Es la noche más extraña que había tenido desde hace mucho tiempo. Me levanté a escribir pensando que puede ser la ultima oportunidad en la que tenga algo en que pensar; algo útil para contarles. Las letras se están deslizando como un torrente sanguíneo que corre y corre, sin pretensión de parar; corren y gritan, como cuando bajamos con fuerza un cuchillo de cocina para fragmentar un sangriento pedazo de carne. Cocinamos la carne, la comemos y el resto deja de correr y gritar.

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Estoy en mi cama, vestido con la ropa del día. Quiero descansar e intentar dormir, sin fabular demasiado. Eso es lo que me perturba; no puedo dejar de pensar en las situaciones que imagino constantemente, en las respuestas que elaboro y situaciones comunicativas con las personas que quiero hablar. Todo es dentro del imaginario de mi conciencia, que no es real. La elaboración de ese proceso es tan, pero tan minucioso que estresa al máximo. Pero, noches como la de hoy me superan. El estrés es tan al extremo que no puedo relajarme cuando lo necesito. Me doy vuelta, me destapo, me vuelvo a tapar.


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La luz de la cocina impregna mi papel para permitir que todo el ambiente que necesite se ilumine sin piedad. Comienzo a lapidar las palabras. A pesar de la clemencia, la luz es bien débil y tengo que acercarme con minuciosidad al papel.
A mi costado se ubica la puerta que da al patio, con un vidrio semitransparente que deja ver la noche ventosa que empieza a acercar una tormenta poderosa. Hay también, una cortina de plástico, de esas muy cotidiana y hogareña pero que golpea contra la puerta haciéndome pensar que hay algo mas afuera. Es un inmundo golpeteo. Es un sonido muy desagradable.
Antes había prendido el televisor. Un canal de cable sin éxito, estaba pasando una película erótica o semipornográfica; de las que uno nunca entiende el argumento porque lo que mas interesa es la imagen sexual delante d la pantalla. Me había sentado, había comenzado a mirar la película y había comenzado a masturbarme sin ningún tipo de pudor. Los dos cuerpos, desnudos y pegados me invitaban al juego del deseo y del placer uníoslo. Mientras los contemple admirado se me cruzo la idea de quienes serìan esas personas; la sinapsis truncada de mi memoria permitió asociar al actor activo del evento sexual con algún sujeto que conozco, con uno de esos que perturban la vigilia de mis fábulas motoras. Cuando se me cruzo esa idea, un espasmo eléctrico recorrió todo mi cuerpo cortando con el placer unipersonal, impidiendo un goce nocturno y propicio. Yo también quiero, pero a mi me toca la basura de la película. Me limpie.
Percibo con mayor intensidad el golpeteo de las tiras de la cortina sobré la puerta de metal. Muchos cuchillos largos cuelgan y empujan sin cesar. Provocan un ruido estridente. Todavía estoy siendo iluminado. Me detengo a pensar en blanco (es posible). Giro la cabeza hacia la ventana que se ubica detrás de mí y vislumbro una imagen amorfa que se desliza por el pasillo de la parte de afuera. En menos que segundos cierro los ojos y los vuelvo a abrir. Distingo la misma figura, pero de la ventana paso a ubicarse delante de la puerta.
Yo de costado, con la cabeza inclinada hacia esa extraña imagen que se que me busca. Escucho el reloj que marca los últimos posibles segundos. Y los cuchillos. Me muevo y corro el pasador de la puerta con cuidado. La imagen ya no es tan amorfa.
En tu presencia siento una afirmación con la que estamos de acuerdo sin dudas. Te observo un segundo y puedo distinguir tu mirada perversa debajo del velo que cubre tu rostro. Yo se quien sos. Doy un paso hacia atrás y comienzo a desvestirme con tranquilidad. Quede totalmente desnudo, despojado de todo procedimiento de defensa a voluntad mía. Me agacho y me acomodo en posición fetal; tengo frío, estoy sintiendo mucho frío en esta posición. No te imploro piedad, sólo pronuncio tu nombre, y así vos podes entender que ya está terminando. El último espasmo de frío recorre mi cuerpo y ya no estas en la película. Que delante de ti, como yo quería quedar.

Es insufrible.

2 comentarios:

Leyddy Dhianna Reynoso Caraballo. dijo...

Muy bueno de verdad, admirada me quedo y es un comienzo.

Un inmenso placer ha sido visitarte, leerte.
Saluditos.

xoana dijo...

lean me encanta lo que haces, manejas un lenguaje tan personal y hermoso! te felicito nene, se nota tu autenticidad en los textos que escribís. abrazo!

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