Jonas Carping, cantautor sueco, sorprende con Underground, el EP adelanto de su primer
disco solista.
Por Joel Vargas
Varias voces enamoran por su caudal,
registro y, sobre todo, por su personalidad. Podría hacer un listado extenso,
pero mejor nombro algunos de mis preferidos: Eddie Vedder, Bob Dylan, Neil
Young y Tom Waits. Si algo une a este grupo de músicos es el folk, todos son
héroes de ese estilo, guerreros de las seis cuerdas de nylon. A esa lista sumo
un cantautor que me atrapó por su garganta poderosa: Jonas Carping, oriundo de Estocolmo,
Suecia. Acaba de editar Underground,
un EP adelanto de su primer disco solista, All
the time in the world, que va a salir en septiembre próximo. Carping no es
nuevo en el universo del folk, ha editado varios discos
con su banda The Glade, despuntando el vicio del rock y teniendo como
referentes a Bruce Springsteen, Noel Gallagher, Leonard Cohen y, a
los ya mencionados, Dylan y Young.
Las canciones de Carping son como
pequeños sorbos de un buen whisky añejo. Tienen melodías que saben a madera
noble y que remiten a esos guerreros legendarios del folk. Las letras parecieran escritas después de
recibir una golpiza en el alma. Si no, vean como le quedó la cara a Jonas en la
portada del disco. Ahí está él, sobre fondo blanco: un vikingo sueco con el ojo
morado, dispuesto a atestiguar sus vivencias, como buen crooner de amores salvajes.
El tema que le da nombre al EP es,
quizás, una de las más hermosas canciones que
han sido compuestas en lo que va de este año. Los rasguidos son simples pero encantadores,
junto a los arreglos de cello y violín terminan por encender el ruego: “don’t leave me underground”.
Underground sigue con “Sideways” que profundiza
la senda folkie introspectiva, luego llega “Whatever Nevermind” en donde una
harmónica tímida marca la atmósfera del track. El álbum cierra con una versión despojada
de “Märk Hur Vår Skugga” de Carl Michael Bellman, un importante trovador y
poeta sueco. Encontrarte con la música de Jonas Carping, es como irte a acostar
en llamas por la noche y al día siguiente, querer contarle a todo el mundo
sobre tu nuevo descubrimiento.
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