Por Leandro Rossi
Alguien me contó que esta novela está incluida entre las lecturas de un curso sobre literatura peronista. Si se encuadra dentro de una producción literaria sobre el peronismo o no, de eso no estoy seguro. Tal vez, pueda ser el resultado del gobierno de un líder carismático, o hasta la decadencia de una forma de gobierno. Pero, sin lugar a dudas, la novela es de una atracción intensa. Cleopatra, una travesti que puede comunicarse con la virgen, predica en El Poso; una villa asentada en Buenos Aires. Quity, periodista de una formación académica fuerte, demuestra sus conocimientos literarios en una experiencia atractiva dentro de la villa, involucrándose con la “hermana” Cleopatra, consigue la historia periodística del año.
El título pone en juego una serie de imágenes
simbólicas: la virgen y los “cabezas”. La expresión cabecita negra comienza a usarse a partir del peronismo. Creo que
la temática de esta novela gira entorno a la experiencia de vida en un lugar marginal,
pero desde la literatura. La experiencia en la villa es el tema fundamental de
la novela. Todo un mundo se desarrolla en ese topos que existe, pero que muchos ignoramos cómo funciona. La
relación con la figura religiosa de la virgen pone en juego muchos conceptos
que tienen que ver con un principio fundamental de la religión: hacer creer. El opio de los pueblos se usa como un conducto de integración en la
villa, que debería promover el cambio. O si no es el cambio, una integración a
ese modelo religioso comunitario. La propuesta no es hacer de la villa un alter de la sociedad, sino una parte más.
La virgen también es cabeza, y tiene sus propios feligreses: Prostitutas, taxi boy,
chongos, travestís. Ellos también creen y son parte de la estructura religiosa
de una sociedad. Maria, el icono fundamental, tiene su propio formato cultural;
está reificada a la manera de la villa; tiene un leguaje coloquial pero también
la lírica sobreprotectora de cualquier imagen de la virgen María. Las plegarias, el alcohol y el sexo, son las
características fundantes de esa divinidad y de sus seguidores. La virgen y los villeros tienen mucho en común hasta la falta de voz. En una entrevista para
Página 12 la autora afirma que “La Virgen es un personaje muy lateral en la
historia evangélica y en la historia bíblica. La Iglesia le empezó a rendir
culto oficialmente unos siglos después de constituirse como tal. No forma parte
de la Santísima Trinidad, no es Dios, sino un objeto suyo: su incubadora. No
tiene voz, no dice nada en todos los evangelios, excepto alguna huevada, como
el momento en que le pide a Cristo que les dé bola a ella y a sus otros hijos y
él le responde que todos son sus hermanos, y prácticamente la ignora. Es una
mujer sin voz en la historia de los Evangelios, y me parece que una mujer sin
voz es una oprimida, y sin duda tiene que estar del lado de los oprimidos.”
La
virgen cabeza, es un relato en el que la marginalidad aparece en su máxima expresión. Es la puesta en abismo de una realidad ignorada. Pero también una
esperanza donde lo diverso y la mezcla entre una alta y una baja sociedad, se
sale de las sujeciones sociales. Gabriela Cabezón Cámara está destacando el
posible poder de la religión, pero de una religión muy particular, para generar
un cambio entre los sujetos sociales.
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