En un breve recorrido por la serie “Ser y estar” de la fotógrafa Laurie Cogneau es fácil imaginar cómo una cajita encintada, que se dice que saca fotos, llama la atención del publico nocturno de los bares.


Por Julieta Pestarino

La primera vez que saqué una foto estenopeica creí estar haciendo magia. La fotografía estenopeica se rige por los principios básicos de la fotografía en su forma más simple: sólo una superficie fotosensible y un estenopo (orificio, de allí el nombre de esta técnica) para captar la luz y las formas. Este procedimiento antiquísimo y su encanto siguen vigentes como nunca, en plena era digital atrapa a quienes están tanto de uno como del otro lado de la técnica.

Laurie llegó de Francia hace tres años para estudiar Gestión Cultural en Buenos Aires, pero se terminó quedando más de la cuenta. Siempre le resultó interesante sacarle fotos a la gente, explorando sus rostros, cuerpos y gestos particulares. En la fotografía estenopeica encontró un nuevo vínculo con la luz y con el tiempo, y descubrió un ritmo en la creación fotográfica muy diferente al que actualmente se fomenta: hacer la cámara uno mismo, sacar fotos con tiempos de exposición prolongados, revelar y descubrir las imágenes con las propias manos. Otro vínculo, otro ritmo y otra poesía.

Durante una exposición de algunos trabajos suyos, dejó un cartelito convocando gente para sacar nuevos retratos o desnudos. Obtuvo más respuestas de las esperadas, ¡y bizarramente las personas no tenían problema en desnudarse en el baño de lugares públicos o invitar a una desconocida a su casa para fotografiarlos!  Su trabajo se mezcló con el entorno gay y trans que Laurie frecuentaba con la voluntad y necesidad de que sus fotos resultasen más que un simple retrato o desnudo, conjugando lo poético de la fotografía estenopeica con la cuestión de género, y buscando así sorprender al espectador.

Su invitación y su cámara Fragata, hecha con una caja de fósforos, atrajeron tanto a amigos como a completos desconocidos, y cada vez que la fotógrafa de cámara de cartón proponía desnudos espontáneos en el baño de algún bar, todos se copaban. Laurie no sabe por qué funcionó tan bien su propuesta, pero cree que en Francia no habría podido realizar un trabajo de este estilo. Así, comenzó con lo que hoy es su trabajo “Ser y estar”, una serie de fotografías color estenopeicas en las que se conjugan plásticamente cuerpos, azulejos y luces nocturnas. Entre noche y noche la serie de fotos fue tomando forma, conformándose como un conjunto de testimonios de encuentros fugaces que fueron y, gracias a una cajita de fósforos, todavía son.



Para conocer el trabajo de Laurie, visitar: http://www.flickr.com/photos/lauriecogneau/

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