Por Florencia Defelippe

            Los cuentos de Brevario de furias desconciertan. Dentro de una atmósfera sobrecargada de lugares comunes, diálogos triviales y personajes excesivamente reales, existen  pequeños desvíos, toques apenas perceptibles que, lentamente, van cobrando peso y terminan por “destapar”, al igual que Pandora y su caja de sorpresas, lo que verdaderamente esconden estas 'criaturas furiosas'. Brevario...logra perturbar al lector desde el inicio, y es esto lo que genera una tensión permanente a medida que avanza cada una de las historias del libro.

            Lo 'esperable', el lugar cómodo, no existe. En este sentido, Diez es un escritor prolijo; sutilmente, guía la lectura avisándonos -con giros repentinos, descripciones oscuras y demás elementos que alejan rápidamente la esperanza de hallar situaciones tranquilas- que sus tramas no cuentan finales felices porque tampoco lo son desde un principio.

            Como afirma Pablo de Santis en “Bestiario”, el prólogo que encabeza a Brevario de furias (Santiago Arcos, 2011): “nada tan afín a la literatura argentina como el género fantástico”. Los relatos de Diez hacen honor a este género, que supo coronarse como emblema de la narrativa argentina con Borges, Bioy Casares y Ocampo. En estos relatos, lo cotidiano incorpora lo extraordinario de una manera tan evidente que inquieta.

            Los hombres conviven con seres cuya existencia es imposible pero que, al figurar de un modo tan natural, parecen verdaderas. La naturaleza acecha de manera permanente, tanto por la aparición de monstruos  como gábulas, ibinas y faisanes plateados, como por la inútil espera de fenómenos que no llegarán jamás: “Odio a todos y a cada uno de los habitantes de este lugar y por sobre todo a esta ciudad. A esta ciudad de mierda en donde ni siquiera es posible ver un poco de nieve”, escribe uno de los personajes de “Nieve en Buenos Aires” en su diario secreto, presa de la más rotunda decepción.

            La furia no se presenta sólo en las criaturas imaginarias; los seres humanos son víctimas, también, de su propia violencia. Cuentos como “Mi familia” y “Parque Chas” llevan a estos vínculos enfermizos hasta las últimas consecuencias. Y los personajes caen al vacío infinitamente, sin poder si quiera atinar a modificar su situación.

            Si bien por momentos los textos se muestran algo repetitivos, y en muchos casos, el desarrollo de las narraciones se presenta sin la profundidad necesaria como para producir el efecto deseado, Brevario de furias construye ficciones que atrapan y exasperan, superan los límites entre lo verdadero y lo imaginario y alcanzan, de esta forma, a la creación de un mundo en el que la convivencia entre lo real y lo fantástico es absolutamente probable, auténtica y admisible.

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Daniel Diez (blog)

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