.
Hay
un perro que no ladra,
y
en mi mano
un
fusil de retaguardia,
una
ampolla del cielo,
un
espejo ante la muerte.
Quieto.
Entro
al bosque con mi espalda partida
sobre
un destino que se traza en el aire.
Silencio.
Alguien
pisa la hojarasca
y
en su ruido trae al mundo
el
horror que nos escapa.
Silencio.
Abro
una puerta que chilla
y
la luz perfora unos cuerpos en el suelo,
unos
que repiten otros anteriores
pero
a la inversa.
Silencio.
Silencio.
Las
manos cubren los ojos
para
no temblar tanto,
y
la tierra
en
las manos
es
un canto,
y
hay un ruido
y un final.
...
Dejarse
Allá
entre
el pasto y los árboles
me
traicioné como querías
y
después en la luz
me
vendiste tu sangre.
No
me mires,
ahora
soy
un
ciervo manchado.
...
Carta a la novia
muerta
Hay
una foto tuya subida a un estante.
Es
la última que queda.
Está
formada por pedazos de distintas fotos
que
pegué entre sí
y
que no forman una imagen, sino una idea
que
me mira con ojos estáticos.
Los
bordes blancos se superponen.
Ayer
llovió en toda la ciudad.
La
tierra debajo de la lluvia
es
igual en un parque
y
en tu tumba.
La
tierra siempre prospera.
Ayer
estuve
debajo de un techo que cuidó tu juventud
y
entendí.
El
recuerdo es una delicia
y
es lo único que existe.
Algunas
sábanas que quedaron manchadas con tu olor.
Algún
vestido viejo. Cartas inválidas.
A
mí me duelen
todos
los cuerpos con los que te amé.
| Sobre el autor |
Valentino Cappelloni nació en Mar del Plata, en 1992. No le pasaron demasiadas cosas hasta que descubrió que quería estudiar cine, así que ahora vive en Buenos Aires absorbiendo película tras película. Como muchos otros, no puede dejar de escribir y tiene que convivir con eso. Hace poco empezó a trabajar y no sabe si estar contento o triste.
4 comentarios:
Muy buenas!!! (incluso la biografía)
Muy buenasssssssss!!!!
muy bellassss!!!
impresionante. veo las imàgenes que escribìs, las imagino, siento los olores... me da una profunda pena la ùltima. aunque todas tienen una inexorabilidad impactante,.
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