Por Joel Vargas
Hace unos días mi amigo Martín
se cruzó con Matías y Pablo, otros amigos. Entre tantos cuelgues hablaron del
primer LP de Bosques. Martín preguntó
que les había parecido, Matías le contestó que lo habían estado escuchando en
su casa y Pablo dijo: Me cagué todo. Si, tuvo miedo. Pero, ¿por qué?
Todo empieza con el llamado de “Amniosis”,
un mantra espectral de siete minutos y cuarenta cinco segundos. Las voces a lo
largo de la producción son pájaros negros que van y vienen entre las armonías.
Es fundamental escuchar el disco en orden porque si lo escuchas al azar no hace
efecto. Parece ser que está fríamente calculado, son nueve llamados y cada uno llega
más profundo que el otro. El segundo llamado es “Mis manos las manos” donde un
canto ancestral se mimetiza con una pandereta. Creo que esta canción es la
llave para saber si uno está soñando o no. El viaje continúa con “El veneno del
mundo”, una ola noise instrumental que aturde. El cuarto llamado es el folk trance de “Fantasma Sagrado”, donde
vuelven los cantos ancestrales con “sus
infinitas raíces”. La voz se vuelve omnipotente y te invita a la hipnosis
entre guitarras y percusiones.
“Los pájaros que no son pájaros cantan con
la voz de la mujer cósmica al despertar”, es la frase que usa Bosques para
describirse. Esas palabras justas son parte del canto ancestral del sexto
llamado “Que no son pájaros”. La intro a esa canción es “Pájaros”, que se
comporta como un track hermano, el cello es el hilo conductor entre ambos.
La calma introspectiva hace un quiebre en
“Eomaia”, un post-punk tántrico donde el canto ancestral adquiere un eco de Ian
Curtis de Joy Division. Las vibraciones del cello te pegan en la sien y la
batería termina de hacer el trabajo sucio. ¡Dulce y caótico trip!
Los últimos llamados completan el peso
filosófico del disco: primero llega “La verdad es una contradicción”, donde los
versos recitados se vuelven universales. Y por último “Fin de la hipóstasis”
que reza: “antes de nacer nos lavaron el
cerebro”.
Las nueve canciones que forman Eomaia Nam te tocan algo íntimo. La
música bucea hasta lo más profundo de tu mente, te perdés entre una neblina
espesa. Ahí haces el click y eso se manifiesta en diferentes sentimientos y
estados de ánimo. Pero atención: el disco no es apto para paranoicos, como ya
vimos puede ocasionar terror. Hispóstasis
viene del griego, significa "ser
de un modo verdadero", por eso Pablo tuvo miedo. Esa noche descubrió algo
de él que no conocía.
2 comentarios:
El disco de bosques es la sinceridad, este disco me trasmite sinceridad y buena onda, aguante los chicos de bosques
aguante bosques!
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