F. Bacon Crucify 2 |
que
casi nada
sabemos
de las aguas
que
nos esperan
A.
B.
hasta
acá
lo
único seguro es el recuerdo
machucado
de
las ruinas y su temperatura:
más
después apenas un viento, un dibujito que
respira
sobre
la tierra reseca y quieta
eso,
esto:
nuestro
impecable, imprudente
círculo
de
cenizas y arena
(cuando digo yo
todo cruje y se
oscurece)
porque
es
sabido que
hay
que
elegir:
tensarnos
como
una pobre rama de
sauce
y luego
quedar
como
desasidos pero
alertas
y
enteros
en el agua
adoptar,
pues, quiero decir,
la
forma invisible y procaz
de
un pájaro subterráneo
(cuando digo yo
todo cruje y
se oscurece)
y sí
tenemos
los dedos
ya sin
uñas
sin
huellas casi y
una o dos
palabras en
idioma
extranjero
que,
susurradas,
vuelven,
nítidas, hermosamente
incomprensibles
como una viejísima
plegaria:
opopupávo
tape
opopupávo
tape[i]
(cuando
digo yo
todo
cruje
y
se oscurece)
pero si
entonces
mojada
de luz[ii]
intacta
nos rodea:
esas
manos que llamean en lo invisible[iii]
cuando es
noviembre por última vez
y los
tilos
florecen
o secándose
su olor y
sed,
humo
también
contra
estas pieles
que a
veces nunca mueren
pero
pudrir
lo que se
dice
pudrir
igual se
pudren, si bien
lo hacen
sí
digámoslo
así
lentas,
elegantes
pestilentes
se demoran en nuestro
cuerpo
amargo y paciente
que no
sangra ya no
supura
curado al
fin?
¿endurecido
al fin
oh! quizás
quizás tal vez
este nuestro
cuerpo
esta carne
triste
titubeante,
inútil e
ilegible
(cuando
digo yo todo
cruje
y se
oscurece)
y luego
las aguas
que
roerán
nuestros huesos
impecables
pero antes
un día y
otro día y otro
acá: entre
cuatro paredes ciegas
con esta
botella por la mitad
y el
silencio brotado
de paranoia:
sombras
temblando, escondiéndose en las
fisuras
de la luz
y tan urgidos
del óxido
que se filtra
hacia lo hondo
hondo
—donde
los gusanos blancos
rondan,
prudentes y obscenos,
nuestras
raíces—
seguimos
esperando que llegue
la última noche
de las moscas
2 comentarios:
1000 puntos master
gracias capo
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