Por Mariano Feijoo


Andy Carter
David había cumplido 42 años la semana anterior, ahora estaba sentado en el Bar Moldes, como casi todas las noches. A la tarde había llevado a su hijo Lucas al zoológico y lo había devuelto a la casa de dos plantas donde vivía con su madre, Lucía, la ex esposa de David, y el nuevo marido de esta, Andrés. David y Lucía se separaron después de tres años de casados, cuando Lucas tenía 2, de esto hacía ya cuatro años. Lucía volvió a casarse enseguida, apenas un año después de la separación. Había tenido una nena con Andrés y vivían los cuatro en una armonía que, David sabía, él no podía brindarle a su hijo. 

A David le gustan Lucía y Andrés, son buena gente y les va muy bien, así que está seguro de que Lucas no va a pasar ningún tipo de privaciones, ni económicas ni afectivas, y eso le da tranquilidad. A veces pasa las fiestas con ellos y otras se excusa diciendo que está invitado a la casa de algún amigo. Es mentira. Cena solo en su monoambiente y después de las 12 cae en lo de su ex para brindar. Siempre hay un regalito para el en el árbol. Cuando estaba recién separado llegó a considerar la posibilidad del suicidio. Su hijo tenía apenas dos años y todavía era muy chiquito para entender. Pero fue pasando el tiempo, el nene creció y ya a estas alturas no solo estaba acostumbrado a tener un padre, sino que estaba acostumbrado a que su padre sea el, así que David desechó -o postergó- el plan de pasarse al otro barrio. 

Y esta noche estaba ahí, donde casi siempre, sentado en la barra del Moldes. Pidió seis latas de cerveza para llevar y se despidió del barman. Sonó el teléfono y al colgar, Gaspar, uno de los mozos, le dijo que lo esperara...

- David, aguantame que voy para tu edificio, tengo un pedido de ahí...
Salieron a la calle, David con sus seis cervezas y Gaspar con otras seis...
- Viste que se separó Oasis?- Preguntó Gaspar
David no tenía la menor idea de lo que le estaba hablando...
- Parece que el mayor se cansó de los bardos del menor y lo dejó en banda... sin banda, mejor dicho... Es así, por ahí pensás que tus excesos te joden solo a vos, pero al final le rompes las bolas a todos y te quedás solapa...

David lo miró, no dijo nada, pero se quedó pensando en eso hasta llegar a la puerta del edificio. Mientras esperaban el ascensor, Gaspar seguía hablando de la banda de los hermanos, decía que pese a que ahora se separaron y los iba a extrañar, en realidad ya llevaba mucho tiempo extrañando a Oasis. Esto terminó de confundir a David, pero el no tenía idea de que era lo que escuchaban los pibes ahora y Gaspar tendría, por lo menos, veinte años menos que él... En un momento dado interrumpió el monólogo del mozo: 

- Quién te hizo el pedido?
- No se, una mina de tu piso, del derpa 510
- Se escuchaban voces atrás?
- No, solo música
- Dame las birras y tomá la plata

Gaspar lo miró...

- Dame las birras y andá, en serio...
- David, tomate esas seis y si después querés más te traigo...
- No es para eso salame, se las quiero entregar yo...

Bajaron en el quinto piso y Gaspar se quedó junto al ascensor. David golpeó la puerta del 510... Atendió una chica con la plata en la mano...

- Hola, soy tu vecino del 501, intercepté al mozo que venía para acá y te traje las cervezas...

La chica, Adriana se llamaba, lo miró extrañada...

- Y como estaba volviendo solo a casa y vos estás sola y somos vecinos, pensé que quizás podíamos conocernos y tomarnos una cerveza juntos... Qué opinás?

Adriana se tomó dos segundos para pensarlo y lo dejó entrar. Tenía 34 años y trabajaba en una tienda de ropa pero, a juzgar por el aspecto y lo equipado que estaba el departamento, o era la dueña de la tienda, o la bancaban los viejos o tenía algún ingreso no declarado. A David no le pareció ni linda ni fea, ni interesante ni aburrida, pero se sentía solísimo y por lo menos quería charlar con alguien antes de irse a dormir... Se tomaron las cervezas y alguna cosa mas que Adriana tenía en la alacena, y a eso de las seis de la mañana, para sorpresa de David, apuraron un polvo desprolijo en el sofá del living...

Cerca de las 10 -era domingo- David se despertó en el suelo del departamento y vio que la chica estaba en el sofá. Mientras se vestía se dio cuenta de que Adriana fingía dormir, cerraba los ojos con fuerza. Supuso que esperaría a que se fuera para pasarse a la cama, prender la tele o ir al baño, daba igual, no le importaba... Cuando ya se había puesto la ropa, agarró los zapatos, abrió y cerró la puerta del 510 y con una media sonrisa caminó en medias por el pasillo hasta la unidad 501, su unidad... Abrió y cerró la puerta, se desvistió otra vez y se fue a dormir. No se preguntó ni una vez si volvería a ver a su vecina ni se cuestionó nada de lo que había ocurrido la noche pasada. Todavía sonreía cuando se metió en la cama...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No le encuentro sentido, no ocurrió nada comprometedor a mi parecer.

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