Una mínima
aproximación a una narración fundamental.
Por Nadia Sol
Caramella
Hay algo de
inefable en el pasado. El relato de Borges pone en evidencia la búsqueda de un
tiempo perdido, pero no ausente, porque aunque el pasado intente ser
corrompido, de una manera u otra, siempre vuelve. Hacer memoria implica
reconstruir las grietas del pasado; edificar el recuerdo. La casa de la calle
Garay, no es otra cosa que el espacio de la memoria: el presente de Beatriz,
emergiendo de los rincones del hogar; la huella impoluta, que permanece latente
a pesar de los años. Beatriz y la vivienda vendrían a ser dos caras de la misma
moneda. Carlos Argentino Daneri adjetiva a su casa como “inveterada”, este
adjetivo tiene dos acepciones: antigua y arraigada, de alguna manera el espacio
familiar está arraigado en la interioridad estos dos personajes, se trata de un
sentimiento vital y entrañable. Para Borges, personaje/narrador, visitar ese
domicilio, durante catorce años, es una forma de recuperar a Beatriz, o de
retenerla, en un intento de vencer el paso del tiempo, que todo lo erosiona.
Daneri, en cambio, necesita de la casa, para terminar su poema. Ambos tienen
mucho que perder con la demolición de la vivienda.
Recordar, implica
elaborar y ordenar lo vivido, ubicarlo en un tiempo y espacio. El lenguaje
funciona como ordenador, permite acceder al recuerdo con cierta distancia
crítica, pero al mismo tiempo lo condiciona. Todo aquello experimentado queda
en la intimidad del sujeto y al momento de exteriorizarlo, la experiencia se
enfrenta a la narración. El testimonio de lo acontecido no es la experiencia en
si, sino un hecho mediado por la palabra y esto produce una apertura a un mundo
de interpretaciones posibles. El lenguaje no se anula frente al recuerdo, al
contrario, se manifiesta en su máxima contradicción:
la distancia, ese vacío irremediable, entre las palabras y las cosas. Por eso Borges etiqueta el centro
de su relato como “inefable”, hay algo de indecible en lo vivido, se trata de
un experiencia mágica, ficcional, y ahí está el yeite de este escritor magnífico,
advertir que a pesar de sus intentos magistrales de escritura, mucho de lo
ocurrido escapará al entendimiento del lector.
Esta imposibilidad de describir el Aleph, ese punto en el espacio que
contiene todos los puntos, se la
atribuye a la linealidad de lenguaje. Borges escribe: “Lo que vieron mis ojos
fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es”.
Por otra parte,
el autor siente desconfianza de su memoria, teme no recordarlo todo, por eso trata a su memoria de
“temerosa”. Lo incomunicable, lo intratable de la realidad experimentada por el
protagonista, hace de lo intransmisible un recurso literario que le sirve a la
ficción. La historia se reconstruye desde una subjetividad, este giro
subjetivo, produce un efecto interesante, las circunstancias se reproducen
desde una sola perspectiva, que hace del suceso algo mucho más trascendental,
inabarcable y mágico.
Particularmente
creo que este cuento se trata de una búsqueda que emerge de la imperiosa
necesidad de mantener un recuerdo intacto, lo máximo que se pueda. Para ello es fundamental la casa, una suerte
de memorial de la vida de Beatriz Viterbo. Y Borges narrador/protagonista, sabe
como nadie del imposible al que se enfrenta. Igualmente asegura con palabras de
fuego: “Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna
vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme
a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.”
Se había
consagrado a su memoria, a recordarla como de lugar. Cambiaría el mundo entero,
pero él no. Sin embargo, el tiempo es impiadoso con los hombres y tiene la
capacidad de transformar una actitud amorosa y heroica en una simple
obstinación de un excéntrico, que no se resigna al olvido. El tiempo todo
lo modifica. En este sentido, el final será devastador.
En una parte de
la narración el protagonista se encuentra en una habitación abarrotada de fotos
de Beatriz, acá la fotografía en apariencia sirve de herramienta nemotécnica. A
través de esas imágenes, el narrador intenta
mostrarnos, en el recorrido de una sola mirada, toda una vida. Sin
embargo, todos los artificios dignos de la fotografía, no nos devuelven al
sujeto, sino una imagen a la que Borges le atribuye una serie de
significaciones. Lo que vemos ahí es cómo una
vida puede apreciarse en una serie de momentos captados por la cámara, lo que
en definitiva produce un efecto de inconexión entre esas fotos, es decir entre
esas representaciones de la vida. La historia personal pasa a ser un conjunto
de anécdotas, de partículas aisladas, ya no una continuidad biográfica. Sin
embargo, la memoria hace de la fotografía un acto de redención, de rescate. Y aun
así, sólo cuando se puede reconocer a la mujer del retrato, la memoria logra su
cometido. Pero, cuando el tiempo comienza erosionar aquello que los sentidos
habían captado y la imagen se vuelve extraña, se abre un abismo, el de la
perdida irreparable: “No podía vernos nadie; en una desesperación de ternura me
aproximé al retrato y le dije: Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo,
Beatriz querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges”. Habían transcurrido casi
catorce años, algo iba a cambiar, contradiciendo un poco
aquel deseo borgiano: “Cambiará el universo pero yo
no”. En ese arrebato de ternura, el personaje reconoció su derrota al buscar
el reconocimiento de la mujer del retrato, el olvido había jugado su juego con
ambos. Algo empieza cambiar en la mirada. Esa antigua promesa de consagrarse
a la memoria de Beatriz Viterbo se hacía añicos. El tiempo impiadoso había
realizado su mejor labor y no se compadeció de aquel hombre. No había caminos,
porque el camino que conducía a todos los caminos comenzaba a desgajarse en sus
narices. Beatriz se perdía para siempre.
Me queda una última cuestión: el
Aleph. Borges se sirve de un artificio literario para vencer los avatares y las
limitaciones del tiempo. El Aleph no es otra cosa que la memoria de todas las
memorias, y lo que aquellos hombres vieron, en una sola contemplación, es la
historia de la humanidad entera, ubicada en un punto del espacio. La venganza borgeana, su redención ficcional.
2 comentarios:
Genial.
Sandra.
Gracias Sandra!
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