...y si casi podía escucharlo. Porque viajaba por debajo de las puertas de nuestros sueños. Porque lo merecíamos y porque la única escapatoria fue el mar, sus limitados contornos y su tristeza. Porque el miedo había sido como la lluvia que sin querer habíamos provocado en su alma. El silencio, sobre todo el silencio y el caminar bajo las gotas; y el ruido se desvanecía sobre nuestra abstracción, en aquel pensamiento sobre nuestra tristeza y el interrogante de saber que estará haciendo esa persona cuando nosotros estamos necesitándola tanto..."

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